Tan sólo 4 de 100 personas con discapacidad ingresan a la educación superior; César, un estudiante que enfrenta discapacidad motriz, es uno de esos cuatro que llegaron a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que estudia Ingeniería Eléctrica Electrónica.
Este estudiante de 19 años, nació con focomelia o ausencia de extremidades. Aún así diariamente recorre la Facultad de Ingeniería de la UNAM en su silla motorizada. Su presencia ha cambiado a la Universidad, la ha hecho un lugar más accesible y con las consideraciones necesarias para vencer los obstáculos.
César conoció a Natalia en primer semestre, y aunque ya no comparten clases se han vuelto inseparables. César dice que Natalia es su mejor guerrera. Ella se volvió experta en rampas para personas con discapacidad. Desde que es amiga de César dice que “los caminos no se ven igual”.
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Ambos han decidido conquistar a la UNAM… y el mundo. Antes de hacerlo, cuando quieren ir a algún lugar en la Universidad, Natalia se pregunta: “¿César pasa por aquí?, ¿y si lo cargamos?” Los temas de accesibilidad no son sencillos hasta que se hacen los caminos.
Sucedió en el salón de clases, en la asignatura de la maestra Andrómeda Martínez. La propuesta era exponer cualquier tema y Natalia y su equipo decidieron tomar la oportunidad en algo productivo e investigaron sobre las rampas de la Facultad de Ingeniería. Descubrieron que la mayoría era de carga.
Yoshimar Mendibil, responsable de Protección Civil y Seguridad en la Facultad de Ingeniería, explicó a los estudiantes el tema de las rampas; su equipo se encarga de la gestión integral de riesgos y protección civil, además de cubrir los temas de accesibilidad para la comunidad de la Facultad.
Yoshimar dice que la presencia de César ha traído un buen cambio: “La Facultad ha empezado a sensibilizarse con estos temas de accesibilidad e inclusión, para trabajar en cambiar los espacios y que César pueda tener una mejor movilidad durante su estancia aquí en la Universidad”.
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Las rampas han cambiado en la pendiente para su movilidad y César sabe que eso se hizo para él y los estudiantes nuevos que vendrán en el futuro.
El camino que César ha recorrido para llegar a la Universidad ha sido largo y muchas personas han intervenido para que eso sea posible todos los días.
Su madre, María de Jesús Díaz, cuenta que César ingresó al kínder y ella tenía mucho miedo de la experiencia, Sin embargo, el profesor de educación física, que estaba muy involucrado con el aprendizaje del pequeño, le contaba que su hijo estaba listo para ir siempre con sus compañeritos a jugar. De ahí César no paró hasta llegar a la UNAM.
En la actualidad, César pinta con la boca y ha incluido a sus demás compañeros y compañeras en actividades en las que les anima a participar de la experiencia para que todos puedan vivir lo que significa hacer arte sin las manos. César espera un gran futuro para él.
Quiere vivir, terminar la carrera, mudarse a otro país y ser desarrollador de videojuegos para una empresa reconocida. Su sueño es diseñar un videojuego de mundo abierto de leyendas mexicanas, y así mezclar sus pasiones: el arte, los videojuegos y la programación.
Hoy en día, la máxima casa de estudios cuenta con 2 mil y un estudiantes con discapacidad de entre 380 mil.
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mahc/apr