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Sobre avenida Juárez, en pleno centro de la Ciudad, frente al Palacio de Bellas Artes, Margarita despliega su mesa, después su banco pues la jornada será larga. Una vez colocado lo principal, 600 perritos la acompañarán en todo su día; los acomoda de manera variada, ya están listos para robar la mirada de quienes transitan esa zona de la capital.
“¿Podrías pintarla como en esta foto?, ah y sin un ojito, lo perdió un día mientras jugaba bruscamente con mis otros perritos”, Margarita asiente con una sonrisa, pues en siete años ha escuchado todo tipo de historias.
Se dispone a preparar el pincel y la pintura roja. Usa cuatro colores básicos para hacer diversas tonalidades. Así da vida a estos artículos que cobran un especial encanto. Llevar un perrito pintado a mano no requiere de procesos burocráticos, no es que sean callejeros, aunque sean creados en este minitaller urbano; los caninos pueden llevarse en mochilas, bolsas y hasta en llaves.
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Margarita y su familia le dan forma, color y estilo a estas figuras de plástico que cobran un valor sentimental para quienes se acercan a la joven artista buscando las peculiaridades de los peludos que los esperan en casa. El proceso de las pinturas ha sido de prueba y error para la joven artista.
“Un señor dijo que si quería hacer arte bonito tenía que pintarlos con colores más similares a los perros, entonces empecé a ver los tonos, fotos de perros, experimentando con el color amarillo, el café y rojo, hasta que logré los colores con los que actualmente trabajo. Ahora uso cuatro pinturas diferentes, negra, blanca amarilla y roja, con esos se hace la café, un color beige, gris, rosa, diferentes colores”, dice a EL UNIVERSAL.
