De acuerdo con cifras de la primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual elaborada por el colectivo Menstruación Digna México (MDM), hasta 68% de las mujeres y personas menstruantes en México presentan durante su periodo molestias físicas de leves a incapacitantes que podrían interferir con el desempeño de sus actividades cotidianas, entre ellas, las laborales.
De ese volumen, sólo 20% han tenido la posibilidad de faltar a su empleo pues, hasta hoy, no existe una licencia o permiso que regule y justifique su inhabilitación en el tiempo que su organismo lleva a cabo este proceso biológico.
Anahí Rodríguez, vocera de la organización, en entrevista con EL UNIVERSAL explicó que poner el tema de la menstruación sobre la mesa a nivel local es un avance, pero ni siquiera es el paso uno para conseguir una reforma de gestión menstrual que abone a la universalidad de derechos que se necesitan para alcanzar el bienestar holístico de las mujeres y personas menstruantes.
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“No sólo se trata de meter el tema de las licencias menstruales, sino la gratuidad universal, dejar de estigmatizar el tema, educar en todos los niveles sobre los procesos, disminuir los costos de las consultas ginecológicas y medicinas, y seguir recortando el IVA en toallas, tampones, copas y otros productos que no adquirimos porque queremos, sino porque los necesitamos”, dijo.
La activista reveló que, según el documento creado por Essity y UNICEF México, 54% de las mujeres y personas que menstrúan desearían no tener su periodo debido a los inconvenientes físicos, sicológicos, económicos y sociales que vienen en conjunto.
En suma, 81% de las personas encuestadas ven el periodo como una desventaja frente a los hombres, pues han sido víctimas de estigmatización en lugares como su hogar, escuela, áreas de desarrollo de sus actividades y, especialmente, su entorno laboral.
“Es común que el sangrado nos incapacite, no es señal de debilidad, es un síntoma fisiológico, como cualquier otro proceso natural del cuerpo, pero nos ha dado un sentimiento de inferioridad porque sigue estigmatizado al llamarnos flojas, débiles, enfermas o exageradas cuando menstruamos”.
Sobre tabúes y dichos, la encuesta señala que a 65% de las entrevistadas alguien les ha dicho que “se queja o se excusa” de sus actividades por los cólicos menstruales; a 63%, que están irritables o neuróticas por su menstruación; a 46%, que es un tema del que sólo deben hablar a quienes les llega el periodo y a 76% que la menstruación es algo que deben tolerar.
Cuando se habla del tema con su mamá, sus hermanas, sus tías y otras familiares mujeres, sólo 67% de las mujeres y personas menstruantes se sienten cómodas; con su papá, sus hermanos, sus tíos y otros familiares hombres, 26%.
En el caso de sus profesores o jefes, sólo 19% se sienten en confianza; con profesoras o jefas, 41%; con otras mujeres conocidas o cercanas, 68%; con otros hombres conocidos o cercanos, 20% y con su ginecólogo, médico o partera, 61%.
Por ello, Anahí Rodríguez refirió que para crear una agenda completa que salde la deuda que se tiene con las mujeres y personas que menstrúan es importante empezar con las instituciones sociales, como la familia y el sistema educativo, después con el Estado y el sistema económico.
“Muchos se preguntan por qué el Estado se tiene que meter en el tema y es porque es garante de nuestros derechos y la menstruación, para muchas mujeres, desde niñas hasta la madurez, es un obstáculo para acceder a espacios públicos, educación, esparcimiento y áreas importantes para nuestro desarrollo”.
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