San José.— ¡Y… acabó el calvario!
Luego de 28 meses de peregrinar en una peligrosa travesía por aire, mar y tierra de Cuba a Guyana, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, una familia cubana —el matrimonio de Niurka González, de 33 años, y Yosdani Ajete, de 30, con su hijo Justin, de cinco— logró al fin su ansiado anhelo de ingresar legalmente a Estados Unidos desde suelo mexicano.
“¡Sueño cumplido!”, gritó Niurka con júbilo. Con cinco meses de embarazo y luego de que, con su esposo y su hijo logró el 22 de marzo anterior finalmente dirigirse de Ciudad Juárez, Chihuahua, a El Paso, Texas, Niurka sació ese día al arribar a Houston un antojo de hamburguesa en McDonald’s.
“Estamos contentos y a la vez asustados”, admitió en una conversación con este corresponsal que estableció vía WhatsApp desde Houston con un número telefónico que adquirió en EU.
“De lo más contentos nos sentimos. Gracias a Dios que se acabó la odisea y eso de estarse escondiendo de los criminales que nos tenían sin dormir en México”, narró Yosdani en la plática.
Así inició la historia: Migrantes buscan llegar a EU desde Colombia
“Estamos ya bien en el país de la libertad y las oportunidades. Ahora hay que darle sentido a lo que quisimos hacer un día: salir de Cuba para darles una buena vida a nuestros hijos y que estén orgullosos de nosotros”, afirmó.
Niurka y Yosdani dijeron que huyeron de Cuba por motivos políticos, para escapar de “la dictadura comunista” que gobierna a esa nación desde 1959, y por la aguda crisis socioeconómica de la isla.
EL UNIVERSAL contactó a los tres el martes 26 de marzo de 2019 en Necoclí, un pueblo caribeño del norte de Colombia. En lancha y por tierra viajaron hacia la jungla del Tapón del Darién, que cubre una parte del occidente colombiano y un sector del oriente panameño.
Con casi mil migrantes irregulares cubanos, haitianos, asiáticos y africanos caminaron por la calurosa, espesa y pantanosa selva del Darién de Colombia a Panamá y prosiguieron solos al resto de Centroamérica y entrar a México. A partir del episodio en Necoclí, este diario comenzó a seguir las peripecias de los tres y a registrar sus relatos, en una historia con un primer final feliz. Al emigrar de Cuba, ella de 30, Yosdani de 28 y Justin de 3, viajaron en avión a Guyana (excolonia francesa al este de Venezuela) y de ahí por las restantes 10 naciones antes de llegar a EU. En el primer semestre de 2019 se mezclaron con las caravanas de migrantes irregulares centroamericanos que, sin visa como ellos tres, se intensificaron desde octubre de 2018 en un recorrido hacia EU. En una de esas fases entraron a México.
De junio de 2019 a septiembre de 2020 quedaron atrapados en Reynosa, Tamaulipas, desde la que fracasaron en su deseo de pasar a McAllen, Texas. Estando en Reynosa, EU les negó tres veces la entrada y en una ocasión penetraron ilegalmente y una patrulla los detectó y devolvió a México. Bajo amenazas de muerte de matones mexicanos, huyeron de Reynosa y se ocultaron en algún sitio del lado de México, en los límites con EU. Por seguridad, este periódico eludió saber dónde se escondieron. La familia reveló este año que se instaló en Ciudad Juárez.
Cuando quedaron atrapados : Familia cubana, varada desde junio en Reynosa
¡Entraron!
Al filo de las 13:00 horas del lunes anterior (tiempo del centro de México), y superadas las pruebas de coronavirus, revisión de documentos migratorios, entrevistas, huellas dactilares y demás requisitos, entraron a EU con apoyo de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), asociada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Tras abandonar el puesto fronterizo y llegar a EU, se encontraron y abrazaron con unas amistades mexicanas que conocieron en México por su trabajo y que, tensos, les aguardaron: ella labora en manicura y pedicura, y él es barbero.
“Aquello fue un show. Muy lindo”, rememoró Niurka.
Ya en esos instantes esta mujer que espera dar a luz en julio próximo creyó vivir una mentira y, en su emoción contagiosa y su alegría sin límites, entre las primeras cosas que pidió fue satisfacer un gusto personal. “Quiero saber qué es una McDonald’s”, contó a sus anfitriones que, presurosos, trasladaron a los tres a Houston a saldar el pedido.
Con el rango migratorio que se les otorgó podrán permanecer un año en EU en trámites y acudir a audiencia en una corte a justificar la solicitud de asilo político, al alegar que tienen “miedo creíble” de retornar a Cuba.
Niurka, Yosdani y Justin transitaron de la angustia y la zozobra de 484 días como migrantes irregulares, al éxtasis de la victoria de su frágil núcleo familiar, expuesto en complicados capítulos del viaje a las amenazas de policías corruptos, coyotes o traficantes, narcos y otros criminales.
Los tres permanecerán en Houston y, en casa de sus amistades mexicanas, esperarán una ayuda financiera para instalarse en otra vivienda. Pero el calvario se acabó y el sueño se cumplió.
Antes de cumplir el sueño: “Han sido dos años muy duros y lentos"