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La segunda ola del coronavirus está mostrando una vez más lo grave que es la falta de profesionales de enfermería en Alemania. Las unidades de cuidados intensivos, sin cuerpo médico suficiente que las atienda, están al límite. Los hospitales, desesperados, intentan encontrar personal en Iberoamérica, los Balcanes y Asia. Un negocio lucrativo para los intermediarios, algunos de los cuales hacen negocio a cualquier precio. Un precio que pagan las enfermeras y enfermeros.
Johanna Salinas trabajó sin descanso durante un año y medio para alcanzar un sueño que se malograría tras apenas unas semanas en Alemania: construir una nueva vida para ella y su familia como enfermera emigrada. La cuidadora había abandonado su trabajo en un hospital de su ciudad natal en el sur de Colombia para dedicarse en cuerpo y alma al aprendizaje del alemán. Incluso solicitó un préstamo para poder pagar las tasas de los exámenes. Prepara a sus hijos para una nueva vida.
A comienzos de 2020 todo está listo. Johanna Salinas viaja a Alemania y comienza a trabajar en una clínica de Hamburgo.
Apenas un mes después, el sueño se acaba: Salinas decide regresar a Colombia.
“Ya desde el principio noté la falta de experiencia de la empresa , pero decidí darle todo el beneficio de la duda”, dice Johanna Salinas, este no es su nombre verdadero, en conversación con CORRECTIV. “Tuve que vivir en carne propia su inexperiencia al enfrentarse a los diferentes entes gubernamentales y su burocracia. No tenían la más mínima idea de qué hacer”.
Ya a los pocos días de llegar a Alemania empezó a desesperarse. Su alemán, al que tan arduamente se había dedicado, no le basta para trabajar. Eso irrita a menudo a sus nuevos compañeros. La validez de su visado es limitada, pero tanto sus jefes en el hospital como la empresa que la llevó a Europa la dejan sola con la burocracia. “La clínica no me apoyó en nada ”, dice Salinas. Por si fuera poco, los bancos se niegan a abrirle una cuenta, y en uno de ellos le llegan a decir que, como colombiana, podría ser narcotraficante o guerrillera.
Este reportaje es parte de la entrega llamada Nurses for Sale (Enfermeras a la Venta) , una investigación coordinada por la organización periodística alemana sin ánimo de lucro CORRECTIV . Medios de cinco países en Europa e Hispanoamérica han investigado el reclutamiento de enfermeras extranjeras para hospitales y clínicas alemanas
Sin cuenta corriente, el hospital no le puede pagar. Durante su última semana en Alemania, tiene que sobrevivir con 10 euros . Es entonces cuando llama a su antiguo jefe en Colombia, le pregunta si podría recuperar su puesto y compra un billete de vuelta a casa.
La pandemia del coronavirus ha puesto una vez más en el punto de mira un problema ya antes perentorio: Alemania tiene muy pocos profesionales de enfermería .
Las consecuencias de esta situación de emergencia son alarmantes: la escasez de personal y las constantes horas extras hacen peligrar no solo la atención a los pacientes, sino que también acaban por expulsar a las enfermeras de la profesión. Varios estudios han demostrado que en los servicios con menos personal aumenta la tasa de mortalidad. Un caso extremo llenó portadas a comienzos de este año en Alemania: la planta de oncología infantil del hospital berlinés Charité rechazó presuntamente a un paciente con leucemia por la falta de personal. Según las informaciones publicadas entonces, el niño falleció poco después.
En 2018, 1,7 millones de profesionales de enfermería trabajaban en los hospitales y clínicas alemanas. Pero esta cifra es claramente insuficiente. La escasez no hace más que aumentar: según una proyección del Instituto Federal para la Formación Profesional, en el año 2035 se necesitarán 270.000 profesionales sanitarios en todo el país.
Antes de la pandemia, los hospitales ya buscaban desesperadamente el personal que no encuentran en Alemania. En algunas zonas, el sistema sanitario depende ya del personal extranjero.
Hasta 15.000 euros llegan a pagar las clínicas a los intermediarios, que se lanzan a la caza de profesionales bien formados por todo el mundo. Pero la promesa de una nueva vida está vinculada a condiciones cuestionables. Las enfermeras y enfermeros solo se dan cuenta de ello cuando intentan cambiar de empleador. Es entonces cuando se les obliga a devolver los costes de su reclutamiento: su estancia en Alemania comienza así con una deuda que deben liquidar.
