San José.— La imagen de Chile por el coronavirus —recibir el ataque con una propagación incesante en 2020 y responder con una vacunación masiva en 2021— asemeja a la de un tren: en los primeros vagones están los muertos recientes con más tiempo de contagio, pero en los últimos coches viajan los nuevos enfermos, ya inoculados… y en riesgo de perecer.
Chile sufrió un insólito y complicado panorama de combate a la pandemia porque, tras iniciar el 3 de febrero una rauda aplicación a multitudes del medicamento CoronaVac, de la farmacéutica Sinovac Biotech, de China, y convertirse en ejemplo mundial por la rapidez de su trabajo, reportó un inusitado aumento de víctimas.
El virus se difundió y disparó todavía más al flexibilizarse las restricciones de movilidad humana por la temporada vacacional de verano en febrero anterior y obligó a imponer rígidas medidas de confinamiento social.
“El manejo de la epidemia en Chile por parte de la autoridad política desde el comienzo fue errático”, adujo el chileno Gabriel Cavada, bioestadístico y académico del Programa de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la (estatal) Universidad de Chile.
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El gobierno “experimentó con confinamientos dinámicos (parciales) cuando lo que se aconsejaba era cerrar fronteras, generar ayuda económica universal en perspectivas de una cuarentena global y decretar un confinamiento global, estricto y limitado (…) de 4 a 8 semanas. Esto, por supuesto, no ocurrió”, narró Cavada a EL UNIVERSAL.
Los primeros convocados el 3 de febrero para recibir CoronaVac fueron adultos mayores de 90 para completar el 12 con los de 71.
“Con disciplina y conciencia cívica extraordinaria concurrieron en masa (…) a tal velocidad que se estimó que a finales de mayo la población chilena mayor a 15 años estaría vacunada. Pero cuando se abrió a rangos de edad menor el proceso se ralentizó. La meta podría alcanzarse a finales de septiembre de 2021”, anticipó.
Un programa de datos de la (no estatal) Universidad de Oxford, Reino Unido, comprobó que, al 1 de marzo, Chile apenas inoculó al 18.1% de sus 19.4 millones de habitantes con al menos una dosis.
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Para el 27 de este mes, el país llegó a 42% del total de habitantes con una y al 33.8% con dos (6.4 millones), mientras que el número de dosis por cada 100 personas para el 28 fue de 75.84, según el recuento. La población objetivo es de 15 millones 200 mil 840 personas, precisó el Ministerio de Salud de Chile.
Ante los cuestionamientos y las críticas a su labor, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, advirtió en abril de 2020 que una cuarentena total “no es sostenible”, mientras que a principios de abril de 2021 alegó que “nunca hemos subestimado esta pandemia”, admitió que “hemos cometido errores” y garantizó que su gobierno hace “lo humanamente posible por proteger la salud y la vida de todos nuestros compatriotas”.
Cifras crudas
La organización (no estatal) Data Covid Chile se dedica a seguir la crisis con números y el chileno Ernesto Laval, ingeniero de sistemas, es un meticuloso analista de datos.“Ninguna vacuna protege completamente contra la infección”, dijo Laval a este diario, al exponer el mapa de la realidad chilena.
“Se generó la expectativa de que, al haber una alta vacunación, inmediatamente se iba a reducir la red de transmisión. Sí hay cierto nivel de protección contra la muerte, el desarrollo de síntomas y padecimientos graves y que la persona termine hospitalizada en condición crítica”, explicó, al puntualizar: “En esto hay un retraso”.
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“No significa que quienes recibieron la primera dosis inmediatamente tendrían protección, en una vacunación a ritmo bastante veloz que tampoco va acompañada de la disminución inmediata de infectados”, aclaró.
El mayor efecto de Coronavac emerge 14 días después de la segunda dosis, que se aplica luego de 28 días de la primera. Las personas vacunadas con la primera a partir del 3 de febrero recibieron la segunda el 3 de marzo y la efectividad plena se inició el 17 de marzo.
Paralelo a un incesante movimiento humano interregional al aflojarse las limitaciones de actividades por el periodo de vacación, Chile exhibió para el 3 de febrero un alza de casos que se prolongó a marzo y se acopló con otra realidad: sin utilizar aún la segunda y con los primeros vacunados como pequeña proporción poblacional.
El proceso con CoronaVac, administrada en más del 90% de inoculaciones en Chile, arrancó el 24 de diciembre con la aplicación a personal de salud y reportó una eficiencia de 66%: si 100 personas se hubieran contagiado sin todavía tenerlo, bajaría a 33 al poseerlo.
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Con números en acelerado deterioro antes, durante y después de vacaciones, las unidades de cuidados intensivos colapsaron. “Chile estableció un confinamiento severo en la mayoría de ciudades. Teníamos un alza de contagios que todavía no ha podido contenerse”, detalló Laval.
Registros oficiales mostraron que Chile, que el 13 de junio alcanzó 167 mil 355 pacientes y 3 mil 101 decesos y fue el tercer país más golpeado en América Latina y el Caribe sólo precedido por Brasil y Perú, llegó ayer a un millón 210 mil 920 con Covid-19 y 28 mil 282 fallecidos y está de sexto en la región. Brasil, Argentina, Colombia, México y Perú le superan en ambos rubros.