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La líder opositora María Corina Machado asegura que el presidente Nicolás Maduro “está totalmente acorralado dentro y fuera de Venezuela”. Edmundo González Urrutia, quien a decir de la oposición y buena parte de la comunidad internacional ganó las elecciones del 28 de julio, afirma que el 10 de enero regresará a tomar posesión del cargo, aunque se vio obligado a exiliarse en Venezuela.
Mientras tanto, Maduro se mantiene gobernando como mejor le parece, y decidido a asumir su nuevo periodo en enero, legal o ilegalmente, por las buenas… o por la fuerza si es necesario.
La crisis electoral que se abrió en el país sudamericano desde julio, cuando Maduro, y después el órgano electoral, avalado por una Asamblea dominada por el chavismo, oficializaron el “triunfo” del mandatario en las elecciones, sin presentar más pruebas de ello que su palabra.
La oposición, en cambio, afirmó que González Urrutia no sólo ganó, sino que arrasó, con más de 70%; días después, mostró las actas que avalaban esos dichos. Unas actas que instituciones como el Centro Carter no sólo respaldaron, sino que presentaron ante la OEA.
Maduro no se ha salido del guion que ha seguido en las últimas elecciones, incluyendo la de 2018, tras la cual, el líder opositor Juan Guaidó se declaró “presidente interino”, con apoyo de la Asamblea Nacional. La comunidad internacional tampoco.
Algunos países han reconocido a González Urrutia como el presidente electo, incluyendo Estados Unidos, y le exigen a Maduro respetar la voluntad del pueblo y permitir que la oposición asuma.
A Guaidó lo reconoció medio centenar de países, pero Maduro no cedió un ápice, el apoyo a la oposición menguó y se dispersó, Maduro se mantuvo en el poder y se dedicó a aplastar a la oposición.
Esta vez, González Urrutia tuvo que huir de Venezuela, alegando presiones contra él y su familia.
Machado, rostro de la oposición y quien se vio impedida de participar en las elecciones por maniobras del régimen, permanece en la clandestinidad. Aunque insiste en que el chavismo “colapsó” y ha manifestado su esperanza de que González Urrutia pueda asumir en enero, lo que prevalece entre los venezolanos es el desánimo y la desesperanza.
Sobre el líder opositor pesa orden de captura por conspiración y sabotaje. Si regresa, será para ser detenido.
“Quien gana en esto es el gobierno, pues fortalece su posición interna, asumiendo el costo político de tener en el exilio a un excandidato presidencial”, dijo a Voice of America Pablo Andrés Quintero, politólogo venezolano.
“Maduro está haciendo un gesto obsceno a los estadounidenses y demostrando que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener su control del poder”, consideró Geoff Ramsey, analista de The Atlantic Council, en declaraciones al mismo medio.
No es sólo que González Urrutia esté fuera del país y Machado escondida -a pesar de mantener una voz y una presión activas-. Más allá de ellos, no se ven otras figuras de la oposición machacando, o cerrando filas. Y la represión del gobierno incide en el miedo de cualquier voz disidente a alzar la voz.
El asedio a los opositores que se encuentran refugiados en la embajada de Argentina en Caracas es sólo un ejemplo de cómo se las gasta un régimen decidido a salirse con la suya. Más de 2 mil 400 personas han sido detenidas desde que estallaron las protestas contra la proclamación de triunfo de Maduro. Dos de los detenidos han muerto en prisión, y al clamor nacional lo apagó el miedo… y la aparente resignación.
Machado, al igual que algunos expertos, han puesto sus esperanzas en el triunfo de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos. Sobre todo por su elección del senador Marco Rubio, un firme antichavista, como secretario de Estado.
Pero fue en la administración Trump justo que Guaidó fue reconocido como presidente interino, y nada pasó. La oposición venezolana apunta a debilitar el apoyo del ejército a Maduro. “El objetivo es profundizar grietas en la coalición cívico militar que le permite a Maduro gobernar. La misión principal de los militares es la custodia de la patria. Hemos trabajado en los rangos bajos y medios para que retiren su apoyo a Maduro en apego a esa misión y no a un gobierno”, dijo una fuente al periodista venezolano Boris Muñoz, para El País.
Por ahora, ese apoyo no parece tambalear. En este 2024 que está por terminar, un cambio de panorama en Venezuela parece poco probable, pese a quienes han puesto sus esperanzas, y entablado símiles con el derrocamiento de la dictadura de Bashar al-Assad en Siria.
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