Ilustración: JANOSH KUNZE
El riesgo financiero lo asumen los profesionales , no los hospitales o los intermediarios, para quienes es el negocio perfecto. Un negocio que también conduce a abusos. Nuestra investigación muestra que hay clínicas y agencias de selección que trabajan con contratos abusivos a costa del personal sanitario. La política apenas hace nada para impedir estas prácticas deshonestas.
Ya es bastante complicado encontrar profesionales de enfermería . En los Balcanes y en el sur de Europa ya no hay casi personal disponible. Por eso los hospitales buscan en países cada vez más lejanos, en Iberoamérica y en Asia. CORRECTIV ha investigado con medios hispanoamericanos, de Serbia y de España, así como con medios locales alemanes, hasta qué punto este negocio puede llegar a ser brutal para sus víctimas.
“En mi opinión, esto casi roza el tráfico de personas , cómo se aprovecha la necesidad ajena para hacer negocio con ello”, dice Isabell Halletz, portavoz del Colectivo Federal para el Personal de Enfermería Extranjero.
El intermediario que llevó a Johanna Salinas desde Colombia a Alemania por un corto periodo de tiempo es uno más de los actores en este salvaje mercado. La compañía, fundada en 2018 por un empresario de origen serbio, según las investigaciones llevadas a cabo por CORRECTIV, él mismo llegó a Alemania hace unos años como enfermero y trabajó en un hospital de Hamburgo, de acuerdo a su perfil en la plataforma Xing.
Probablemente comprobó lo acuciante que es la necesidad de personal y cuánto están dispuestas a pagar las clínicas por los profesionales extranjeros. También la emigración es considerable: solo en los últimos ocho años, casi 60.000 enfermeros y enfermeras han solicitado la homologación de su titulación, para poder trabajar en Alemania. El empresario serbio fundó una empresa de intermediación con sede en un edificio de oficinas de Hamburgo y una escuela de idiomas en Colombia.
En Instagram y en Youtube, el joven, de 28 años, se presenta como un joven emprendedor con oficina en el Jungfernstieg, una de las mejores zonas de Hamburgo. En sus vídeos, enfermeras y enfermeros colombianos se sientan en un bar del puerto de la ciudad alemana y cuentan lo bien que les va todo. El joven sube secuencias con eslóganes coloridos de sus viajes a distintas localidades colombianas y de las conversaciones entre dos representantes de una clínica alemana y varios candidatos a trabajar con ellas. Todo ello acompañado por música festiva, como si la migración laboral fuera una fiesta, con el empresario serbio como animador.
Johanna Salinas no era parte de la fiesta. “Tú has fracasado, no el proyecto” , asegura que le dijo el emprendedor cuando le anunció que quería volver a Colombia.
“Los acompañamos todo el tiempo“
En una conversación con CORRECTIV, el intermediario dice que solo dos enfermeros colombianos, entre ellos Salinas, quedaron descontentos. Según él, ninguno de los dos tuvo la paciencia necesaria para dar los primeros pasos en Alemania. Por ejemplo, para el reconocimiento de su titulación o la apertura de una cuenta bancaria. El empresario afirma que su compañía tuvo que asumir los costes derivados de la marcha de estos enfermeros de vuelta a Colombia.
El emprendedor cuenta en la entrevista cómo él mismo se sintió abandonado cuando llegó a Alemania a trabajar como enfermero. De ahí, dice, nace la idea de crear su empresa. Esa fue su motivación, según explica, y por eso asegura que se ocupa de los intereses de los profesionales a los que él recluta: “Los acompañamos todo el tiempo. Tengo gente a la que acompaño desde hace cuatro años”.
En Colombia, en la escuela de idiomas del empresario de origen serbio, abierta poco tiempo antes de que ella comenzara sus clases, Johanna Salinas se llevó una impresión bien distinta. Le dieron fotocopias de los libros de texto que, además, asegura, tuvo que pagar ella misma. Los profesores, según ella, no tenían titulación.
