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Washington.— El canciller de México, Marcelo Ebrard Casaubon, instó ante las Naciones Unidas a que se consideren las vacunas “bienes públicos globales” y que sea la Organización Mundial de la Salud (OMS) la única autoridad que las certifique, evitando así que la “discriminación existente en el reconocimiento de vacunas” genere todavía más desigualdad y, por tanto, provoque que no se consiga la necesaria recuperación socioeconómica igualitaria.
En un discurso de menos de un cuarto de hora en el que intentó abarcar todos los puntos de interés de México en la esfera global, Ebrard Casaubon centró el inicio de su alocución a la situación pandémica y la inequidad en el acceso a vacunas.
“México ha planteado la necesidad de garantizar el acceso equitativo y universal a medicamentos, vacunas y otros insumos médicos”, recordó el canciller, quien hizo un llamado explícito a la acción colectiva para lidiar con los desafíos planetarios.
“La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de un sistema multilateral fuerte y eficaz, y consideramos inaceptable que se cierren los espacios de la solidaridad más elemental entre los Estados”, remarcó, añadiendo que crisis “sin precedentes” como la pandemia “no pueden superarse con acciones unilaterales o aisladas, sino mediante una renovada cooperación y genuina solidaridad internacional”.
En el asunto de la recuperación económica y las brechas de desigualdad, pidió que no sólo se esté trabajando en medidas de alivio de deuda a países subdesarrollados: países de renta media, como México, “requieren también de mecanismos de apoyo de esta naturaleza”.
“Hacemos un llamado a las instituciones financieras internacionales, a la banca internacional, al sector privado y a todos los actores relevantes en la materia a impulsar medidas que prevengan que nuestros países incurran en niveles de deuda insostenibles y logren orientar sus escasos recursos a la recuperación socioeconómica de la crisis”, resumió.
A pesar de ser uno de los mayores retos y temas sobre la mesa que tiene el gobierno mexicano, Ebrard Casaubon no dedicó mucho tiempo a hablar sobre los flujos migratorios, simplemente especificó la voluntad de México de defender los “derechos humanos de todas las personas sin importar su calidad migratoria”.
“La migración no es un fenómeno pernicioso”, remarcó, y recordó el esfuerzo mexicano por acoger refugiados afganos tras la crisis en Kabul.
Sobre el tema de la migración centroamericana, de forma velada señaló brevemente que “para contar con flujos migratorios seguros, ordenados y regulares, la cooperación internacional es elemento crucial para que las comunidades de origen, tránsito y destino desarrollen sus capacidades sin tener que recurrir a la emigración”, en referencia clara, pero no explícita, al plan que se trabaja con Estados Unidos y los países del denominado Triángulo Norte.
También tuvo minutos para el tema de tráfico de armas. “Continuaremos llamando la atención de la comunidad internacional sobre el comercio irresponsable de armas y su tráfico, así como el vínculo con el incremento de la violencia, los homicidios y la comisión de crímenes de alto impacto que afectan la seguridad de los ciudadanos, limitan sus posibilidades de desarrollo y vulneran el tejido social”, dijo.
En concreto, el canciller pidió acción para el control de armas pequeñas y ligeras, “el combustible que alimenta los conflictos en el mundo”.
Hizo también énfasis en temas de cambio climático, con una defensa del programa Sembrando Vida y el compromiso mexicano para con los Acuerdos de París no sólo “con compromisos de mitigación, sino tiene también un fuerte componente de adaptación. Este componente de adaptación reconoce la vulnerabilidad del país a los impactos del cambio climático y la urgencia de construir resiliencia frente a ellos”.
Ebrard Casaubon también tuvo tiempo para instar a cambios en la organización de las Naciones Unidas, una “revitalización” que incluye también una “reforma” del Consejo de Seguridad para que este órgano sea “más representativo, democrático, transparente y eficiente”.