Dos patrullas por la derecha y una por la izquierda. La calle Ticomán, en la colonia Del Lago, en la alcaldía Benito Juárez (BJ) de la Ciudad de México, se llenó de policías el pasado 21 de enero, cuando 10 elementos de la fuerza de reacción Blindar BJ llegaron a detener a Alfredo Carrillo, de 67 años, por ser un “asesino de banquetas”.
“El mote me lo pusieron ya en el Reclusorio Norte, los compañeros de celda. Estábamos más de 20 personas en un espacio muy reducido, totalmente hacinados. Nos estábamos diciendo la razón de estar detenidos y yo les conté que rompí una banqueta para plantar un árbol… se rieron”.
La oficial de policía que iba a detenerlo lo dudó por un momento. Una vez que vio la banqueta y el árbol, llamó a su superior: –“Es un adulto mayor y ni siquiera ha plantado el árbol… ¿seguro que me lo llevo?”. Al final, Alfredo se subió a la patrulla.
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Dos noches en el ministerio público, una en el Reclusorio Norte, finalmente un amparo y el pago de 6 mil pesos de multa fue el precio que Alfredo Carrillo pagó por intentar plantar un árbol de limón frente a la casa de su hijo.
“Es un delincuente, espósalo”
Alfredo Carrillo es director del programa Naturaleza Sostenible CDMX, mismo que coordina con académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh). Afirma que más de 100 estudiantes se han titulado a través de proyectos que ejecutan con su asociación.
Recuerda muy bien el momento en que lo detuvieron, además de no permitirle hacer una llamada para avisarle a su hijo y, pese a no poner resistencia, lo esposaron para subirlo a la patrulla de Blindar BJ.
“Me toma las fotos de que estaba siendo detenido y las manda a su comandante. Escucho que le replican por radio: Es un delincuente, espósalo”, cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL.
Su hijo Gustavo es vecino de la alcaldía Benito Juárez, específicamente de la calle Ticomán, y decidió hacer de su edificio un espacio sostenible, lo cual implicó modificaciones importantes al inmueble. Entre esos cambios previó una “pared verde”, para lo que pidió la ayuda de su padre, especialista en plantas.
Ticomán es una calle pequeña, tiene salida a Calzada de Tlalpan; está apenas a dos esquinas de la estación Nativitas del Metro. A unos pasos de la casa de Gustavo se ejerce la prostitución y es común que algunas parejas entren a la calle a sostener encuentros sexuales.
“Aquí en la banqueta siempre había condones, envases de cerveza, colillas de cigarros. Plantamos estos arbolitos y dejaron de tirar su basura; se iban a otro lado”, explica Gustavo a EL UNIVERSAL.
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Todo comenzó con una maceta
Ante la problemática de la basura y ruidos nocturnos, a Gustavo le pareció una buena idea poner bajo su ventana dos macetas grandes. La banqueta es angosta, pero dejaban el espacio preciso para que pasara una persona sin problema.
Su padre, Alfredo, quien vive en la alcaldía Xochimilco, cultiva varias plantas y árboles, entonces fue que le llevó dos piecitos de limón para sus macetas. Los mismos crecieron y están listos para ser trasplantados, pese a las quejas de los vecinos.
“Varias veces, al sacar sus coches, los vecinos de enfrente tiraban las macetas y nosotros, pues solamente las volvíamos a colocar en su sitio. En nada les estorban”, afirma Gustavo.
Luego llegó la idea de la pared verde que se regara con agua de lluvia, se hicieron las modificaciones necesarias al edificio y uno de sus amigos que es arquitecto les abrió en la banqueta los espacios para plantar los árboles que subieran por la pared.
Dos de esos espacios eran para pasar los árboles de limón.
Tres días para saber de qué lo acusaban
La policía que lo detuvo solo le dijo a Alfredo que había sido por una denuncia ciudadana anónima. Tuvieron que pasar tres días para que el juez de control le dijera que se le imputaba el delito de “daños a la propiedad de la alcaldía”.
“Nunca se presentó un denunciante, se presentó un supuesto representante de la alcaldía con un nombramiento de 1991, cuando todavía era delegación. Y fue hasta el tercer día que el juez de control me dice que era por daños. Hay muchas irregularidades”, afirma Alfredo.
Mientras Alfredo Carrillo y su hijo, Gustavo, platican con EL UNIVERSAL, tres de sus amigos y trabajadores comienzan a plantar el limón que desató el desacuerdo entre algunos de sus vecinos de la calle Ticomán, quienes ellos presumen pudieron haber puesto la denuncia anónima.
“No vamos a claudicar. Vamos a seguir defendiendo el medio ambiente. Hay argumentos absurdos como que los árboles tapan los letreros de los negocios, que si el limón echa mucha raíz… parece que la gente prefiere vivir en medio de la contaminación”, concluyó Alfredo.
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