En Alemania es muy normal que algunos se enojen porque el personal de enfermería extranjero no habla bien el idioma - el caso de Johanna Salinas muestra que esto no siempre es culpa suya.
Un excolaborador de la escuela de idiomas lo confirma: “Los profesores no tenían formación académica como tales, porque el dueño no quería pagar lo que un profesor titulado pedía. Sólo un tercio”, explica a CORRECTIV. “Todo había que hacerlo deprisa”.
De hecho, los estudiantes se comprometían por escrito a lograr en tan solo seis meses un nivel B2 de alemán, según la clasificación del Marco Europeo de Referencia de las Lenguas. Algo casi imposible.
Sola en el hospital
El empresario serbio confirma que en la fase inicial de la escuela una parte de los profesores no tenía titulación. Sin embargo, asegura que el centro ha seguido creciendo y que ahora ya no es así. El intermediario cuenta que él mismo se ha formado entretanto como examinador de idiomas para poder garantizar la calidad de la formación. Desde esos comienzos complicados, la agencia ha reclutado a más de 200 personas, todas ellas contentas, afirma. “Les va muy bien aquí”.
Johanna Salinas asegura que el hospital de Hamburgo no se ocupó de ella suficientemente. La enfermera solo había superado parcialmente el nivel B1, que únicamente basta para hacer la compra o pedir en un restaurante. En su primer día en la clínica Salinas tuvo que firmar contratos que apenas entendía. El emprendedor serbio lo rebate diciendo que el curso que hizo Salinas basta para obtener el nivel B2. “Me dieron una carpeta con documentación sobre el servicio, las operaciones, los turnos, y me dieron una vuelta por el departamento. Eso fue todo”, cuenta la enfermera colombiana. “Esperaban que me pusiera a trabajar dos horas después de haber llegado al puesto”.
Ilustración: JANOSH KUNZE
Tras el primer día, las cosas no mejoraron. Salinas dice que se sintió impotente, porque no podía comunicarse con sus colegas ni con los pacientes. “La temática de los compañeros de trabajo siempre era la misma: que no nos podíamos comunicar, y que eso era gravísimo”, explica hoy sobre su experiencia en la clínica de Hamburgo.
En Colombia, Johanna tenía a sus espaldas casi dos décadas de trabajo . En Alemania intentaba desesperadamente, debido a sus limitados conocimientos del idioma, reconocer los procesos de trabajo a los que estaba acostumbrada para poder hacer lo correcto.
Salinas dejó atrás su vida en Colombia para poder dar a su familia un futuro mejor. En Alemania se sintió a la deriva, una expresión que repite varias veces en su conversación con CORRECTIV.
“Quería contar mi historia para que otras personas no tengan que pasar por lo mismo”, resume Salinas.
El obstáculo del alemán
El personal de enfermería que emigra a Alemania necesita obtener el nivel de idioma B2 para poder obtener la homologación de su titulación. Con el nivel B1 pueden trabajar únicamente como auxiliares. Sin embargo, para integrarse en el trabajo hospitalario y poder comunicarse correctamente con compañeros y pacientes, es necesario un nivel más alto.
“El B2 es muy escaso”, dice Andrea Schmidt-Rumposch, responsable de enfermería de la Clínica Universitaria de Essen. “Llegan aquí con un B2, pero el mínimo de hecho es un C1”, asegura. Como comparación: el nivel C1 es el requerido para estudiar en una universidad alemana.
La Clínica Universitaria de Essen contrata desde 2019 personal de enfermería en el extranjero, en Serbia o en Filipinas. Desde que Schmidt-Rumposch ocupa su puesto, los profesionales reclutados reciben formación lingüística interprofesional que reproduce situaciones con los pacientes. La clínica ha creado dos puestos de trabajo solo para ayudar con la integración del personal extranjeros - por ejemplo, con los trámites burocráticos - y para gestionar el contacto con los candidatos y las empresas de intermediación.
Las solicitudes de homologación de titulaciones de países de fuera de la UE se han disparado en años recientes. En 2012 lo hicieron menos de 500 profesionales, en 2019 fueron alrededor de 12.000 - y la demanda no hace más que subir. Con ella florece también el negocio de la intermediación. Si tomamos un precio de 10.000 euros por persona, el mercado supondría unos 120 millones de euros al año, con una gran perspectiva de crecimiento en los próximos años. Incluso durante la pandemia, el negocio ha seguido adelante. Una agencia, por ejemplo, llevó a Alemania a una enfermera colombiana en junio, cuando apenas había viajes internacionales, mediante un vuelo humanitario.
