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En sólo cinco años como líder chino, el presidente Xi Jinping ha logrado un nivel de poder y reconocimiento comparable sólo al del fundador de la China comunista, Mao Zedong.
En su segundo mandato, que comenzó hace cuatro meses, Xi está conduciendo a China a una “nueva era”, marcada por la creciente dominancia global del país y la mano dura contra la corrupción y la libertad de expresión.
Xi nació en Pekín en 1953, hijo del revolucionario comunista y viceprimer ministro Xi Zhongxun. Sus orígenes le confirieron un profundo sentimiento de pertenencia al partido.
Intentó unirse al Partido Comunista en varias ocasiones, pero al principio fue siempre rechazado debido a sus antecedentes familiares. Estudió ingeniería química en la prestigiosa Universidad Tsinghua, en Beijing y tras ello trabajó como secretario local del partido en la provincia de Hebei.
En 2007 pasó a formar parte del Comité Permanente del Buró Político como posible sucesor del entonces presidente Hu Jintao. Durante el Congreso de Partido de 2012 fue nombrado secretario general del partido y en 2013 se convirtió en presidente del país. Como líder, se ha querido mostrar como un “hombre del pueblo” que persigue el sueño compartido de una China fuerte y próspera.
A nivel internacional, su objetivo ha sido elevar a China a la categoría de superpotencia y aumentar su poder económico. Tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su creciente proteccionismo, Xi se presentó como defensor del libre comercio en el mundo.