A través de programas que fomentan el arte y la creatividad como la Niñez y la Mar, La Juventud y la Mar y Soldados Honorarios, las secretarías de Marina (Semar) y de la Defensa Nacional (Defensa) buscan contrarrestar la narcocultura en el país, un fenómeno que ha permeado profundamente en los jóvenes, principalmente en estados como Sinaloa, Durango, Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas.

Desde su creación estas iniciativas buscan alejar a los jóvenes de la influencia del crimen organizado al ofrecerles una alternativa educativa y formativa, centrada en diversas actividades.

Según estadísticas de la Armada de México, desde su lanzamiento en 2017, el programa la Niñez y la Mar ha beneficiado a más de 200 mil jóvenes en todo el país, mediante acciones que no sólo enseñan sobre el mar, sino también sobre la importancia del trabajo en equipo, la resiliencia, y la lealtad, siendo un contrapeso a los estereotipos ligados al crimen organizado que se promueven en series televisivas, corridos tumbados, música y moda, algo que se ha normalizado.

Fomentar la creatividad y despertar en los jóvenes el interés por las actividades marítimas y navales es el fin de estos programas. Foto: Especial
Fomentar la creatividad y despertar en los jóvenes el interés por las actividades marítimas y navales es el fin de estos programas. Foto: Especial

En la edición de este año del programa La Juventud y la Mar se inscribieron 9 mil 700 jóvenes para participar en el Concurso Nacional, con lo que suman más de 200 mil participantes desde su creación hace 24 años.

Dicho programa tiene como objetivo motivar a la juventud mexicana para que expresen su sentir y percepción respecto del mar, fomentar la creatividad y despertar en ellos el interés por las actividades marítimas y navales.

“Concursos como estos son también parte patrimonial y fundamental en nuestras funciones como Secretaría de Marina. Por medio de la cultura, y los marinos mercantes navales también reforzamos la identidad, los valores y la historia que nos distinguen como mujeres y hombres al servicio de nuestra nación”, dijo el subsecretario de Marina, el almirante José Barradas Cobos.

En tanto, la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa) impulsa programas dedicados a la juventud, como el Curso Militar para la Juventud, Soldados Honorarios y la promoción del deporte, que también busca alejar a los jóvenes de la influencia de las pandillas y organizaciones criminales.

Estas acciones, según la dependencia, con un enfoque en la formación de futuros líderes, han tenido un impacto significativo en la capacitación de jóvenes que desean un futuro distinto al de la violencia y el crimen.

Narcocultura ha permeado

En los últimos años, la narcocultura ha permeado en el país derivado del impulso de series, corridos tumbados, música y moda, se ha normalizado, sin que los esfuerzos de los gobiernos sean suficientes para contrarrestar este flagelo.

Diversas entidades se han visto marcadas por esta realidad, donde las redes del narcotráfico se entrelazan con el día a día de las comunidades. Aunque la penetración de la narcocultura sigue siendo un desafío grave, en la misma medida, existen esfuerzos como los de la Marina y el Ejército, para contrarrestar estos efectos.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el consumo de sustancias en jóvenes entre 12 y 17 años aumentó significativamente, en gran parte debido a la normalización de conductas relacionadas con el narcotráfico en la música y otros medios.

El 30% de los jóvenes en regiones como Sinaloa, Durango y Jalisco tienen una visión idealizada del narcotráfico como un medio para alcanzar el poder, la fama y el dinero, según datos de la mencionada encuesta.

La narcocultura es un fenómeno que va más allá de la presencia de organizaciones criminales. Este concepto se refiere a la propagación de una subcultura ligada al narcotráfico, caracterizada por su glorificación en los medios de comunicación, la música, y la moda. En particular, la música juega un papel fundamental en la formación de este imaginario colectivo.

Los corridos tumbados, género que fusiona la música tradicional de México con el trap y el reguetón, se han convertido en el vehículo principal para difundir la narrativa del narcotráfico, las armas, el dinero fácil, y la violencia. Artistas como Junior H, Ovi, y Natanael Cano lideran este fenómeno, cuyas canciones no sólo son populares entre los jóvenes, sino que también reflejan una realidad distorsionada que muchos aspiran a imitar.

No sólo la música es un factor influyente, sino también el auge de series de televisión y plataformas de streaming que explotan estos temas. Producciones como Narcos y El Chapo han creado una narrativa donde los líderes del crimen organizado son retratados como figuras carismáticas, generando una especie de culto en torno a sus personajes. Esta representación de la vida criminal como una “aventura épica” se ha extendido a las redes sociales, donde influencers y jóvenes a menudo comparten contenido que glorifica estos valores.

La ropa, por su parte, también refleja esta subcultura. Desde marcas de lujo hasta prendas que aluden a los códigos del narcotráfico, muchos jóvenes en estados como Sinaloa, Durango y Guerrero optan por vestirse con ropa que remite al estilo de los narcotraficantes, como las camisetas de marcas costosas, las botas de piel, y los accesorios ostentosos. Este estilo no sólo refleja una estética, sino una identidad aspiracional asociada a una vida llena de poder, riqueza y respeto, aspectos que el narcotráfico parece ofrecer a aquellos que se sumergen en él.

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