Gente de negocios poco seria
En el mercado trabajan también muchas empresas serias, que acompañan a los profesionales sanitarios hasta que logran la homologación de su titulación. “Las exigencias de las autoridades son tan complejas, que las enfermeras y enfermeros no están en disposición de establecerse en Alemania sin la ayuda de las agencias de intermediación o de los empleadores”, explica Lukas Slotala, que cuenta con experiencia como especialista en enfermería en el gobierno municipal de Darmstadt.
No obstante, el boom actual atrae también a empresarios poco serios, que hacen falsas promesas y, sobre todo, embaucan a empleadores impacientes en lo relacionado con el aprendizaje de la lengua, como si pudieran eludir la regla más importante a la hora de estudiar un idioma: se necesita tiempo.
“Un reclutador me dijo una vez en mi despacho que era capaz de conseguir que una persona sin conocimientos previos de alemán llegase al nivel B2 en una semana”, cuenta Slotala. “Por desgracia, hay muchos hospitales y enfermeros que se lo creen”.
El punto clave
Los engaños en el aprendizaje de la lengua son, con todo, la parte más inofensiva de un negocio apenas regulado. El problema de la captación de personal de enfermería en el extranjero es que los costes de los cursos del idioma, el viaje a Alemania, los procesos de homologación y la comisión del intermediario alcanzan normalmente las cinco cifras por cada enfermero o enfermera. Los hospitales temen que la inversión no les compense, porque los empleados extranjeros puedan irse tras solo unos meses, y volverse a su país o cambiar de trabajo. Muchas clínicas y también muchas empresas de intermediación traspasan ese riesgo al personal de enfermería: se les obliga a firmar contratos abusivos por los que asumen esos costes en caso de no permanecer con su empleador inicial.
CORRECTIV
ha tenido acceso a documentos que prueban varios ejemplos. En muchos casos la cifra ronda los 15.000 euros, que parece ser el coste aproximado actual de contratar a una enfermera fuera de Alemania. En al menos un caso, una clínica quiso cobrarle a una cuidadora de origen asiático que deseaba cambiar de empleo, además de los costes por las clases de alemán y los viajes, la parte proporcional del salario de una compañera que tuvo que dedicar parte de su jornada a enseñarle cómo funcionaba todo. “Horas de introducción práctica” lo llamó el hospital.
En casos extremos, las clínicas obligan al personal contratado en el extranjero a permanecer con ellos hasta cinco años, como demuestran los contratos que obran en poder de CORRECTIV . Si quisieran dejar su puesto antes, tendrían que pagar también en este caso la parte proporcional de 15.000 euros. Una cláusula de los contratos llega a establecer que la persona seleccionada no puede estar de baja por enfermedad más de 15 días durante el curso de alemán que recibe antes de incorporarse al puesto. Si no cumple esa condición, el contrato pierde su validez, a pesar de que, en este caso, los profesionales ya habían dejado atrás su vida en su país de origen. Y es que algunos intermediarios enrolan a enfermeras en Hispanoamérica y las envían después a un curso de alemán en los Balcanes, donde los costes son más bajos.
Un mercado opaco
Se desconoce cuántas empresas se dedican a buscar personal de enfermería para los hospitales alemanes. “No podemos estimar cuántas compañías andan rondando por ahí”, dice Isabell Halletz, del Colectivo Federal para el Personal de Enfermería Extranjero.
“Hay algunas personas que emigran a título personal o que conocen a alguien en un país de fuera de la Unión Europea y que ejercen de intermediarios, y eso lo hace aún más opaco”, asegura Halletz.
En un segundo caso investigado por CORRECTIV y sus socios, también un pequeño empresario intentó ganar dinero rápido con el floreciente mercado de la intermediación. Y también en este caso se traspasó el riesgo financiero completamente al personal foráneo.
