De 2021 a la fecha han sido detenidos 84 mil 739 niñas, niños y adolescentes mexicanos que solos buscan ingresar a Estados Unidos, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de ese país (CBP, por sus siglas en inglés).
El reporte de la agencia estadounidense destaca que de ese lapso 2023 ha sido el año fiscal, que inicia el 1 de octubre y se extiende hasta el 30 de septiembre del año siguiente, en el que se han reportado más aprehensiones de menores de edad que viajaban solos, al registrarse 28 mil 328, contra las 27 mil 994 en 2022 y 25 mil 697 en 2021.
“La pobreza o las consecuencias socioeconómicas de la pandemia por Covid-19, las amenazas de violencia de las bandas, los embates de los desastres naturales, hasta el reunirse con sus familias”, explica Malcom Aquiles Pérez, director de Incidencia en Políticas Públicas y Movilización de World Vision, un organismo con sede en Reino Unido.
Indica que “nos preocupa mucho que está situación ponga en riesgo la vida de niños, niñas y adolescentes. Hay una población muy importante que ha venido desplazándose sin compañía de una persona adulta, desde 2020 estas cifras de niños no acompañados ha venido aumentando y corren el riesgo de que en el trayecto sean víctimas de trata de personas y a la explotación sexual y laboral”.
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El informe El rostro cambiante de la niñez migrante en América Latina y el Caribe, elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), destaca que los niños, niñas y adolescentes están cruzando múltiples fronteras con o sin sus padres o tutores en busca de mejores oportunidades y protección.
El reporte de la UNICEF señala que este sector de refugiados y migrantes, así como sus familias, se encuentran entre los grupos más vulnerables del país.
“Algunos de los principales problemas que enfrentan son enfermedades infecciosas, inseguridad, violencia sexual y de género, xenofobia y discriminación, acoso escolar, rezago educativo, acceso a protección social y servicios públicos, vivienda e insuficiencia económica”, destaca.
Expone que en el norte de Centroamérica y partes de México, la falta de acceso a la educación de calidad y las limitadas oportunidades de subsistencia podrían estar relacionadas con los altos niveles de violencia armada.
Según la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), en el país entre 145 mil y 250 mil niñas, niños y adolescentes están en riesgo de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos que aprovechan factores como el entorno familiar, la pobreza, el abandono, la falta de oportunidades y la violencia familiar para involucrarlos en el robo o en actividades como el halconeo o el sicariato.
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Aquiles Pérez comenta a EL UNIVERSAL que las niñas, niños y adolescentes que buscan internarse de manera ilegal a la Unión Americana desertaron de la escuela, porque argumenta que las becas no garantizan que los menores de edad permanezcan en las aulas.
“Este desplazamiento de sus lugares de origen los expone de una manera muy fuerte a situaciones críticas de protección. Hay un riesgo muy grande; por ejemplo, en niñas y adolescentes de ser enganchadas con fines de explotación sexual y laboral. Ahora, hay una cifra negra alrededor de la desaparición forzada de niñas, niños y adolescentes”, dice.
El director de Incidencia en Políticas Públicas y Movilización de World Vision destaca que es imprescindible que las autoridades educativas diseñen estrategias para evitar que la niñez y adolescencia abandonen los planteles.
Juan Martín Pérez García, coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, dice que la migración de la niñez y adolescencia mexicanas irá al alza porque explica que “los factores estructurales, como la pobreza, se ha hecho más compleja por la violencia sobre todo armada”.
“Para muchos connacionales, migrar se ha convertido en la única posibilidad para salir de la violencia. Tenemos muchísimas regiones en México bajo el control de grupos criminales, que han hecho migrar a adolescentes hombres. Porque si no lo hacen, son víctimas de reclutamiento”, sostiene.
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Añade que “un niño, niña o adolescente que migra en cualquier país del mundo, lo hace porque lo que deja atrás ya no es sostenible y porque no encontró apoyos ni respaldo institucional. Este sector de la población puede recibir una beca por la cantidad que sea, pero esto no resuelve todo lo que el Estado no está brindando”.
Asegura que esos programas de transferencia económica para lo único que sirven “es para construir clientela electoral. Lo que realmente serviría para tratar de retener a estas niñas, niños y adolescentes es fortalecer a las instituciones del Estado en las entidades y esas se han ido desmantelando.
“La narrativa gubernamental en torno a que con becas se está solucionando todo, es mentira, es un engañabobos porque no han logrado cambiar la condición de pobreza, al contrario se ha incrementado”, concluye.