Nueva York.— No parece que haya nada que pueda hacer que Donald Trump desista de construir su prometido muro en la frontera con México, y así lo dejó claro en su segundo discurso sobre el Estado de la Unión. “Nunca se construyó el muro adecuado. Yo lo haré construir”, sentenció el presidente de Estados Unidos, incansable en su voluntad de poner una barrera a pesar de los obstáculos que ha encontrado por ahora.

En 84 minutos, mezcló dos discursos antagónicos: un llamado al bipartidismo plagado de amenazas de acciones unilaterales, especialmente en la defensa desafiante de su política migratoria y de seguridad fronteriza. Una alocución mixta basada en los lugares comunes de siempre, la criminalización de la migración, apuesta por la “ley y el orden” y la mano dura contra los indocumentados.

"La tolerancia por la inmigración ilegal no es compasión, es cruel”, dijo en un momento. Fue más sorprendente que su clásica corbata roja estuviera torcida y mal alineada que las propuestas y opiniones que expuso sobre migración.

El presidente quiso vender la noción y necesidad de “unidad” a un Legislativo extremadamente dividido, incluso en el aspecto más formal: la mayoría de las congresistas mujeres demócratas, partido que acaba de recuperar el control de la Cámara de Representantes, decidió vestir de blanco en honor a las sufragistas, una imagen apabullante sobre el Congreso más diverso de la historia presentado, principalmente, por el partido opositor al presidente.

A menos de 10 días para que venza la prórroga para llegar a un acuerdo en materia fronteriza que evite un nuevo cierre de gobierno, Trump citó los cruces de inmigrantes como “crisis nacional urgente”, lo que dejó poca duda a que su amenaza de declarar emergencia nacional para construir su prometido muro será una realidad en el futuro cercano.

“Dicho de forma sencilla: los muros funcionan y los muros salvan vidas”, dijo el mandatario. Su intención inequívoca unilateral la intentó maquillar con una petición de colaboración: “Así que trabajemos juntos, pongámonos de acuerdo y lleguemos a un acuerdo que realmente haga que EU sea seguro”, añadió, apuntando a un improbable camino bipartidista.

“Cuando declaró sobre el muro, que ‘lo va a hacer construir’, dejó claro que no está interesado en ningún tipo de acuerdo en este tema”, dijo David Schultz, profesor de Ciencia Política de la Hamline University, en un comentario a EL UNIVERSAL.

Trump siguió con su llamado al bipartidismo y a la unidad —“podemos elegir entre grandeza o punto muerto, resultados o resistencia, visión o venganza, progreso increíble o destrucción sin sentido”, dijo ganándose el aplauso unánime de la Cámara—, pero rápidamente recuperó el rencor con la principal espina que tiene clavada en su presidencia: la nube de la trama rusa que le persigue. Quiso amedrentar a los demócratas asegurando que “investigaciones partidistas ridículas” podrían afectar al crecimiento económico del país. La amenaza generó una mueca en la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representes, sentada detrás del presidente.

En el discurso, Trump también se felicitó por el acuerdo comercial del T-MEC, sustituto de la “catástrofe” que era el TLCAN; condenó la “brutalidad” del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela; amenazó con disparar una carrera armamentística si no consigue un acuerdo con Rusia sobre armas nucleares y anunció que los días 27 y 28 de febrero se reunirá en Vietnam con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, en la segunda cumbre entre ambos.

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