Estados Unidos y México comparten el problema de la violencia armada. Tiroteos masivos de un lado; asesinatos perpetrados por cárteles, en gran medida con armas que vienen de proveedores estadounidenses, del otro. A decir de David Pucino, director jurídico y subdirector consejero del Giffords Law Center, la administración de Joe Biden ha avanzado en esta lucha, pero enfrenta un poderoso enemigo: el lobby de las armas.
El Giffords Law Center, parte de la Organización Giffords en Estados Unidos, enfocada en el combate a la violencia armada, ha sido uno de los aliados de México en su demanda contra armerías y comerciantes de armas en Estados Unidos. Al mismo tiempo, trabaja a nivel estatal y federal para fortalecer las leyes sobre las armas. Porque, explica Pucino, en entrevista con EL UNIVERSAL, el principal problema en el país norteamericano es que “las leyes sobre las armas son demasiado laxas”. Y la facilidad con la que se puede adquirir un arma no sólo afecta a los estadounidenses, sino a toda América Latina, México incluido.
Pucino teme que los avances logrados en el gobierno de Biden se vengan abajo con Trump, a quien describe como “una herramienta de la industria de las armas”.
México y Estados Unidos comparten el problema de la violencia armada. En Estados Unidos, a pesar de los tiroteos masivos, sigue siendo muy fácil comprar armas, y parece misión imposible luchar contra el lobby de las armas. En México, tenemos el problema de la violencia de los cárteles, que usan armas que vienen de Estados Unidos. Desde su perspectiva, ¿hay suficiente voluntad para combatir el problema de las armas en ambos países?
R. La misión de nuestra organización es combatir la violencia armada, y es una misión difícil y enfrentamos muchos obstáculos, la mayoría provenientes de la industria de las armas en Estados Unidos, que se resiste a cualquier tipo de intervención para resolver el problema.
Nuestras leyes sobre las armas son demasiado laxas a nivel federal, lo que vuelve muy fácil la venta y tráfico de armas.
Dicho eso, particularmente en la administración de Joe Biden hemos visto que se han tomado muchos pasos para atender este problema.
En particular, hemos visto cierto avance legislativo sobre el tema. En 2022 se aprobó la ley bipartidista Comunidades Seguras, así que creo que hay algunas razones para asumir que este asunto está siendo atendido en Estados Unidos. El otro acontecimiento importante es la demanda presentada por el gobierno mexicano contra los fabricantes de armas y vendedores que son parcialmente responsables de proporcionar para ser traficadas a México.
¿Qué si hay suficiente voluntad? No. Este es un problema para cuya solución podemos hacerlo mucho mejor. Pero hay gente que está trabajando en ello, y parte de esa gente está en la Casa Blanca.
¿Hay posibilidades de que esta demanda interpuesta por México tenga éxito? ¿Qué significa que por primera vez el gobierno de Estados Unidos esté asumiendo que tiene una responsabilidad en el tráfico de armas que terminan en manos del crimen?
R. Son dos litigios, uno en Massachusetts, contra fabricantes de armas y distribuidores, y el otro en Arizona, contra algunos comerciantes de armas en específico. Y no hay que tomar mi palabra, sino que dos cortes en Estados Unidos, una en cada caso, han determinado que las demandas pueden seguir avanzando. Las dos determinaron que los argumentos de México son válidos y procesables.
Así que México tendrá la oportunidad de seguir exponiendo sus argumentos y solicitar la información que necesitan [a la parte acusada] para demostrar sus acusaciones sobre el papel que juegan las armerías y vendedores en el tráfico de armas que terminan en México.
¿Se puede lograr que los legisladores hagan más para endurecer las leyes sobre las armas, considerando que quedan pocos meses a la administración Biden?
R. Sí. Me gustaría resaltar el trabajo a nivel estatal. La mayoría de las personas se centran en el nivel federal, pero a nivel estatal están pasando muchas cosas en el tema de la violencia armada. Algunos estados lo están haciendo mucho mejor que otros. Como California. En cambio, en Texas, las cosas están mucho peor. En California, las leyes sobre las armas se están volviendo más estrictas. En Texas, más débiles. Y sabemos que mucho del tráfico de armas a México viene de estos estados fronterizos y creo que, desafortunadamente, Texas va a ser cada vez una parte más grande del problema. Así que hemos visto avances a nivel estatal. El problema es que estos avances no son uniformes.
