El doctor Felipe Orozco Salazar

es médico general, pero se dedica a la salud mental . Sabe, de primera mano, lo que sufren las personas con condiciones mentales, porque él padece esquizofrenia y, por eso, ha terminado cinco veces en hospitales siquiátricos, donde ha sido amarrado, encadenado y tratado sin respeto alguno a su dignidad.

Aunque a Felipe se le diagnosticó esquizofrenia el 3 de mayo de 2003, después se determinó que padece de trastorno esquizoafectivo, que se caracteriza porque combina síntomas de esquizofrenia , como alucinaciones o delirio, y otros síntomas relacionados con el estado de ánimo, como depresión o manías.

Felipe sufre alucinaciones auditivas y visuales, pero hoy es atendido por un siquiatra particular que, cuenta a , es excelente. “Pero hay otros que no son así”.

Su testimonio es uno de los incluidos en el reporte de Human Rights Watch Viviendo encadenados: El uso de cadenas en personas con discapacidades sicosociales en todo el mundo.

Felipe, quien reside en Puebla, dice en entrevista con este diario que él estuvo 3 veces internado en el Fray Bernardino . Cuando llegó ahí por primera vez, tras una crisis, despertó y se encontró amarrado. Quiso hacer del baño y pidió ayuda, que no recibió. Tuvo que hacerse en el sillón.

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Pero no fue la peor experiencia. Esa vendría después, en 2018, cuando fue internado en el hospital siquiátrico Rafael Serrano Batán , en Puebla.

“Es un hospital granja”, detalla. Allí llegó tras otra crisis, y no recuerda bien cómo. Sólo que despertó para descubrir que “estaba sujeto con un candado”. Así permaneció 24 horas, sin poderse mover.

Para bañarse, relata, se desnudaban y los colocaban en una pared. “Así, desnudos, con una manguera, con agua helada, te bañaban”.

La comida se las echaba en una charola. “Comías con los pájaros”. Su terapia: lavar, doblar ropa. “Al que mejor lo hacía le daban una, dos galletas de animalito”.

Estuvo, recuerda, como mes y medio en ese lugar. Pero aunque el objetivo era que mejorara, detalla, el siquiatra vespertino llegaba al pabellón, “se iba a su consultorio y se encerraba”.

En el tiempo que estuvo allí, vivió y fue testigo de maltratos. Tras salir del hospital, regresó acompañado de su padre para hablar con el director. Quería platicar de lo que había visto, de cómo podía ayudar. “Me dijo con groserías que si seguía yo así me iba a volver a internar”.

Hoy, Felipe, de 42 años, es parte de una organización sin fines de lucro que se llama SinColectivo ( ), formado por personas que tienen experiencia en salud mental y que realiza foros y cursos relacionados con este tema tanto para padres de familia como para quienes tienen algún padecimiento.

Lo que vivió Felipe cuando fue internado le hizo ver que en México hace falta saber más sobre los padecimientos mentales. “México, nuestro México necesita cultura y conocimiento de la salud mental. Apóyanos para difundir estos temas”, dice.

La discriminación, subraya, no sólo se da en los siquiátricos, sino en todos los ámbitos. “En un brote sicótico, o cuando te abres, te etiquetan; dicen: 'te va a hacer daño, no te juntes con él'; no te aceptan como la persona que eres”.

Hace falta apoyo, información, añade. Para que las personas puedan identificar sus padecimientos y aceptarse. “Lo primero que uno debe hacer, cuando te diagnostican, es aceptar que lo tienes”. Y el apoyo de familiares, de amigos, de seres queridos, “fortalece mucho a las personas con problemas”.

Sin embargo, advierte, “falta apoyo del gobierno, apoyo económico”. Hay hospitales siquiátricos, pero hace falta “que den un buen trato, que haya una excelente capacitación de salud, que se hagan campañas para la salud mental, medicamentos, que son muy caros y a veces el gobierno no los tiene, que se difundan estos temas en las escuelas”.

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