En la parroquia de La Soledad, en el barrio de La Merced, Laura del Valle observa el cabello de El Bruja, un hombre en situación de calle que acudió al lugar para recibir un corte de pelo, asearse y obtener ropa nueva. Ello en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres.
Laura y Mayra Vázquez llevan toda la mañana realizando cortes de cabello. Con paciencia, ejecutan su labor y escuchan las historias de estas personas que hoy se sienten valoradas.
Como El Bruja, quien casi al borde del llanto, agradece la atención, la ropa nueva y el poder asearse: “No me lo merezco, todas estas atenciones son muchas, pero es bonito que alguien nos mire, nos escuche”.
“El Bruja, junto a Brayan, acudió a este lugar porque una persona en la misma situación les dijo que iban a regalar comida, cortes de cabello, aseo y ropa”.
“Es bonito que hagan esto. Con la ropa que traía la gente me ve mal. Piensan que por vivir en la calle soy ratero o drogadicto y no es cierto. Yo soy pepenador, pero vivo en la calle”, explica.
Él, al igual que El Bruja, se siente agradecido con las atenciones recibidas, pues considera que incluso en su situación no dejan de ser personas y tener valor como seres humanos.
“La gente piensa que por vivir en la calle no tenemos ningún valor como personas, pero no entienden lo que hemos pasado o lo que es vivir en la calle, por eso estamos muy agradecidos con lo que hicieron”, dice El Bruja.
Además, la parroquia organizó una comida para decenas de visitantes que acudieron ayer.
El padre Benito, párroco del templo, explica que esto lo hacen en agradecimiento; además, por la satisfacción de ayudar a las personas en situación de calle.
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