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Bruselas
La franquicia de terror que llegó a controlar un territorio equivalente al tamaño del Reino Unido, el denominado Estado Islámico (EI), seguirá con sus planes operacionales y expansionistas, ahora teniendo como mártir a su líder Abu Bakr al-Bagdadi, quien se habría hecho explotar con explosivos en un operativo militar de Estados Unidos.
Especialistas consultados por EL UNIVERSAL coinciden en que la aniquilación de quien naciera con el nombre de Ibrahim Awad Ibrahim al-Badri constituye un éxito táctico en los esfuerzos globales contra el terrorismo islámico y la eliminación selectiva de sus figuras más prominentes.
Sin embargo, la muerte del proclamado califa, registrada en el noroeste de Siria el 26 de octubre y confirmada por la organización el jueves pasado, lejos está de ser la estocada para Daesh (EI). Los estudiosos señalan que el clan se ha venido preparando de manera sistemática para mitigar la pérdida de una de sus figuras emblemáticas, de allí que su estructura institucional y operativa continuará su curso, al tiempo que el programa y la ideología podrían verse reforzados por lo forma en cómo habría perdido la vida: con un chaleco explosivo durante la operación.
“Tras la muerte de Al-Bagdadi, el grupo perdurará como una marca global y como una insurgencia permanente en Irak y Siria, y continuará siendo una franquicia de terror trasnacional con una red que se extiende desde Europa y África hasta el sureste asiático, pasando por Afganistán, Yemen y más allá”, afirma Mattia Caniglia, director del World Terror Watch en el Centro de Seguridad e Inteligencia Estratégica Europea (ESISC, por sus siglas en inglés).
“La ideología del EI sobrevivirá sin Al-Bagdadi y, junto con las abismales condiciones arraigadas en lugares como Irak y Siria, proporcionarán sustento a la distorsionada cosmovisión, a los factores estructurales y el entorno que permitieron en un principio el ascenso de Daesh”, opina. Sostiene que la organización puede permanecer en movimiento debido a que, a partir de la caída del distrito Baghouz (el último enclave territorial del Estado Islámico) el enfoque fue la reconstrucción de una sofisticada red de comando y control para preservar su influencia sobre las células diseminadas por el mundo.
La naturaleza de la organización está influyendo en la asimilación de la pérdida de su principal cabecilla.
“En términos ideológicos, su muerte es la de un mártir, por tal motivo, refuerza la ideología así como el estatus de Al-Bagdadi, quien deja entre sus seguidores un legado de belleza y esperanza: el del califato, el lugar perfecto en la tierra para los verdaderos musulmanes”, precisa Edwin Bakker, experto del Instituto de Seguridad y Asuntos Globales de La Haya.
Aunque, agrega, para la gran mayoría del mundo, incluyendo en Medio Oriente y algunos círculos extremistas sunitas donde era visto como un personaje oportunista, será recordado como una persona responsable de violencia sectaria, intervenciones militares extranjeras y de la muerte de un gran número de víctimas civiles.
“Pero a la larga, fue el hombre que desafió con éxito el orden existente y logró conquistar territorios del tamaño de Gran Bretaña, utilizando las armas abandonadas por sus enemigos”, asegura el profesor de la Universidad de Leiden, Holanda, especializado en terrorismo y contraterrorismo.
Disputan marca yihadista
Las mayores implicaciones de la muerte de quien fuera una promesa del futbol y terminó convirtiéndose en el hombre más buscado del planeta, podría darse en el contexto de la disputa en curso con Al-Qaeda sobre cuál organización es la que abandera la yihad, a pesar de que ambas comparten la misma orientación religiosa fundada en las corrientes salafistas.
Mattia Caniglia recuerda que desde el verano de 2014 se recrudeció la “interminable animosidad” entre el Estado Islámico y Al-Qaeda. Fue a raíz de que Al-Bagdadi se proclamó como líder religioso de la reinstauración del califato, con sede en Irak y Siria, y llamó a sus rivales apóstatas no creyentes.
“Esto creó una división fundamental en el movimiento yihadista global. Desde entonces, el EI y Al-Qaeda han luchado entre sí con notable violencia en escenarios de Afganistán, Yemen, Somalia y el Sahel”.
“Ahora la muerte de Al-Bagdadi podría hacer que el EI se vea vulnerable ante un nuevo impulso al reclamo de Al-Qaeda por el liderazgo del movimiento yihadista global”. Asegura que Al-Qaeda podría utilizar sus ramificaciones globales para tratar de reclutar a los afiliados del EI en el extranjero, particularmente en África y el sur de Asia, en donde hay una “competencia feroz” por amarrar el apoyo local.
Levantan la guardia
La muerte del califa ha llevado a los servicios de inteligencia británicos, franceses, belgas y holandeses a reforzar la vigilancia sobre los individuos que están en la lista de fundamentalistas bajo observación. Tan sólo en Reino Unido se estima que unos 3 mil individuos, tanto residentes en el país como en el exterior, están en la mira del Servicio de Inteligencia conocido como M15 por tener nexos o simpatía con el Estado Islámico.
“Después del asesinato muchos servicios de inteligencia europeos activaron de inmediato sus niveles de vigilancia, lo cual demuestra que, pese a que la capacidad del EI para ejecutar ataques como los de noviembre de 2025 en París, aún existe el riesgo de la venganza y de ataques menos sofisticados, aun en las actuales circunstancias”, asegura Caniglia.
Edwin Bakker tampoco descarta la posibilidad de actos de venganza por parte de lobos solitarios, aunque recuerda que no fue el caso tras el asesinato de Bin Laden. “No es algo que se haga en la yihad. Sólo hay algo por el que pueden entregarse, y es Dios”.
Para Caniglia, la mayor amenaza para Occidente vendrá a largo plazo de las “provincias” en el extranjero, como el Estado Islámico en África Occidental, una sucursal que tiene sus cimientos en la organización terrorista Boko Haram, activa en Nigeria, Camerún, Chad, Malí y Níger, y que desde su afiliación a la organización trasnacional ha tomado cada vez más la forma de un estado islamista, “altamente eficiente y peligroso”.