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Colombo.— Al menos 207 personas, incluyendo una treintena de extranjeros, murieron y cerca de 500 resultaron heridas ayer en ocho atentados explosivos contra tres iglesias que celebraban la misa de Pascua y cuatro hoteles de lujo en Sri Lanka.
El ministro de Defensa, Ruwan Wijewardena, dijo que se trataba de un ataque terrorista cometido por extremistas religiosos, y la policía indicó que 13 sospechosos habían sido arrestados, aunque hasta el momento nadie se había adjudicado la responsabilidad. Se cree que la mayoría de los estallidos fueron detonados por atacantes suicidas, dijo Wijewardena.
El primer ministro Ranil Wickremesinghe tachó de “cobardes los ataques” y llamó a la unidad nacional: “Hasta ahora los nombres [de los detenidos] son locales”, pero se investigan posibles “vínculos con el extranjero”. El gobierno ordenó un toque de queda de duración indeterminada que entró en vigor ayer y el bloqueo temporal de las redes sociales para evitar la difusión de informaciones falsas.

Seis deflagraciones se produjeron de mañana y otras dos por la tarde. Además, artificieros del ejército detonaron de manera controlada un explosivo en las proximidades del Aeropuerto Internacional Bandaranaike, el principal del país. Debido a las extremas medidas de seguridad, el aeródromo solicitó a los pasajeros llegar al menos cuatro horas antes de la salida de sus vuelos o evitar que familiares o amigos que no viajen los acompañen a ese sitio.
El gobierno reconoció que tenía “información previa” sobre potenciales ataques a iglesias por parte de un grupo islamista poco conocido, pero no hizo lo suficiente para enfrentarlo. Se trata del episodio más violento ocurrido en el país desde el fin de la guerra civil, hace una década.
“Fue un torrente de sangre”, dijo N. A. Sumanapala, un comerciante al lado de la Iglesia de San Antonio en la capital de Colombo, atacada por la mañana. “Corrí adentro para ayudar. Me encontré al sacerdote que salía, cubierto de sangre”. En un video filmado en una de las iglesias atacadas se veían numerosos cuerpos descuartizados por el suelo, lleno de escombros y de sangre. La explosión fue tan fuerte que provocó el desprendimiento de parte del techo.
Las primeras explosiones ocurrieron en la iglesia de San Antonio, en la capital, y en la iglesia San Sebastián de Negombo, cuando comenzaban los servicios religiosos de la mañana, en el Domingo de Resurrección.
En el hotel Shangri-La de Colombo un fotógrafo de la agencia AFP constató importantes daños en un restaurante del segundo piso. También fue atacado el Cinnamon Grand Hotel, cercano a la residencia oficial del primer ministro, y el Kingsbury. Las dos explosiones de la tarde fueron cerca de un zoológico en Dehiwala y en un barrio residencial en Dematagoda, en el este de Colombo.
Al menos 36 de las víctimas mortales serían extranjeros, incluyendo cinco británicos, tres daneses, dos turcos, un holandés, tres indios, un portugués, así como un número aún no determinado de belgas, estadounidenses y chinos.
La embajada de México en India, concurrente en Sri Lanka, contactó con el Consulado Honorario en Colombo y con todos los miembros de la comunidad mexicana registrada en ese país. “Hasta el momento no existen reportes de mexicanos afectados”, resaltó. La Cancillería mexicana condenó enérgicamente los atentados y externó sus “condolencias y solidaridad” con los afectados.
El arzobispo de Colombo, Malcom Ranjit, exhortó al gobierno de Sri Lanka a “castigar sin piedad” a los responsables, con una “investigación sólida imparcial”. El papa Francisco expresó ante los fieles reunidos en la Plaza San Pedro del Vaticano, su “tristeza” y se declaró cerca de “todas las víctimas de una violencia tan cruel”.