Las Clínicas Nordoberpfalz, propiedad de la ciudad de Weiden, así como de otros dos municipios, emplean a 3.000 personas. El complejo hospitalario cuenta con una escuela de enfermería. Como en el caso de muchos otros centros, tampoco en este caso basta eso para cubrir las necesidades de personal. Las Clínicas Nordoberpfalz contratan profesionales sanitarios en el extranjero y trabajan con un intermediario, que en ocasiones firma contratos cuestionables.
Destino: Banja Luka
A comienzos de este año, un grupo de enfermeros mexicanos comenzó a trabajar en uno de los centros del complejo hospitalario en Baviera. Pero, en su camino hacia una nueva vida en Alemania, debieron dar un curioso rodeo, según las investigaciones llevadas a cabo por CORRECTIV: el curso de alemán que la empresa QI Consult, con sede en Dortmund, había concertado tuvo lugar en Bosnia Herzegovina.
Así que, en lugar de poder practicar directamente el vocabulario estudiado durante las clases en un supermercado alemán, los enfermeros acabaron aprendiendo algo de bosnio durante los seis meses que pasaron en Banja Luka. La ciudad balcánica intenta establecerse como un centro de formación para personal sanitario con destino en Alemania.
Abogadas laboralistas consultadas por CORRECTIV consideran que los contratos que QI Consult firmó con los enfermeros de las Clínicas Nordoberpfalz son en parte ilegítimos. Y es que los profesionales sanitarios se comprometían por ejemplo a reembolsar a las clínicas los costes de su contratación - 15.000 euros, entre otras cosas, por la comisión del intermediario y el coste del curso de alemán -, si no permanecían con su empleador por un periodo de cinco años.
La abogada Ilka Schmitt, especialista en derecho laboral de un bufete berlinés, considera esa cláusula como inválida. La jurisprudencia actual del Tribunal Federal de Trabajo autorizaría en un caso como este un máximo de tres años. “Una cláusula de reembolso debe ser transparente y no debe perjudicar al empleado de manera impropia”.
También Christiane Brors, profesora de derecho civil y laboral en la Universidad de Oldenburg, lo ve de manera parecida. Y va incluso más allá: “Eso es una forma moderna de esclavizar a través de la deuda. ¿Cómo va a devolver esa cantidad un empleado que quizás no gana mucho más que el salario mínimo?”.
Los profesionales sanitarios que han abandonado su país quedan de ese modo encadenados a un empleador por cinco años.
¿Otro caso aislado?
Las Clínicas Nordoberpfalz responden que, a su juicio, no hay ninguna obligación de reembolso para las enfermeras extranjeras. Consideran la cláusula de los cinco años como no admisible desde el punto de vista del derecho laboral. Sin embargo, en un contrato de trabajo de las clínicas que CORRECTIV ha podido ver, aparece una cláusula que descarta una renuncia ordinaria al puesto al menos durante los cinco primeros años.
Un representante de QI Consult explica en una entrevista con CORRECTIV que la compañía solo usó esa cláusula al principio y en muy pocas ocasiones, y que desde entonces ya no la emplean. Según la empresa, ese tipo de condiciones dependen también de los intereses del empleador. Entretanto, dice QI Consult, ya se ha aceptado que el personal extranjero no debe soportar los costes ni de la intermediación ni de su propia integración en el nuevo puesto de trabajo.
La empresa dice ceñirse ahora a estas condiciones y asegura que también acompaña a los profesionales tras su llegada a Alemania. “También nos ocupamos de los participantes en el programa una vez que han asumido sus tareas y les ayudamos con los visados para su familia y otros temas, que contribuyen a su adaptación al país”, dice QI Consult. La empresa explica que el curso de alemán en Banja Luka fue parte de un programa piloto, porque los costes de un programa similar en Alemania eran muy altos. En el futuro, dicen, los cursos se impartirán fundamentalmente en los países de origen de los enfermeros y enfermeras.
¿Es el Estado la solución?
En la contratación internacional de profesionales existe otro método que no implica ni empresas de intermediación ni contratos abusivos: la contratación a través del Estado. Desde 2013, la Agencia Federal de Empleo y la Sociedad para el Trabajo Conjunto Internacional (GIZ por sus siglas en alemán) reclutan personal sanitario para Alemania en varios países, entre ellos Vietnam, Filipinas, Túnez, Bosnia Herzegovina y Serbia. El proyecto se llama “Triple Win” (triple ganancia en inglés), porque, supuestamente, las tres partes implicadas ganan: el sistema de salud alemán, las enfermeras y enfermeros, que encuentran trabajo en Alemania; y los países de origen, que aligeran sus tasas de desempleo.
