Toman, transan, agandallan… y lo llaman mérito. Estas cuatro ideas describen un patrón de abuso que caracteriza al modelo económico en México y que puede rastrearse hasta tiempos de la Nueva España. Así lo señala el último informe de: Beneficios en fuga.

Antes era el henequén, ahora es el aguacate, el litio o el agua. Se trata de una economía basada en la extracción y el despojo del territorio, el valor del trabajo y los recursos naturales, señala el documento. Todo bajo la legitimación de las leyes y justificado bajo una narrativa meritocrática, explica Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México.

En entrevista para EL UNIVERSAL, Haas explica que la publicación de Oxfam México da cuenta de algunos de los sectores donde es más claro el modelo extractivista que funciona en el país.

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Tal es el caso de la banca, cuyo modelo depende de altos intereses e injustificadas comisiones; la mitad de las ganancias de los cinco bancos más importantes del país salen de México hacia sus matrices en el extranjero, mientras que en el país pagan un promedio de ISR efectivo de 5.42%. Es decir, en proporción, pagan menos impuestos que una persona que gana el salario mínimo.

Para Alexandra Haas, algunos de los obstáculos que enfrenta México para cambiar su modelo económico se originan en las narrativas. “Existe esta convicción de que la democracia económica no es posible, que tiene que existir un pequeño grupo de ganadores. Esto existía desde tiempos en que México fue colonia, pero más recientemente también se agravó por una era de grandes privatizaciones que aceleró la concentración de la riqueza en pocas manos”, asevera.

Pese a este panorama, advierte que actualmente el gobierno de México mantiene una aproximación a la economía que valora como positiva. “Nos anima el concepto de ‘prosperidad compartida’ (que ha retomado el gobierno de Claudia Sheinbaum). Es un término del Banco Mundial que apunta a no sólo promover el crecimiento, sino también la igualdad. También está el Plan México (...) el compromiso de imprimirle al desarrollo económico una conducción por parte del Estado. Algo que se había dejado de hacer para concentrarse en puras privatizaciones”, sostiene.

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Apostar por un Estado fuerte

De acuerdo con Alexandra Haas, los conceptos del gobierno están bien, van en la dirección correcta. “Pero eso no se va a hacer realidad si no cambiamos el modelo económico subyacente, ese que piensa que con unos pocos ganadores que empujen la economía se repartirán los beneficios de una economía grande. Sin instituciones fuertes, sin reguladores fuertes, supervisión, empuje del salario, etcétera, no va a haber grandes cambios”.

La directora ejecutiva de Oxfam México afirma: “La fórmula correcta es fortalecer el estado, por ejemplo, por la vía de una tributación progresiva que le dé los recursos para que haga bien su trabajo sin que eso signifique una limitación de las libertades. ¿Eso toma tiempo? Por supuesto, pero no hay país que haya logrado establecer un Estado de derecho sin una inversión sostenida y de largo plazo en instituciones clave”.

Por otro lado, la directora de Oxfam México también cree que es urgente la articulación de una política de cuidados. “Indispensable para salir de esta lógica extractivista, sobre todo de las mujeres en la economía. Está el caso de las mujeres que trabajan en el sector turístico. Tienen trabajos muy precarios y además llevan cargas de cuidado históricas”.

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Sin embargo, Haas hace hincapié en que estas políticas deben subyacer a una gran política económica que tenga en la mira una reforma fiscal. “Un Estado sin recursos es uno que puede prometer muchísimo, pero no va a tener con qué. Entonces la voluntad política se convierte en eso, sólo una expresión de buena voluntad”.

Extender transparencia

Más allá de las medidas que puede tomar el gobierno para hacer frente a la desigualdad y atender las consecuencias de su modelo económico, Haas también considera importante cuestionar las narrativas dominantes y extender la rendición de cuentas al sector privado.

“Llevamos muchos años hablando de transparencia y rendición de cuentas gubernamentales, pero no hemos puesto el foco en el gran empresariado. Se señala con firmeza el mal uso del dinero público, pero no se pone la misma exigencia con los privados, que es muchas veces de donde proviene la corrupción”, puntualiza la ejecutiva.

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