Culiacán.— Sinaloa vivió ayer una jornada de violencia, un nuevo jueves negro desatado por la captura, esta vez exitosa, de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.
Por la noche el gobernador Rubén Rocha reportó que el saldo es de seis muertos (cinco militares y un elemento estatal), ocho civiles heridos y 21 policías estatales lesionados, así como 250 vehículos quemados.
Alrededor de las 4:00 horas en la sindicatura de Jesús María, al norte de Culiacán, inició la operación para capturar a Guzmán López, que se desplegó con el mayor sigilo, con grupos de élite del Ejército y el respaldo de helicópteros artillados. Sin embargo, tras la detención de Ovidio la violencia se desató en la ciudad y se extendió en el estado.
Se reportaron enfrentamientos en torno a la Zona Militar número 9, el Aeropuerto Internacional de Culiacán y en el municipio de Escuinapa, donde murió un oficial militar.
Los bloqueos se multiplicaron en la ciudad y se paralizaron todas las actividades escolares, laborales y comerciales.
Los accesos hacia y desde la capital se bloquearon, y se suspendieron el transporte público, las corridas de autobuses y las actividades de los aeropuertos de Culiacán y de Mazatlán.
Durante todo el día las calles permanecieron desoladas. Muy poca gente se arriesgó a salir. Se tiene reporte de varios periodistas que salieron a trabajar y fueron detenidos por hombres armados que los despojaron de sus autos y prendieron fuego a uno de los vehículos. Seis reporteros fueron amenazados y encañonados en las calles y a dos más les quitaron sus computadoras, bajo la advertencia de no informar lo que ocurría.
A lo largo del día, el gobernador hizo llamados a la población a no salir a las calles.
Incluso, las clínicas y hospitales del sector Salud, entre ellas las del Instituto Mexicano del Seguro Social, suspendieron las consultas externas, cirugías y los servicios de guarderías.
En el centro penitenciario de Culiacán, el Ejército y la Policía Estatal Preventiva reforzaron la seguridad ante conatos de violencia e intentos de evasión masiva, como sucedió el 19 de octubre de 2019, en el llamado Culiacanazo, cuando el Ejército detuvo y se vio obligado a liberar a Ovidio Guzmán en un operativo fallido que desató la violencia.
Los actos de violencia se extendieron a carreteras federales, estatales y concesionadas en siete municipios, en donde grupos armados despojaron a conductores de camiones de carga, que incendiaron y colocaron como barricadas.
En Culiacán y Los Mochis se informó de saqueos en tiendas y centros comerciales.
En el municipio de Navolato, un grupo armado ingresó a la sede de la Cruz Roja y se apoderó de dos ambulancias, lo mismo que en el municipio de Angostura, donde se hicieron del control de una ambulancia.
En el hospital privado Los Ángeles, en Culiacán, donde se atendía a policías heridos, un grupo delictivo con vehículos artillados abrió fuego contra los agentes que custodiaban el lugar, sin que hubiera reportes de lesionados.
Al caer la noche, aunque ya no había reportes de enfrentamientos, la Secretaría de Seguridad estatal recomendaba no salir a las calles por la presencia de hombres armados.
Bloqueos en Sonora
Por la tarde noche se reportaron bloqueos con camiones incendiados en dos municipios de Sonora, hechos que podrían estar relacionados con la captura de Guzmán López.
El primero fue un ataque contra dos tráileres, uno de los cuales fue incendiado en la carretera federal México 15, en el entronque al Aeropuerto Internacional de Ciudad Obregón, que canceló operaciones.
El segundo fue en Caborca, donde tres camiones que transportaban a trabajadores de una minera fueron detenidos e incendiados.
Los gobiernos de Nayarit y Baja California informaron sobre el reforzamiento de la seguridad en sus entidades.
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