A nivel federal quiero subrayar dos cosas. La primera es la ley bipartidista Comunidades Seguras, que soluciona muchos de los problemas que existían con las leyes de armas. Amplía por ejemplo el concepto de tráfico de armas y lo considera ilegal. Ya lo era, pero ahora se convierte en algo que puede ser específicamente perseguido bajo la ley de armas.
En Estados Unidos tenemos un gran problema. Si un traficante de armas quiere adquirirlas, va con un vendedor porque así evita tener que pasar la revisión de antecedentes. Entonces recurre a un vendedor con historial limpio. Pero la ley Comunidades Seguras penaliza también a quien compra un arma para alguien que tiene prohibido adquirirlas. La información va al gobierno federal. Si el arma es recuperada en conexión a un crimen, se puede rastrear al vendedor minorista.
Al usar esta ley, el gobierno está priorizando la lucha contra el tráfico de armas. La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) ha priorizado, bajo la administración Biden, ir tras los traficantes de armas, pero también contra los vendedores minoristas de armas que proveen esas armas.
Por mucho tiempo, esos proveedores hicieron de la vista gorda, porque estaban ganando dinero vendiendo armas a los traficantes. La administración Biden ha priorizado ir tras esos vendedores, más inspecciones y, cuando se detecta que han incurrido en delito, se imponen castigos. Necesitamos más, pero se han dado pasos importantes.
¿Cuál considera el mayor logro de la Organización Giffords?
R. Somos una organización que usa todas las herramientas disponibles para luchar contra la violencia armada. Trabajamos en políticas a nivel estatal y federal para atender la violencia armada y reducirla. Estuvimos muy involucrados en la ley Comunidades Seguras, en trabajar para que fuera aprobada. También trabajamos a nivel estatal para que se aprueben leyes más estrictas sobre el tema de las armas. California es un ejemplo.
La organización presentó un recurso amicus curiae en apoyo a México, para poder proporcionar información a la corte sobre el impacto que el caso puede tener. Lo hicimos en apoyo de la demanda presentada por el gobierno de México contra la industria de las armas. Parte de nuestro trabajo es apoyar esas importantes demandas.
Hay otro tema que quiero resaltar. En los últimos años, los traficantes de armas han recurrido a una opción distinta a la de los vendedores minoristas: las armas fantasma, que no son rastreables. Se venden de forma incompleta, así no tienen el número de serie que sí tienen las otras armas, y no pueden ser rastreadas. Una creciente cantidad de armas de este tipo producidas en Estados Unidos terminan en Latinoamérica.
Nuestra organización está trabajando para resolver este problema, ayudando a que se aprueben leyes a nivel estatal para que estas armas también sean consideradas como tales. Representamos por ejemplo al estado de Philadelphia, California, contra compañías que han inundado las calles con este tipo de productos.
Luchamos para que la ley incluya este tipo de productos y que sean regularizados como las armas que son y queden incluidas en la ley federal de armas. Es algo que se logró en la administración Biden.
El punto que quiero resaltar es que el problema de la violencia armada se origina porque nuestras leyes son débiles en Estados Unidos, pero el daño no se queda en Estados Unidos, como ustedes saben bien. El mundo entero, y Latinoamérica en particular, sufre por la violencia armada por esas leyes débiles en Estados Unidos. Es algo que el Movimiento para la Prevención de la Violencia Armada en Estados Unidos reconoce, pero desafortunadamente no es algo que el público estadounidense reconozca lo suficiente. Así que parte de nuestro trabajo también es educar al público sobre las consecuencias de nuestras débiles leyes sobre las armas.
¿Cómo trabaja la organización con la gente para que comprenda las consecuencias de estas leyes que facilitan el tráfico de armas?