Sin embargo, el programa estatal no puede cubrir la demanda ni de lejos. Hasta noviembre de 2020, viajaron a Alemania alrededor de 2.600 enfermeros y enfermeras con Triple Win.
Eso no es ni siquiera el 10% de las personas que los últimos años han presentado una solicitud para la homologación de su titulación obtenida en el extranjero.
Mientras que las empresas de intermediación serias, en función de sus acuerdos con los hospitales, se ocupan de la integración del personal foráneo, el programa estatal termina cuando los profesionales llegan a Alemania.
“Hemos oído muchas veces cómo las empresas nos dicen: “Con Triple Win, una y no más”, cuenta Isabell Halletz.
“Eso se debe, sobre todo, a que parte de los candidatos no están correctamente preparados en relación al idioma y a que falla todavía el acompañamiento para la integración. Tampoco hay interlocutores, una vez que el personal ya está en Alemania”.
El lado positivo de Triple Win es, según los hospitales que dan empleo al personal extranjero, que, gracias a su carácter estatal, el programa abre muchas puertas en otros países y ayuda a resolver el papeleo. Además del idioma, el mayor obstáculo para el personal extranjero es la homologación de sus títulos universitarios para poder trabajar en Alemania. Hay muchas instancias implicadas y el proceso puede alargarse hasta dos años, aunque legalmente no debería superar los cuatro meses.
Precisamente para agilizar esos procesos, el Ministerio Federal de Sanidad, con Jens Spahn al frente, y el estado federal de Sarre crearon en octubre de 2019 la DeFa, la Agencia Alemana de Personal para las Profesiones Sanitarias y de Cuidados. La idea era recortar los plazos de homologación hasta los seis meses.
Ese mismo mes, el ministro Spahn viajó a México con gran despliegue mediático y se entrevistó allí con enfermeros mexicanos y con representantes del gobierno del país. Sin embargo, el sector no entendió entonces por qué Spahn se dio publicidad a sí mismo en México por medio de su recién creada DeFa, cuando la Agencia Federal de Empleo ya tenía en marcha un proyecto en México desde marzo de 2018.
“Eso confundió mucho a los propietarios de las clínicas y hospitales”, dice Halletz. “El único objetivo era que la DeFa apoyara con los trámites burocráticos y asumiera un proceso que ya estaba establecido en la Ley alemana de Inmigración del Personal Cualificado. Se creó una estructura duplicada, que se podía haber aprovechado mejor en otro sitio”.
El Ministerio Federal de Sanidad respondió a preguntas de CORRECTIV que la DeFa no selecciona directamente, sino simplemente ayuda con la homologación de títulos obtenidos en el extranjero y con la burocracia relacionada con ella. Por tanto, dice el ministerio de Spahn, no se trata de una estructura paralela a la de la Agencia Federal de Empleo.
La DeFa, según un portavoz del Ministerio de Sanidad, ha cerrado hasta ahora acuerdos para el apoyo en 1.600 procesos de homologación. “Debido a las restricciones por la pandemia, alrededor de 250 de esos profesionales se encuentran actualmente en la fase de reclutamiento por parte de los clientes, y unos 200 están ya en el proceso de recogida de documentación”, aseguró el portavoz ministerial. En total, la DeFa ha concluido hasta ahora 28 procesos de homologación, según el mismo portavoz.
“No habría venido“
Anabel Flórez llegó a Alemania en 2018. Antes trabajó en su Colombia natal como enfermera en un hospital. De las seis personas que participaban en el curso de alemán organizado por la empresa de reclutamiento en Bogotá, solo ella y otra compañera viajaron finalmente al país. La agencia de intermediación le había prometido un trabajo en un hospital. Finalmente, terminó trabajando como auxiliar de enfermería en una residencia de ancianos en Hardheim, un pueblecito del sur de Alemania. La empresa que la llevó a Alemania no fue sincera, dice.
