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Estado de México
Infancia en prisión
No sólo las mujeres privadas de la libertad han resentido el impacto de la pandemia, también sus hijos lo han hecho debido a que las actividades lúdicas que antes hacían se han limitado para evitar aglomeraciones de muchas personas en un mismo lugar.
Por ejemplo, los jueves los menores de edad participaban en un taller donde se entretenían con diversas actividades; sin embargo, éste ya no se ha podido realizar. También hay casos como el de Misael, de dos años de edad, quien solía salir de prisión una vez al mes para convivir con sus abuelos y sus hermanos. Gracias a esto, el menor ha podido conocer el zoológico y el mar.
“Ahorita no hemos tenido acercamiento con mi familia y en esa parte lo resiento porque Misael no ha podido convivir con sus hermanos, con su papá y sus abuelos, eso es lo que más le ha afectado a él", señala Laura, madre del menor y quien lleva 10 años en prisión, a la espera de que las autoridades le concedan un beneficio para salir.
En este contexto las mamás de Santiaguito han redoblado sus esfuerzos para que sus pequeños puedan vivir lo más “normal” posible.
La ONG busca concientizar sobre la realidad de la infancia en prisión, pues estos pequeños experimentan una "cuarentena" mucho más larga que la que enfrentamos ahora.
“Los niños de la cárcel y sus mamás la tienen complicado porque hay penales donde puede haber más movimiento, pero hay otros donde no salen de un cuartito. Este es un buen momento para que la gente se ponga en los zapatos de alguien más, que reflexione cómo la están pasando los niños cuando su cuarentena no es de unos cuantos meses, sino de unos cuantos años”, expresa Saskia Niño de Rivera, directora de Reinserta.
La organización también buscará recibir donaciones con su campaña —en su página de internet y redes sociales se puede encontrar más información sobre cómo donar— para construir más espacios de maternidad como el que ya existe en Santiaguito.
“Queremos hacer más penales así y generar condiciones dentro de las cárceles para que estos niños puedan vivir de la mejor manera. Hemos tenido avances en el Estado de México, Baja California Sur, Nuevo León y seguimos trabajando con otros estados para que comiencen a implementar este tipo de proyectos”, menciona Niño de Rivera.
Será así como en el transcurso de la próxima semana influencers y personas de la vida pública compartirán en redes sociales el hashtag #CuarentenaDe3Años con el objetivo de que la gente inicie un diálogo en torno a los menores de edad que viven en prisión junto a sus madres, así como las necesidades y las dificultades que enfrentan.
Realidades muy parecidas
Aunque se podría pensar que las personas privadas de la libertad, al ya estar aisladas de la sociedad, no sentirían los estragos del Covid-19, la realidad es que se enfrentan a las mismas situaciones que el resto de los ciudadanos.
En las cárceles la oportunidad de realizar cualquier actividad también fue suprimida de manera temporal. El trabajo de quienes se dedican a elaborar productos para venderlos se estancó. Hay tanto reclusas que creen en el coronavirus y toman medidas de prevención, pero también están quienes aseguran que la enfermedad no existe.
“La epidemia ha sido muy larga, extraño a mi familia, a mis hijos, es algo que te cambia. Mi familia venía cada tres meses a verme. Igual mi familia me ayudaba a traerle cosas a mi hija, ahora no hay economía como para que yo les pida, el trabajo de aquí se suspendió porque no entra material para hacer manualidades”, relata Rocío, madre de Renata.
Respetar la sana distancia ha sido otro reto para las prisiones del país en el actual contexto. En el área de maternidad de Santiaguito, a la que EL UNIVERSAL pudo ingresar y que fue creada por la organización Reinserta, hay 14 estancias para dos personas y dos bebés, pero según platicaron algunas internas hay otras celdas en la cárcel en las que viven hasta seis personas.
Una medida de protección para prevenir contagios fue sacar a 18 bebés de la prisión mientras está activo el Covid-19. Rocío, que tuvo a su niña hace tres meses, comparte que no la pudo externar, pero incluso eso no le preocupa tanto porque siente que Renata está más segura dentro de la cárcel que fuera:
“No la pude externar por el Covid-19, siento que está más protegida aquí, en la calle es lo peor porque estamos en foco rojo y mi opinión es que está mejor conmigo”.