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Madrid
En varias ciudades del planeta la escasez de agua está llegando a niveles críticos, lo que podría desencadenar revueltas sociales y emergencias sanitarias que se volverían extremadamente graves si colapsan los sistemas de suministro.
Entre las causas del desabasto en las grandes ciudades destaca el cambio climático, que reduce el agua de lluvia disponible y aumenta las temperaturas; la sobrepoblación, la desmedida explotación de los acuíferos y la mala gestión de los recursos también contribuyen a acentuar la escasez del líquido, según los expertos.
“Si el sistema de abastecimiento de agua colapsa, hay que evacuar la ciudad, porque en cuestión de días comenzarán a aparecer las enfermedades. Aguanta más una ciudad sin electricidad que una ciudad sin agua corriente, porque lo que se interrumpe es algo tan esencial como el saneamiento”, señala a EL UNIVERSAL Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo y experto en la problemática del agua.
“En los conflictos bélicos lo que negocia siempre Naciones Unidas es el restablecimiento del suministro de agua potable. En una ciudad en la que se corta el suministro de agua, si la población sigue ahí, tiene garantizado el surgimiento de epidemias a corto o mediano plazo. Más allá de la cantidad de agua embotellada que se tenga para beber, el colapso de la red de abastecimiento es la antesala de una catástrofe sanitaria”, agrega el coordinador del área Agua de Ecologistas en Acción.
Durante la crisis hídrica, en las zonas más deprimidas de Chennai se formaron largas filas en las que se agolpaban decenas de miles de vecinos que, cada tres o cuatro días, esperaban a las pipas para llenar de agua cualquier recipiente, como latas y bidones de plástico, en cantidades que apenas alcanzaban para satisfacer sus necesidades más elementales.
En los próximos cinco años, las autoridades de Chennai planean abrir dos nuevas plantas para desalinizar el agua de mar, lo que no basta para cubrir las necesidades de la ciudad que ha pasado a depender casi exclusivamente de las cada vez más infrecuentes lluvias.
Junto a Chennai, ciudades indias como Bangalore, Hyderabad y Nueva Delhi también sufren una significativa falta de agua que en un futuro próximo podría derivar en un problema acuciante. En 2020, más de 20 ciudades del país asiático podrían quedarse sin acuíferos.
Otras urbes como Ciudad del Cabo, en África, también arrastran graves problemas, aunque hasta ahora las medidas de choque para restringir el consumo y las lluvias fortuitas hayan contribuido a evitar el desastre que implicaría la desconexión del abastecimiento de agua, tal como estuvo a punto de suceder en 2018 en esa urbe africana tras sufrir varios episodios de sequía.
“Los comunicados de la alcaldía pintaban un cuadro apocalíptico: puntos de agua manejados por el ejército, enfermedades epidémicas y disturbios incontrolables. Mucha gente construyó sus propios tanques de agua, cavó pozos y acaparó el mayor número de botellas de agua potable de los supermercados. En los barrios marginados la crisis ya llevaba mucho tiempo, pero la situación en la que quedarían estos barrios si el agua se hubiera agotado en la ciudad era devastadora”, relata el politólogo sudafricano Dustin Kramer.
“Entendemos que lo que ocurrió es una advertencia seria del comienzo de la historia moderna del cambio climático”, agrega.
La drástica política de ahorro y las lluvias de invierno revirtieron en parte la crítica situación aumentando ligeramente el nivel de los embalses de Ciudad del Cabo y aplazando el temido Día Cero que entrañaba la cancelación del suministro de agua, aunque la situación sigue siendo muy delicada en esa zona del sur de África.
“Hay que modificar el esquema de abastecimiento urbano de agua tradicional y apostar por esquemas basados en la posibilidad de manejar fuentes de recursos hídricos múltiples, que permitan reducir el umbral de riesgo ante una situación prolongada de sequía”, advierte Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante.
Otras grandes urbes como Barcelona o Ciudad de México comienzan a ofrecer también síntomas preocupantes de deshidratación que se podrían ver agravados por el cambio climático, aunque por ahora estas ciudades únicamente hayan registrado crisis puntuales.
***Fotos en el texto: tomadas de GARDEN MONITOR/MILTON KEYNES