“Los dueños de la residencia fueron encantadores, pero para mí era muy frustrante retroceder profesionalmente de esa manera. Después de tres meses, me fui”.
No obstante, Flórez no se pudo ir tan fácilmente. Los propietarios entendían su deseo de cambiar de empleo, pero le exigieron que asumiera lo que ellos habían tenido que pagar a la agencia: 4.500 euros. “Si hubiera sabido desde el principio cómo iba a ser todo, no habría venido”, dice.
Flórez consiguió cambiar de trabajo porque encontró otra agencia de intermediación que asumió por ella los costes. Después, Flórez fue pagando la deuda a plazos con el salario de su nuevo puesto en un hospital de Frankfurt. Ahora está feliz con su empleo.
Muchas ovejas negras
La empresa TalentOrange, con sede también en Frankfurt, ha traído a Alemania desde el año 2013 a casi 1.000 profesionales de enfermería de diversos países de América Latina y Asia, pero también del sur de África.
“Hay bastantes ovejas negras”, dice Tilman Frank, de TalentOrange. “Me parece complicado que no haya ningún procedimiento y que no esté claro para la gente que está en el extranjero cómo de seria es la empresa con la que están tratando”. Por esa razón, Frank le propuso al Ministerio Federal de Sanidad la idea de un sello de calidad para las agencias de intermediación. “Eso da seguridad al personal que está fuera de Alemania”, dice.
El propio sector de los cuidados y la salud reclaman una regulación. “Cada semana me llaman unas diez agencias y son empresas donde trabajan una o dos personas”, dice Andrea Schmidt-Rumposch del Hospital Universitario de Essen. “Sería muy útil que existieran unas ciertas normas de calidad, tiene que haber otros estándares diferentes [a los actuales]”.
El Plan por los Cuidados puesto en marcha por el Ministerio Federal de Sanidad tiene como objetivo aliviar el problema de la falta de personal y precisamente uno de los grupos de trabajo de este programa pretende crear un sello de calidad para las empresas de reclutamiento. Así, “se deben garantizar la calidad del servicio, la seriedad, la transparencia y la fiabilidad tanto para los empleados como para los empleadores y las autoridades implicadas”, según reza uno de los documentos de trabajo de la iniciativa.
Formación por cuenta propia
El Ministerio Federal de Sanidad respondió a preguntas de CORRECTIV que no tiene conocimiento de los métodos que se usan en el mercado gris de la intermediación de personal sanitario extranjero. Actualmente, el Centro Alemán de Competencias para el Personal Internacional en las Profesiones Sanitarias y de Cuidados, perteneciente al estado alemán, está desarrollando una certificación para una contratación ética de profesionales de enfermería en el extranjero. Un sello de calidad, en todo caso, tendría que ser voluntario, según el gobierno, de modo que quien decida no participar no pueda ser excluido de contratos con las administraciones públicas.
Otros sectores, como los fabricantes de automóviles, ya han encontrado una solución a sus problemas de personal: forman a sus futuros empleados - personal local - en filiales, por ejemplo, en Asia y después se los llevan a Alemania. Sin embargo, en el sector sanitario, eso solo es posible para las grandes empresas.
El gigante berlinés Vivantes gestiona desde 2015 su propio proyecto de formación en Vietnam para profesionales de enfermería y geriatría. Las clínicas pequeñas, en muchos casos en zonas rurales y que no resultan tan atractivas para el personal extranjero, tendrían que agruparse para poder contratar conjuntamente.
Según una comparación publicada el pasado mes de junio, en la que colaboró Lukas Slotala, los costes de la formación profesional en enfermería y cuidados de los estudiantes alemanes son más altos que los de fichar personal en el extranjero. Incluso teniendo en cuenta los procesos de homologación de los títulos, que pueden requerir hasta dos años, la opción de contratar fuera del país dura un año menos que la formación profesional alemana. El estudio propone por ello que, al igual que ocurre con los costes de la formación profesional, el precio de contratar fuera de Alemania sea asumido por las instituciones responsables de la sanidad, es decir, los gobiernos regionales y la Seguridad Social.
De ese modo, enfermeras como Johanna Salinas o Anabel Flórez estarían a salvo de ser explotadas por intermediarios poco serios, porque el sistema social alemán asumiría los costes de traerlas al país. Sin embargo, estas soluciones no resuelven el problema de fondo: Alemania se lleva a los profesionales sanitarios de otros países que los necesitan para su propia sanidad.
