Roma.— “Recen por mí”, pedía siempre Francisco al despedirse. Y este miércoles, las cerca de 20 mil personas que hicieron fila (hasta las 20:00 horas) debajo del sol, tras sortear vallados varios y controles con detectores de metales y soportar el caos que suele haber cuando las mareas humanas son imponentes, no lo defraudaron.
Personas de todas las generaciones y nacionalidades, muchos italianos, claro, pero también mexicanos, rumanos, polacos, indios y, por supuesto, argentinos llenos de orgullo por ese Papa del fin del mundo muchas veces no comprendido en su patria, inundaron la zona del Vaticano para despedirlo e ir a rezar por él.
La fila para llegar a rendirle tributo a los restos de Francisco, expuestos bajo la sombra del Baldaquino y muy cerca de la tumba de San Pedro, en la Basílica de San Pedro, fue creciendo con el paso de las horas. Pasada la medianoche, miles de personas seguían formadas, con la esperanza de despedirse. “Yo ya me perdí un Mundial y no iba a perderme esto”, dijo a La Nación Agustín, un argentino de 42 años que vive en Alemania y que hizo mil kilómetros para ir a rendirle homenaje a Francisco.
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Josefina estuvo presente en la última aparición de Francisco, el domingo de Pascua, cuando impartió con dificultad la bendición Urbi et orbi e hizo su última vuelta en papamóvil, como despidiéndose.
“Lo tuve a 20 metros y le grité con toda mi fuerza: ‘De Argentina, Francisco, Argentina’. Y él miró, escuchó mi voz y escuchó: ‘Argentina’. Así que eso me da también una alegría de que se haya podido también despedir en la plaza que estaba con tanta gente aclamando su nombre, agradeciéndole y también pidiendo por él que en este último tiempo tanto decía ‘recen por mí’”, relató conmovida. Gustavo y Cristal, una pareja de Corrientes (Argentina) de vacaciones en Italia, que se puso en una fila larguísima pasado el mediodía, sin importarle cuánto tiempo iba a tener que esperar, contaron que estaban visitando el lunes pasado la Basílica de San Pedro y al salir, cuando comenzaron a tocar las campanas en señal de muerte, se enteraron del fallecimiento de Francisco.
“¿Qué representaba para nosotros? Alguien humilde que cambió un poco la Iglesia, que pensó en los pobres, que se abrió con las comunidades gay, que defendió a las mujeres, que luchó contra la pedofilia, y que me parece que trajo la Iglesia al pueblo y eso es un orgullo argentino”, destacó Gustavo, médico y poeta de 55 años. “Por eso le dicen el Papa del pueblo, es nuestro orgullo”, sumó Cristal, empresaria de 31 años.
“Son como emociones completamente encontradas. Por un lado nos sentimos como orgullosos de estar por aquí, muy bendecidos, muy afortunados de estar en este sitio ahora. Pero al mismo tiempo el acontecimiento no es algo que nos haga muy felices, es muy raro, pero es único”, dijo a La Nación Alonso Ortiz, mexicano que trabaja en hotelería, que cuando planeó el viaje jamás supuso que le tocaría vivir este día de capilla ardiente del Papa.
¿Qué significaba para ellos? “Un Papa revolucionario, un Papa diferente, que giró la tuerca, hizo las cosas de una manera diferente, con mucho valor. Es un gran ejemplo de vida para tiempos modernos. Nosotros creemos en esta religión y en la actualidad creemos que se necesitan líderes para retomar estos valores de hermandad, de humanismo y creemos que hizo una gran labor en ese sentido”, contestó su esposa, Ana Paula, sicóloga de 41 años.
El portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, indicó que desde la apertura, a las 11:00 horas, y las 20:00 horas, pasaron 19 mil 430 personas a despedir a Francisco.
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Mientras los cardenales y obispos daban el último adiós al papa Francisco uno por uno, una pequeña religiosa se saltó el protocolo y se colocó en uno de los lados, sin que nadie pudiera decirle nada.
Era sor Geneviève Jeanningros, monja de la Congregación de las Hermanitas de Jesús y quien se hizo muy amiga de Francisco, que la conoció por apoyar a personas de la comunidad gay y trans. Sor Jeanningros, de 82 años, con su simple hábito celeste y mochila, vive desde hace cinco décadas en una casa rodante al lado de un parque de diversiones de Ostia, en las afueras de Roma. Mientras cardenales y prelados se acercaban a despedir al Papa, Sor Jeanningros se mantuvo en una esquina, sola, llorando desconsolada. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, también rindió tributo al Papa.
Las Novendiales, el periodo tradicional de nueve días de luto que siguen a la muerte de un Papa, terminarán el 4 de mayo, confirmó la Santa Sede. El primer día de ese periodo de luto será ya el de su funeral y después será enterrado en la Basílica romana de Santa María La Mayor. Una vez superado este periodo de nueve días podrá convocarse el cónclave para elegir un sucesor, en un plazo que no puede superar los 20 días desde la muerte del Papa, por lo que su inicio se prevé entre el 5 y el 10 de mayo. Con información de agencias