En las naciones de ingresos altos, más del 80% del se cura, mientras que en las de ingresos medianos y bajos la tasa de curación es de aproximadamente el 20%, afirma la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que agrega que cada año se diagnostica con esta enfermedad a unos 280 mil niñas, niños y adolescentes de entre 0 y 19 años. En América Latina y el Caribe, se estima que 30 mil resultarán afectados anualmente.

La profesora adjunta de la y oncóloga pediatra del Hospital General de México, Iris Gallardo Gallardo, explica que el diagnóstico oportuno del cáncer infantil eleva las probabilidades de supervivencia, pues, aunque no existe una forma de prevenir esta enfermedad, su detección temprana es clave para dar un tratamiento adecuado, pero depende también del tipo de mal que presenten.

Con motivo del , que se conmemora el 15 de febrero, la especialista considera que es importante que la población en general conozca que esta enfermedad existe y que es un problema de salud pública, pues muchos creen que es exclusiva de los adultos.

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Subraya que en nuestro país se calcula que se detectan entre cinco mil y seis mil casos nuevos al año en menores de 19 años. Es la primera causa de muerte por enfermedad en menores de 14 años, abunda la experta universitaria.

La desinformación provoca un diagnóstico erróneo y/o retraso en el tratamiento, lo que puede aumentar la morbimortalidad de los pacientes. Por ello, estima que en el marco de esta efeméride la sociedad debe estar alerta. El cáncer muestra signos que fácilmente pueden confundirse con los de otras enfermedades, como dolores de cabeza, fiebre súbita y sangrado de la nariz, entre otros.

Gallardo Gallardo expone que el cáncer es un conjunto de enfermedades que han afectado a los seres vivos. A diferencia de las infecciosas o parasitarias, aquellas se desarrollan en nuestro cuerpo, generan la proliferación anormal de células inmaduras, que se presentan por mutaciones.

“Tenemos que prestar atención. Muchas veces, por ejemplo, los maestros en las escuelas son quienes se dan cuenta que algo anda mal, porque ven a algún estudiante más cansado, más pálido, juega menos, tiene ciertos moretones, ha faltado a la escuela y se han añadido más procesos infecciosos”, manifiesta.

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Lo importante, añade, es realizar un interrogatorio dirigido a la sospecha de tumores malignos, indagar cada uno de los síntomas y signos para descartar patologías. Además, si un síntoma no cede a un tratamiento común, también debe ser motivo de mayor vigilancia.

La experta también sugiere no discriminar a las niñas, niños y adolescentes, pues detalla que al enfermar empiezan a faltar a la escuela y presentan alteraciones en su imagen al estar bajo tratamientos químicos.

“Tienen que ser incluidos en la sociedad, igual que todos, porque llegan a la escuela y sufren bullying; porque al estar en tratamiento pueden perder cabello, peso o tener alteraciones, ya que se les bajan las plaquetas, tuvieron algún sangrado o una disminución de defensas y hay que llevarlos al hospital inmediatamente”, asegura.

Comenta que el más frecuente entre esta población son las leucemias agudas linfoblásticas, seguidas de otro tipo de , los tumores del sistema nervioso central y los linfomas.

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mahc/apr

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