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San José. – Xiomara Castro se instaló en la silla de la Presidencia de Honduras convertida en la esperanza de más de 5 millones 67 mil hondureñas de que conducirá la manija para remontar una pronunciada rampa marcada por machismo, feminicidios, abusos sexuales, discriminación y otras añejas facturas sociales en uno de los países más pobres y violentos de América.
Al asumir el pasado 27 de enero como la primera presidenta de Honduras para un mandato de cuatro años, Castro emergió como uno de los personajes femeninos internacionales cuya trayectoria deberá seguirse con atención en 2022, mientras está sometida al examen minucioso de una sociedad que siempre relegó a las mujeres a escaños secundarios.
De 62 años y administradora de empresas, Iris Xiomara Castro Sarmiento rompió con un historial de 10 hombres que, con la paulatina y accidentada instalación de la democracia en Honduras en 1982 tras los regímenes militares de facto de casi todo el siglo XX, ejercieron consecutivamente la presidencia en cuatro décadas. En más de 67 años solo hubo cuatro mujeres que aspiraron al cargo.
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Esposa de un presidente de Honduras — Manuel Zelaya , liberal e izquierdista— derrocado en 2009 y candidata presidencial de un partido —Libertad y Refundación (Libre), de izquierda— derrotado en las urnas en 2013, Castro, o Xiomara como la identifican sus compatriotas, se vio obligada en la segunda década del siglo XXI a regresar y aterrizar en la llanura política para confrontar en su tierra natal una cruda realidad con un apellido: machismo.
Tras ingresar al tercer decenio de la centuria en un país con la mayoría de sus 10.1 millones de habitantes —mitad mujeres y mitad hombres— hundido en la desesperanza y el desconsuelo y con multitudes de ambos sexos en el dilema de migrar al exterior o atarse al fracaso, ella se volvió a colocar en 2021 la coraza de candidata presidencial por Libre y, en uno de los bastiones de su plataforma electoral, lanzó una promesa de… feminismo.
“No más violencia contra las mujeres y femicidios, salud sexual y reproductiva, participación política de las mujeres”, proclamó al presentar en la campaña política de 2021 su programa de gobierno sobre los viejos, agudos e interminables problemas que enfrenta el sector femenino en Honduras .
No obstante, y más allá de los compromisos adoptados al calor de la contienda electoral, la situación para Castro plantea innumerables retos. “Ella heredó un país altamente misógino y patriarcal. Por eso, aunque tiene una ambiciosa agenda en derechos de las mujeres, quizás solo logrará avanzar en algunos aspectos”, dijo la hondureña Regina Fonseca, coordinadora del (no estatal) Centro de Derechos de la Mujer de Honduras.
“Puede lograr pequeños avances normativos y de políticas públicas en varios asuntos, pero tampoco en los más complejos, como salud sexual y reproductiva o la violencia estatal”, explicó Fonseca a EL UNIVERSAL, tras recordar que el aborto por cualquier motivo está totalmente prohibido en Honduras.
“Ella ganó la presidencia con una alianza política. No necesariamente toda la alianza comparte los planes de la presidenta en derechos de las mujeres como salud sexual y reproductiva, prevención de embarazos. Por eso, su margen de maniobra es menor”, añadió.
Tras admitir que Castro “representa una esperanza para las hondureñas”, aclaró que “ella se empoderó no solo por ser mujer sino por todo lo que significó desde el momento del golpe de Estado. Ella luchó por restablecer el orden democrático y eso trata de hacer después de 12 años de retroceso democrático y en derechos humanos”.
“Xiomara recibió un país institucionalmente secuestrado por la élite política y económica y por el crimen organizado y socialmente atrapado en la estructura patriarcal”, recalcó.
Cuando su esposo fue depuesto en una componenda política y militar, el 28 de junio de 2009, Castro salió con él al exterior en la madrugada de ese día y ella se le unió en la lucha internacional por el retorno del proceso democrático en Honduras. La pareja se casó en 1976 y procreó a Zoe, Héctor Manuel, Hortensia Xiomara y José Manuel.
Como exgobernante, Zelaya fundó Libre y en 2013 logró que su esposa se transformara en aspirante a la presidencia. Derrotada en las urnas por su ahora y cuestionado predecesor—Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional--, nunca cesó en su batalla por impulsar un cambio político en un país en el que al menos 60% de sus habitantes sufre pobreza moderada o extrema.
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Mapa de discriminación
El voto de las hondureñas fue clave en la contundente e inapelable victoria que Castro obtuvo en los comicios del 28 de noviembre de 2021. En una nación que repitió los esquemas patriarcales y las estructuras machistas del resto del mundo, ella derrotó al derechista Nasry Asfura, del entonces gobernante PN, y al centroderechista Yani Rosenthal, del opositor Partido Liberal (PL), pesos pesados de la política interna.
