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Bruselas
El presidente venezolano Nicolás Maduro no está solo en lo que algunos analistas interpretan como “la última resistencia” del proyecto chavista. Cuenta con el acompañamiento de un bloque de países que se caracteriza por no promulgar la democracia liberal que se practica en Occidente.
Por sus intereses económicos y políticos, dos de ellos, China y Rusia, con gran peso global, no están dispuestos a abandonar a su hombre fuerte en Latinoamérica.
Aunque en Moscú no hay ánimo de exhibir su músculo militar en América Latina, ni China tiene disposición para seguir inyectando recursos en una economía colapsada, ambas naciones no dudarán en echar mano de su poderosa herramienta diplomática para evitar el colapso de Maduro.
“A Maduro le quedan pocos amigos, pero dos tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo cual no es poca cosa”, dijo a EL UNIVERSAL Phil Gunson, experto del organismo especializado en solución de conflictos International Crisis Group (ICG). “Por eso vemos a Venezuela jugando la carta de Naciones Unidas, porque es allí en donde el gobierno se siente más fuerte”.
La hermandad entre Caracas y Moscú quedó sellada en los años en que el entonces presidente venezolano Hugo Chávez tenía petrodólares de sobra para comprar amigos y generar condiciones para expandir su filosofía política.
La cordial relación con el presidente Vladimir Putin tomó forma en contratos millonarios, particularmente en el sector armamentista. Desde el inicio del segundo mandato de Chávez en 2006 hasta su fallecimiento en 2013, Rusia transfirió armas por 3 mil 814 millones de dólares, de acuerdo con el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
En la era Maduro, los flujos monetarios continuaron y hoy se estima que Rusia ha prestado a Venezuela unos 17 mil millones de dólares, cuyos intereses son pagados con petróleo. Además de la actividad económica, hay interés estratégico de los rusos en Venezuela.
Para el analista Gunson, Rusia tiene en Venezuela un contrapeso a la presencia de fuerzas estadounidenses y europeas en su esfera natural de influencia, como es Ucrania y Georgia. Así lo demostró la reciente visita de dos bombarderos Tupolev 160 (TU-160) al Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar, en un intento por dar la impresión de que los rusos pueden proyectar fuerza en Latinoamérica. “Hay un juego geopolítico en el que Venezuela tiene una función a desempeñar”, indicó.
Los lazos con el régimen chino son igualmente sólidos. Venezuela no quedó exenta de la expansión económica del gigante asiático, que durante la última década ha inyectado unos 65 mil millones de dólares a través de fondos para el financiamiento de proyectos de infraestructura que prometían ser emblemáticos, como fue el “primer tren bala de América del Sur”, una iniciativa que “no tuvo origen ni destino”, apuntó Gunson.
Maduro tiene en Irán otro aliado consolidado. “Ambos se sienten atraídos naturalmente por su hostilidad compartida con Estados Unidos”, dijo Gunson. Los lazos se remontan a los orígenes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pero fueron particularmente estrechos en la época del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad (2005-2013), durante la cual abundaron los buenos propósitos comerciales, desde ensambladoras conjuntas de vehículos hasta una fallida fábrica de bicicletas.
“Chávez buscó a Rusia, China e Irán, países que no compartían mucho con él en términos de política, pero sí la necesidad y deseo de independizarse de Estados Unidos creando un mundo multipolar. Eso evolucionó en una importante relación que se mantiene hasta el día de hoy”, sostuvo Gunson.
La lista de “camaradas” de Maduro la completa el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien luego de que Juan Guaidó se proclamó “presidente interino encargado de Venezuela”, llamó por teléfono al ex dirigente sindical para decirle: “Aguanta… estamos contigo”.
La relación con Ankara es reciente y está asociada a la deriva autoritaria en la que se ha volcado el régimen de Erdogan. Además de compartir los mismos métodos para gobernar, ambos se sienten apoyados por Moscú.
Esto se ha traducido en una creciente actividad económica. No sólo hay un vuelo directo entre Caracas y Estambul, “existe una relación comercial opaca, hay información creíble de que Turquía está recibiendo buena parte del oro que produce Venezuela en el controvertido Arco Minero”, indicó Gunson. Ankara aparentemente ha relevado a México como abastecedor de los alimentos que el gobierno venezolano distribuye a través del sistema CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción).
Gunson detalló que en el pasado, el interés en Venezuela era el petróleo, pero hoy tiene que ver con una lucha de poder que ha terminado por formar coaliciones en la esfera global, entre los que quieren la continuidad de Maduro y los que quieren que se vaya. “No es más un tema de si eres de izquierda o de derecha, como en la Guerra Fría, es más un tema de formación de alianzas entre los globalizadores liberales en contra de los antiglobalizadores más autoritarios”, insistió. “Algunos dicen que es una lucha entre democracia y dictadura, pero en todo caso es evidente que el signo común de los aliados del gobierno de Venezuela es que rechazan, o no practican, la democracia liberal como se entiende en Occidente”, concluyó.