“Mis abogados creen que sí, pero yo no tengo ningún inconveniente”, respondió al juez de control Marco Antonio Fuerte Tapia, sobre si tenía algún impedimento para que su nombre se mencionara completo en la diligencia.

Fue el inicio de la audiencia en la que se le negó la prisión domiciliaria al exprocurador general de la República , quien vivió más de cinco horas de ansiedad, molestia y preocupación.

Desde que la Fiscalía General de la República (FGR) lo detuvo en agosto por el caso Ayotzinapa, afuera de su casa, en las Lomas de Chapultepec, no se había visto a un Murillo Karam molesto, intranquilo y desesperado en una comparecencia judicial.

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Era su reaparición después de semanas de hospitalización y de una intervención quirúrgica, que lo mantuvo en terapia intensiva.

Conectado por videoconferencia desde la Torre Médica del penal de Tepepan, acompañado de su abogado, José Antonio Carrasco Santiago, el exfuncionario apareció con una chamarra color beige y una sonda para oxígeno complementario, pues según su defensa jurídica “no recibe suficiente oxígeno” y “tiene dependencia de 2 litros por minuto”.

Un poco más delegado y recién operado en el Instituto Nacional de Cardiología (INC), el priísta escuchó atento la exposición de sus abogados, quienes mediante informes hospitalarios y reportes de médicos privados que daban cuenta de las enfermedades de su cliente, entre las que destacan hipertensión arterial sistémica, diabetes mellitus, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), por tabaquismo, y problemas neurológicos, intentaron convencer al juez de que debería llevar su proceso penal en su casa, portando un brazalete electrónico y sin pasaporte a la mano.

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“Tiene bloqueadas las dos carótidas y fue sometido a una intervención de alto riesgo que puso en riesgo su vida”, atacó Elba Marina Vázquez Mendoza, una de sus abogadas.

Además, dijo, la Unidad de Inteligencia Financia (UIF) incluyó a Murillo Karam en la lista de personas bloqueadas, al congelarle cuatro cuentas bancarias, derivado de una investigación por lavado de dinero, por lo que no contaba con los medios para sustraerse de la justicia.

“No puede permanecer nuestro defendido recluido porque se pone en riesgo su salud y el rompimiento de la carótida puede derivar en una embolia”, indicó el abogado José Xavier López.

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En ese momento, el exgobernador de Hidalgo permaneció sentado, metía las manos a su chamarra, se colocó antejos, los cuales limpió con su cubrebocas que la mayor parte de la audiencia no portó, a diferencia de su abogado Carrasco Santiago que estuvo a su lado.

Sin embargo, su tranquilidad se terminó cuando escuchó la intervención de los fiscales de la FGR, que señalaron que la salud del exprocurador estaba mejor de que cuando fue ingresado al Reclusorio Norte en agosto de este año, tras ser vinculado a proceso por los delitos de tortura, desaparición forzada y contra la administración de la justicia en el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Lo fiscal Lidia Bustamente, de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa, presentó siete dictámenes e informes médicos para acreditar que el estado de salud de Murillo Karam es estable y que puede continuar su tratamiento en reclusión.

“No han variados sus condiciones y su condición es mucho mejor” que cuando se le vinculó proceso, reviró.

Contrario a lo que aseguró la defensa, Bustamante afirmó que Murillo Karam pude caminar bien, entiende lo que se le dice, además de que come la comida que le llevan sus familiares y no la del hospital donde se encuentra.

Incluso, acusó que el extitular de la entonces PGR rechazó comer hasta que le pusieran un baño a lado, cuando estuvo hospitalizado.

Presentó un historial clínico que señaló que desde agosto que quedó preso, Murillo Karam ha salido del Reclusorio Norte en seis ocasiones para recibir atención médica, una de las cuales de urgencia, y se le han atendido también al interior del centro de reclusión en más de diez ocasiones.

Por lo que, añadió: “Hoy es mayor el riesgo de fuga y lo que ha demostrado el justiciable es que no quiere estar en reclusión”.

Estos señalamientos provocaron la molestia de Murillo Karam, quien reviraba a su abogado, hacía gestos de inconformidad, según se observó en la transmisión de la audiencia en una sala alterna del Centro de Justicia Penal Federal del Reclusorio Norte.

Conforme avanzaba la exposición de la fiscal, el exprocurador se llevaba las manos a la cara, a la chamarra y se quitaba y ponía los lentes, incluso un momento se paró de su asiento ante la mirada de su abogado que logró contenerlo.

Resignado, antes de conocerse el fallo en su contra, el exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam apareció sin la sonda de oxígeno con la que apareció al principio.

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maot

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