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Ante el temor de que la huelga en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se extendiera durante varios meses, Vanesa Jacqueline Díaz, de 19 años, decidió probar suerte en la UNAM. Como sí quedó, ahora estudiará dos carreras.
En su primer día de clases después del término del conflicto, la estudiante de Sociología comparte que se siente contenta por regresar a la escuela después de tres meses.
En ese tiempo, relata, sintió desesperación y angustia por el tiempo que estaba perdiendo, y porque en vez de estudiar se quedaba en casa.
“En un principio tomé la huelga como un descanso, pero pasó el tiempo y me comencé a sentir angustiada. Hice el examen de la UNAM para aprovechar el tiempo de sobra. Ahora voy a estudiar Relaciones Internacionales en la modalidad abierta”.
Después de la huelga más larga en la historia de la institución, ayer regresaron a clases cerca de 58 mil 600 estudiantes de licenciatura y posgrado de la UAM. Desde muy temprano comenzaron a abarrotar los pasillos de las cinco unidades: Azcapotzalco, Iztapalapa, Xochimilco, Lerma y Cuajimalpa.
En Azcapotzalco los mismos pasillos y jardines que hace una semana lucían despoblados, ayer eran el espacio en el que los jóvenes estudiaban, leían, escribían, jugaban y reían.
A pesar de que todavía queda mucho por hacer, los trabajos de limpieza y mantenimiento en las unidades iniciaron el domingo pasado y continuaron todavía el lunes y el martes.
Entre los jóvenes se percibía un sentimiento de emoción por regresar a clases, pero también había preocupación por la presión y esfuerzo adicional que implicará recuperar el trimestre.
“Me atrasé en mis estudios, incluso no alcancé cupo en uno de los grupos. Tengo compañeros que se fueron a trabajar y hay quienes no van a regresar. Cuando se levantó la huelga me sentí contento, pero también angustiado porque tengo profesores muy estrictos y exigentes. Me preocupó que fueran a aplicar exámenes. Siento que va a ser muy pesado recuperar el trimestre”, dijo Cristian Mauricio Barrios, estudiante de Economía.
Para Alexa Arredondo Hernández, de 23 años, los alumnos fueron los más afectados por la huelga, en especial los foráneos como ella, quienes tuvieron que continuar sufragando sus gastos en la Ciudad de México.
“Tenemos que trabajar juntos para salir adelante. La huelga fue un desperdicio de tiempo, pero nos hizo unirnos con el propósito de estudiar y regresar a lo que teníamos. Los afectados fuimos nosotros y nada más”, afirmó.
Alexa, quien estudia el octavo trimestre de la licenciatura en Derecho y es originaria de Guanajuato, cuenta con el apoyo de sus padres para estudiar; sin embargo, le pidieron que durante el tiempo que duró la huelga se fuera a trabajar para apoyar a la economía familiar.
“Lo que quiero es ya no perder el tiempo. Mis papás pagaron tres meses de renta. Fue muy difícil solventar los gastos. Fue una presión”, dijo.