En los primeros tres años del actual gobierno y con la estrategia de abrazos, no balazos, el aseguramiento de narcolaboratorios, también conocidos como cocinas, para la fabricación de metanfetaminas o drogas de diseño, disminuyó 75%, en comparación con el mismo periodo de la administración de Enrique Peña Nieto (2013, 2014 y 2015).
Según cifras obtenidas por EL UNIVERSAL mediante una solicitud de transparencia, en los primeros tres años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2019, 2020 y 2021) se aseguraron 100 laboratorios clandestinos, mientras que en el mismo periodo de la gestión de Enrique Peña Nieto fueron 401.
En 2020 fueron 50 narcolaboratorios, contra los 110 de 2014, una baja de 54.5%. En 2021 fueron 20, contra los 184 de 2015, una reducción de 89%.
En el acumulado de 2019 a 2021, los estados con mayor número de cocinas son: Sinaloa, con 44; Jalisco, 14; Durango, 11; Michoacán, nueve y Baja California, ocho.
De 2013 a 2015 las entidades con la cifra más alta son Sinaloa, con 150; Michoacán, 126; Jalisco, 44; Guerrero, 23, y Durango, 20.
Especialistas exponen a este diario que el aseguramiento de las cocinas de drogas no representa ni un rasguño para la delincuencia organizada.
Raúl Benítez Manaut, investigador en seguridad nacional, defensa y relaciones cívico-militares, señala que con la disminución del desmantelamiento de narcolaboratorios, el gobierno federal sigue una aplicación light de la estrategia de abrazos y no balazos.
“Esto les molesta a los norteamericanos porque se producen metanfetaminas en esos laboratorios clandestinos, entonces se pasan a la frontera de Estados Unidos y generan muchos muertos (…) Ese es el problema”, detalla Benítez Manaut.
Da la impresión, dice, de que en cuanto a los laboratorios clandestinos en manos del Cártel de Sinaloa, la presente administración era menos benevolente con ellos, que con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero Estados Unidos quiere la destrucción de todos esos sitios porque ve una amenaza en el aumento del consumo.
Francisco Jiménez Reynoso, académico e integrante del Observatorio de Seguridad y Justicia de la Universidad de Guadalajara (UdeG), señala que esas acciones no afectan a los delincuentes.
Comenta que en los hallazgos de los laboratorios por lo general no hay detenidos.
“Coloquialmente decimos que los delincuentes reciben un pitazo de que van a llegar las Fuerzas Armadas (…) Todo pareciera que es cosmético y para cumplir ciertas formas en que aparentemente se está combatiendo a los grupos delictivos, pero en la práctica no sufren un rasguño”, resalta el académico.
Remarca que las autoridades a nivel estatal y municipal tienen una relación estrecha con la delincuencia organizada en el entorno del tráfico de drogas.
Jiménez Reynoso reconoce que existe una presión del gobierno estadounidense a través de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) hacia el gobierno federal y que el pivote que mueve a las autoridades es romper con los negocios del crimen organizado, que en ocasiones están ligados con gobiernos estatales y municipales.
Señala que los jóvenes son el principal blanco de los grupos delictivos para el consumo de drogas sintéticas y para elaborarlas. Las cocinas son instaladas en un espacio de tres por tres metros y se pueden localizar en la zona metropolitana de Guadalajara, por ejemplo.
Javier Llausás Magaña, director del programa ciudadano Construyendo Espacios para la Paz, en Culiacán, Sinaloa, destaca que Estados Unidos está alerta del ingreso de metanfetamina y fentanilo a su territorio.
El especialista indica que las metanfetaminas desplazaron a la marihuana y a la cocaína por lo baratas que son. Explica que son pastillas, casi como dulces, y es muy fácil para un joven transportarlas en una bolsa.
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