CDMX.- Durante la homilía dominical en la basílica de Guadalupe , el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes , pidió orar por las 4 mil 500 personas consagradas al servicio de la Arquidiócesis Primada de México .
“Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo”, esta misión de ser sal y luz de darle sabor a la vida humana e iluminar la vida para que sea satisfactoria y plena, es la tarea de todos los discípulos de Cristo , todos los que hemos sido bautizados en su nombre, aseguró el cardenal Aguiar Retes.
Agregó que “todos los varones y mujeres consagrados a la vida en Cristo, iluminarán el camino para desarrollarlas principalmente en la familia, pues en esta célula se intensifica, su ejemplo es el testimonio intenso de plenitud del amor y lo entregamos en manos de Santa María de Guadalupe”, puntualizó el arzobispo primado de México .
El custodio de la imagen de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac, pidió que como hijos de Dios se debe compartir el pan con el hambriento, abrir la casa al pobre sin techo, vestir al desnudo y no darle la espalda al hermano.
Refirió que San Pablo el Apóstol cuando decidió anunciarles a los Corintios el evangelio no fue mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolvió hablarles de Jesucristo, más aún de Jesucristo Crucificado, eso es lo que hace la vida consagrada.
El cardenal, refirió que las personas consagradas dan todo en su vida para unirse en comunidad y se entregan a la obra de ayuda la prójimo, en situaciones muchas veces difíciles que requieren una gran abnegación para ayudar a indigentes y niños sin techo.
También, atienden a los ancianos, a los sacerdotes mayores y a las personas en riesgo por causa de la degradación de la sociedad, en donde no se respeta de la dignidad humana como las que están en redes de prostitución y trata de personas.
Como ya lo dijo el profeta Isaías, “Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva, brillará tu luz en las tinieblas”.
El sucesor de Fray Juan de Zumárraga pidió orar por todos los consagrados y consagradas, quienes son el testimonio intenso de adoración y abnegación que atienden a personas que no conocen, que los llene de fuerza, alegría y caridad, así como lo hizo Cristo en la cruz.
Conminó a los asistentes a la homilía a ayudar al prójimo en desgracia, “cicatrizará de prisa tus heridas, es decir, ayudar a otro es ayudarnos nosotros mismos, de esta manera invocarás a Cristo y él te dirá ´Aquí estoy´”. Esta es una misión para todo bautizado.