Desde 2009, Araceli Rodríguez Nava ha pasado el Día de la Madre buscando a su hijo, quien fue víctima de desaparición forzada: “Mi 10 de mayo es salir a marchar porque no tenemos nada que festejar cuando nos falta un hijo o hija”, señala con la voz quebrada en entrevista con EL UNIVERSAL.
Luego de 12 años tratando de resolver su caso, la señora Rodríguez se toma este día como una oportunidad más para visibilizar el nombre de su “gordito”, Luis Ángel León Rodríguez, y acompañar a otras madres de desaparecidos en su proceso.
“Nos amanecemos afuera de Palacio Nacional, donde entregamos un pronunciamiento, que es una forma de decir: ‘Aquí estamos, no nos olviden porque nosotros tampoco olvidamos a nuestros hijos’. De ahí nos vamos al Monumento a la Madre para marchar”, comenta.
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Luis Ángel León Rodríguez, sargento primero del 21 Agrupamiento de Reacción y Alerta Inmediata de la Policía Federal, tenía 23 años cuando desapareció. El 14 de noviembre de 2019 recibió un oficio de comisión junto con seis compañeros, en el que lo instruían a ocupar la Secretaría de Seguridad Pública Municipal en Ciudad Hidalgo, Michoacán, sin dejar las fuerzas federales.
A pesar del alto riesgo que implicaba, la Policía Federal se negó a brindarles seguridad y transporte. Así, el 16 de noviembre, los siete policías y un civil, al que contrataron para el traslado, salieron de las instalaciones del Centro de Mando de la Policía Federal en Iztapalapa, en la Ciudad de México, y desaparecieron.
Pasaron seis días para que los mandos se percataran del hecho. Fue a través de las familias de las víctimas que tuvieron conocimiento. “Seguro andaban de borrachos”, fue su respuesta.
En las audiencias posteriores se supo que los policías y el civil fueron secuestrados y desaparecidos por un comando armado en una gasolinería en el municipio de Zitácuaro, Michoacán.