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Esta mañana en la conferencia de prensa diaria se le hizo al presidente Andrés Manuel López Obrador una pregunta directa. Una periodista le preguntó si nombraría al canciller Marcelo Ebrard como nuevo secretario de Seguridad Pública para que ocupara el lugar que dejará vacante Alfonso Durazo .
Nos hacen ver que el Presidente dejó pasar la oportunidad de que, con una simple palabra, un sí, o un no, parar la batalla campal que dentro de su gobierno se ha desatado por la lucha de poder .
El pleito entre los sectores duros y moderados comenzó en el ámbito de la seguridad pública y las fuerzas armada s, pero ahora ya se extendió al diplomático .
Campañas de lodo se han dado entre civiles que buscan el puesto, se han filtrado documentos oficiales para intentar frenar a quienes ven como aspirantes , y algunos militares hacen también campaña para quedarse con el puesto .
Ahora, el pleito se ha extendido a la cancillería mexicana pues se han atribuido a la embajadora de México en Washington, Martha Bárcenas , declaraciones que ella ya ha desmentido en el sentido de que Ebrard se irá de la Secretaría de Relaciones Exteriores a seguridad pública, y que ella ocupará el lugar de don Marcelo como canciller. Y ya entrados en pleitos, la embajadora sugiere que esas versiones falsas que la ubican como sucesora de Ebrard vienen del propio equipo cercano del canciller.
Nos hacen ver que la sucesión en Seguridad Pública se parece cada vez más a la sucesión en la dirigencia nacional de Morena .
El Presidente, nos dicen, pudo parar al menos un frente de batalla respondiendo claramente que Ebrard no se irá de su puesto, pero no lo hizo. En lugar de eso, llenó de elogios al canciller.
Sí, nos comentan, Marcelo es una maravilla , pero ¿se va o se queda en la cancillería?
¿Por qué no quiso responder directamente el Presidente?
grg