R. En Estados Unidos hay una cultura de la propiedad de las armas. Hay gente orgullosa de poseer armas, para autodefensa, para la caza, para seguir una tradición de generaciones. Y nosotros apoyamos eso. De hecho Gaby Giffords, quien dirige la organización y es fundadora, es dueña de armas. Puedes tener armas y al mismo tiempo querer leyes más estrictas. La mayoría de los dueños de armas se oponen al uso ilegal de armas. No les gusta la violencia armada. Quieren que pare.
Pero la industria de las armas tiene mucha influencia en nuestro sistema político y es por eso que las demandas de la mayoría se ven frustradas, bloqueadas. Y es porque hay ganancias de por medio. Hacen mucho dinero vendiendo armas.
En noviembre hay elecciones presidenciales en Estados Unidos y existe la posibilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca. ¿Qué significaría eso para la lucha contra la violencia armada, considerando su oposición a leyes más estrictas?
R. La administración Biden ha sido tan fuerte en su postura contra la violencia armada, y me temo que todos esos avances podría perderse con otra administración Trump. Con la administración Biden vimos avances en el uso de las herramientas federales para detener el tráfico de armas. No vimos nada de eso en la primera administración Trump. Más bien lo contrario. Vimos una Casa Blanca capturada por la industria de las armas. Trump es una herramienta de la industria de las armas.
Las políticas que aprobó Trump permitieron un incremento sin precedentes de la violencia armada. Lo experimentamos en 2020. Y a la administración Biden le ha costado mucho trabajo y tiempo reducir esa violencia. Estamos viendo que la violencia armada se está reduciendo en Estados Unidos. Y hay muchos factores implicados, pero en parte es por las políticas más estrictas de la administración Biden. Así que es una elección muy importante en términos de la cuestión de la violencia armada.
¿Cómo pueden mejorar las leyes para reducir la violencia armada?
R. Creo que hay mucho trabajo por hacer, pero también hay muchos avances. Existe mucha oposición de parte de la industria armada a políticas más estrictas. Es algo contra lo que tenemos que luchar pero hemos tenido algunos éxitos.
Necesitamos revisiones de historial universales. Actualmente, si tú vas a una tienda de armas, te someterán a una revisión para ver si puedes adquirir un arma. Pero si sales y se la vendes a alguien, no hay tal revisión. Un informe de la ATF revela que una creciente proporción de las armas traficadas vienen de ese tipo de transacciones no sometidas a revisión, no realizadas con los vendedores registrados. Eso es un problema.
¿Y cómo puede mejorar la cooperación entre México y Estados Unidos en este tema?
R. Es algo en lo que la administración Biden está trabajando activamente. Han convertido en una de sus prioridades la colaboración con México y el sistema de justicia y el Departamento de Estado han estado trabajando para expandir el sistema de rastreo en México. México ha sido un socio en esto y Estados Unidos busca ampliar el acceso para proporcionar entrenamiento en el uso de herramientas forenses. Estamos usando más herramientas para detener las redes de tráfico. También ha habido colaboración en el frente antinarcóticos, no solo para poner fin al tráfico de drogas, sino de armas, porque sabemos que el patrón que ocurre es que las armas vienen de Estados Unidos, van a los carteles, los carteles producen droga que va a Estados Unidos. Es el ciclo: armas hacia el sur, drogas hacia el norte. Y es el ciclo que queremos parar.
¿Hay suficiente confianza entre México y Estados Unidos, entre los gobiernos y las autoridades para este tipo de cooperación?
R. No soy experto en relaciones internacionales, pero creo que la confianza entre los países para este tipo de cooperación es absolutamente esencial. Y creo que la administración Biden ha trabajado al otro lado de la frontera para tratar de solucionar este problema y poner a disposición todas las herramientas que tenemos para resolverlo.
Si Trump regresa a la Casa Blanca, ¿cómo afectaría a esta confianza?
R. Si yo fuera un líder internacional, no confiaría en que la Casa Blanca de Trump mantenga este trabajo porque nunca lo ha hecho. Ha estado muy dispuesto a decir una cosa un día y otra al otro día si la industria de las armas se lo pide. Y eso es un problema si quieres generar confianza y detener la violencia armada.