Competición global
En 2010, Alemania firmó un código de conducta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por el que se compromete no solo a actuar contra las empresas de intermediación poco serias, sino también a asegurar a los profesionales extranjeros los mismos derechos que a los nacionales alemanes. Los firmantes del código se obligaban a no reclutar en países que no tengan personal sanitario suficiente para cubrir sus propias necesidades.
La lista de esos países elaborada por la OMS fue actualizada por última vez en 2006 y recoge solo 57 países, los más pobres del mundo. México, Colombia o Vietnam no aparecen en ella. La OMS revisó el año pasado los criterios para elaborar la lista, pero no la ha puesto al día. Los países miembros de la organización debatieron sobre el tema a mediados de noviembre de este año en su última reunión anual.
Países de los Balcanes como Serbia tienen que luchar ya contra el envejecimiento de su propia población, pero, al contrario que en Alemania, los jóvenes siguen emigrando. En el año 2016, México tenía sólo 2,89 enfermeras por cada 1.000 habitantes, mientras que en Alemania eran casi 13. La OMS entiende que, incluyendo a doctores y matronas, se necesitan 4,45 profesionales de la salud para poder garantizar la sanidad universal.
El programa Triple Win aseguró en respuesta a preguntas de CORRECTIV que solo recluta en países con los que hay un acuerdo oficial. „Así se evita que Triple Win enrole a personal que es necesitado en su propio país”.
Sin embargo, está claro: la pandemia del coronavirus no ha hecho más que acentuar la necesidad de profesionales sanitarios. Filipinas interrumpió en abril de 2020 el reclutamiento de personal sanitario. Serbia anunció en junio del mismo año que dejaba de participar en Triple Win.
Quizás la solución esté en casa
No en vano, muchos en el sector sanitario aseguran que la solución al problema de personal está en la propia Alemania.
“La contratación [de personal extranjero] debe ser únicamente una medida dentro de un conjunto más amplio de medidas”, dice Dietmar Erdmeier, Secretario Sindical para Sanidad de la Comisión Ejecutiva Federal del sindicato Verdi, el segundo más grande de Alemania. Erdmeier apunta a que muchos profesionales de la enfermería y los cuidados dejan sus empleos de forma prematura por el exceso de trabajo. „Veo muy menudo lo mal que está la gente ya con 50 años: músculos, huesos, problemas psíquicos, rodillas deshechas, problemas de espalda. Tiene que haber un alivio de la sobrecarga física y psíquica.“
Además de la sobrecarga, los salarios en el sector son muy bajos. Andrea Schmidt-Rumposch, del Hospital Universitario de Essen, calcula que el sueldo base para las enfermeras debería aumentar un 20% para hacer la profesión lo suficientemente atractiva y para reconocer así la responsabilidad que se asume al tratar con los pacientes y los complicados horarios laborales. También ella cree que la contratación en el extranjero solo debería ser una pieza más del puzzle. Preferiblemente, una que solo se usase de forma transitoria.
“Tenemos que conseguir condiciones de trabajo que faciliten que nuestros adultos jóvenes se decidan por la enfermería, porque es una profesión estupenda”.
Durante la pandemia se ha incrementado el reconocimiento de la sociedad hacia estos profesionales, pero eso no se ha traducido en más salario. Algo que exigen, por ejemplo, las formaciones políticas de la izquierda.
“Todos los que quieran venir a trabajar en enfermería son más que bienvenidos, pero el reclutamiento especializado es un error. Alemania debería estar en disposición de contratar, formar y conservar al personal sanitario que el país necesita de entre sus propios habitantes“, dice Pia Zimmermann, diputada nacional del partido político Die Linke y miembro de la comisión de sanidad del parlamento alemán. „Las razones por las que eso no se ha logrado hasta ahora tienen su origen en casa y se conocen desde hace más de una década”.
Johanna Salinas pudo regresar a su antiguo trabajo en Colombia. En verano recibió el pago por las pocas semanas que trabajó en Hamburgo. “Deberías estar agradecida”, cuenta que le espetó el intermediario de origen serbio.
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