Un dato oficial desnuda parcialmente el drama hondureño de violencia en el que las mujeres son parte fundamental de las bajas. Honduras sumó más de 7 mil mujeres asesinadas de 2002 a 2021, en un historial de feminicidios cubierto por otro manto: 95% está en la impunidad.
Con una tasa promedio que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se ubicó en 2021 en 4.7 feminicidios por cada 100 mil mujeres, la violencia contra el sexo femenino mostró otros sensibles parámetros, como una denuncia por abuso sexual cada tres horas y un creciente panorama de agresiones en los núcleos familiares.
Para evidenciar el agudo problema del embarazo adolescente en Honduras, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés) precisó en 2021 que, de 2003 a 2018, ese país registró una tasa de natalidad adolescente de 89 por cada mil “niñas” de 15 a 19 años.
Por eso es que, en el ámbito femenino, Castro enfrenta una montaña de retos.
“No conocí en la vida personal de la señora presidenta una participación o militancia activa en el tema de derechos de mujeres y tampoco en su participación política fuera de las campañas electorales”, adujo la socióloga hondureña Julieta Castellanos, ex rectora de la (estatal) Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Al plantear que el gabinete de Castro está formado en su mayoría por hombres, Castellanos alegó: “Prefiero esperar y ver el desempeño del Poder Ejecutivo”.
De acuerdo con el listado oficial del equipo de Castro, las mujeres con puestos de ministras o secretarias son Rixi Moncada en Finanzas, Laura Suazo en Agricultura y Ganadería, Sarahí Cerna en Trabajo y Seguridad Social, Yadira Gómez en Turismo y Natalie Roque en Derechos Humanos, con Rebeca Santos como presidenta del Banco Central. Los hombres dirigen 11 secretarías, aunque hay mujeres en direcciones de distintas instancias.
Luego de reconocer que, en su campaña electoral de 2021, Castro incluyó los derechos de las mujeres, Castellanos mencionó a este diario que “eso es lógico porque el partido Libre se nutre de los conglomerados de diversas procedencias, incluyendo a los grupos subrepresentados. Sin lugar a dudas su propuesta de gobierno tenía que incluir estos planteamientos y demandas”.
“Lo que estaría por ver es la estrategia para lograr que el Poder Legislativo apruebe disposiciones que puedan abanderar los derechos de las mujeres. En el periodo de gobierno de Zelaya, de 2006 a 2009, sí hubo medidas que representaban estos derechos, como el uso legal de la píldora anticonceptiva del día después” y después fue ilegalizado, recordó.
Uno de los principales conflictos que la presidenta enfrentará para tratar, al menos, de modificar el aparato legal de Honduras con respecto a sus planteamientos sobre más derechos para las mujeres estará en el Congreso Nacional.
De los 128 diputados, 50 son de Libre, 44 del Nacional, 22 del Liberal, 10 de un partido de la alianza gobernante y dos de los minoritarios, por lo que se requieren de 65 legisladores para la mayoría. En caso de unirse por intereses coyunturales para confrontar a la mandataria, los liberales y los nacionalistas, que son las más importantes fuerzas políticas tradicionales, gobernaron como bipartidismo y se alternaron el timón del Poder Ejecutivo desde la primera mitad del siglo XX, tendrían 66.
“Es un hito histórico tener la primera mujer presidenta”, aseveró la pedagoga y máster de género hondureña Migdonia Ayestas , directora del Observatorio de la Violencia de la UNAH. “Un primer paso para desmontar la estructura patriarcal y machista, el dominio institucionalizado que afianzó el poder de los hombres y dejó sumisas y obedientes a las mujeres. Se requiere de educación de igualdad para empoderarlas”, indicó a este medio.
¿Despenalizar el aborto? Las fuentes consultadas al respecto coincidieron en que, en las actuales circunstancias, involucrarse en esa iniciativa todavía es una apuesta arriesgada para Castro en momentos en que busca reconstruir sus nexos con el Congreso después de que, en vísperas de asumir, se topó con una sublevación en su propia bancada.
Por el momento, a Castro “no le conviene” introducir asuntos controversiales de mujeres a la agenda, adujo la hondureña Naveshna Rovelo, nexo de una comisión oficial con organizaciones femeninas de la sociedad civil, citada por el periódico El Heraldo de Honduras .
Al reconocer que tampoco significa cerrar las vías políticas, Rovelo describió una realidad política de Honduras: “Xiomara se está enfrentando a grupos fundamentalistas”.
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