El Departamento de Justicia de Estados Unidos llevará hasta el Tribunal Supremo su decisión de acabar con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que protege a 690 mil jóvenes indocumentados (un 80% de ellos mexicanos) de la deportación.

El equipo del fiscal general Jeff Se-ssions, además de apelar la decisión de un juez de San Francisco, tomó esta “extraña” determinación de ir directamente al Alto Tribunal para que intervenga y pueda demostrar que, tal y como defiende la administración Trump, el decreto impulsado por Barack Obama no seguía la Constitución de la Unión Americana.

“Tomamos este paso extraño de una petición de revisión directa por el Tribunal Supremo para que este tema se resuelva de forma rápida y justa para todas las partes involucradas”, dijo Sessions en un comunicado.

Hace una semana, el juez William Alsup daba un hilo de esperanza a los beneficiarios del DACA, conocidos como dreamers (soñadores) congelando parte de la intención de Donald Trump de acabar con el programa a partir del 5 de marzo, y obligando al gobierno a aceptar renovaciones de los permisos de residencia y trabajo. La actividad de aceptación de solicitudes se reanudó el pasado domingo, tal y como confirmó la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen.

La apelación supone un nuevo desafío para los dreamers, que ven cómo la justicia puede volver a ponerlos en un limbo peor que el que viven actualmente.

Mientras llega la fecha límite, el debate sigue candente en el Congreso y la Casa Blanca sobre qué hacer con los dreamers.

La propia secretaria Nielsen aseguró ante un comité del Senado que su intención es “encontrar una solución permanente” para los jóvenes. Además, en una entrevista con la CBS, Nielsen prometió que, en caso de que se rescinda el DACA, los jóvenes no serán “una prioridad” de deportación para los agentes de migración, a no ser que hayan cometido algún crimen.

Sin embargo, no parece que los republicanos tengan prisa en solucionar este tema. Mitch McConnell, su líder en el Senado, dijo que al menos hasta marzo hay tiempo para una solución legislativa para los soñadores; Nielsen añadió que el gobierno no cree que tenga la autoridad constitucional para extender el DACA por más tiempo.

Eso ha obligado a los congresistas que quieren sacar adelante las leyes para los dreamers a acelerar su trabajo y presión.

Hoy, miércoles, está previsto que un grupo bipartidista de senadores haga pública la propuesta que presentó al presidente la semana pasada y que fue rechazada de malas maneras, en un encuentro en la Casa Blanca que se hizo célebre por las declaraciones de Trump sobre “países de mierda” africanos.

Uno de sus autores, el demócrata Dick Durbin, añadió que presionará para que se vote, aunque sea para saber qué nivel de apoyo tiene la iniciativa.

Sobre el encuentro y ese plan en concreto, la Casa Blanca argumentó que el proyecto presentado por los senadores “se quedaba corto” en las aspiraciones del presidente en materia de seguridad fronteriza, algo que concuerda con la revelación que hizo Durbin.

Según explicó, Trump pidió 20 mil millones de dólares en un año para construir el muro en la frontera con México, una cifra que superaba todas las peticiones que había hecho la administración hasta ahora y que, según el senador demócrata, es “imposible” legal y físicamente.

La ley de los senadores sólo aportaba mil 600 millones para el muro, y otros mil para otros recursos de seguridad en la frontera con México.

La lucha en las calles para una solución continúa. Activistas en defensa de DACA volvieron a colapsar las oficinas del Congreso, especialmente de aquellos senadores más reacios a apoyar una ley que proteja a los dreamers.

Unas 300 personas se manifestaron y al menos cuatro fueron detenidas por los altercados.

En tanto, en un intento de terminar con la polémica por sus comentarios denigrantes sobre varios países, el presidente dijo ayer que podría aceptar migrantes “de todas partes”.

“Quiero que vengan de todas partes, de todas partes”, expresó al comienzo de una reunión con su homólogo de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, al ser cuesionado por un periodista.

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