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Belém, Brasil.— La COP30 arrancó ayer en la Amazonia con llamamientos a salvar los esfuerzos globales contra el cambio climático frente al negacionismo, durante un evento que por primera vez se realiza con la ausencia de Estados Unidos.
El anfitrión, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, buscó dar el tono desde su discurso de apertura en la ciudad tropical de Belém. “Es el momento de infligir una nueva derrota a los negacionistas”, dijo. Recalcó que invertir en el clima es “mucho más barato” que hacer la guerra.
Estados Unidos, primera economía mundial y segundo emisor de gases de efecto invernadero después de China, es el ausente por vez primera en una COP. Donald Trump ha tachado al calentamiento de la “mayor estafa” de la historia y no envió delegados.
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Presente en Belém, pero por su cuenta, está el gobernador de California, Gavin Newsom, quien lamentó la “ausencia total de liderazgo de Estados Unidos”.
Los países y ONG participantes en la cumbre están de acuerdo en al menos una cosa: defender la ciencia, que prevé que sin una acción urgente, coordinada y determinada el mundo se aboca al cataclismo climático. “La ausencia de Estados Unidos es un problema”, pero “no vamos a esperar que un negacionista climático decida nuestro futuro”, dijo Jasper Inventor, de Greenpeace International.
Por ello, el papel de China y la Unión Europea, junto a Brasil, es “crítico” para avanzar en las negociaciones, agregó.
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Jim Skea, jefe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), advirtió que es “casi inevitable que el calentamiento global supere los 1.5 grados en el corto plazo, y esto se debe inequívocamente a la insuficiente acción climática en los últimos años y al consecuente aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero”. Sin embargo, añadió que “todavía es posible limitar el calentamiento global a 1.5 grados de aquí a final de siglo”.
Los científicos insisten en el peligro que supone cada décima de grado de calentamiento por encima de 1.5 grados. El cambio climático provoca que los fenómenos meteorológicos como lluvias, sequías, tormentas y olas de calor sean más intensos, lo que supone una amenaza para los ecosistemas y la propia vida humana. El Acuerdo de París de 2015 tiene como objetivo limitar el calentamiento “muy por debajo” de 2 grados y mantener los esfuerzos para contenerlo en 1.5 grados, en comparación con el periodo preindustrial.
Tanto el secretario ejecutivo de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Simon Stiell, como el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, coincidieron en la urgencia de actuar con ambición y realismo.
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Al entregar el testigo a Brasil, Babayev instó a los países desarrollados a cumplir con la hoja de ruta acordada en Bakú, que busca pasar de 300 mil millones de dólares anuales a 1.3 billones para 2035.
“Hoy estamos pasando factura. Necesitamos formas más creativas para que se escuchen nuestras demandas”, expresó.
En este sentido, Lula criticó fuertemente el aumento del gasto militar por parte de potencias como Estados Unidos y Europa, y lamentó la ausencia de “los hombres que hacen la guerra” en la COP30.
“Sería mucho más barato invertir 1.3 billones de dólares anuales para resolver el problema climático que los 2.7 billones que se gastaron en guerras el año pasado”, sostuvo.
Lula también propuso presentar una “hoja de ruta” para salir progresivamente de las energías fósiles.
Esta promesa fue adoptada en la COP28 de Dubái, pero actualmente choca con un apoyo renovado a la industria petrolera, especialmente desde la elección de Trump. “A Francia, Europa, les parece bien” que esta propuesta entre en la agenda. “Pero es un asunto sensible para nuestros socios, reconoció una fuente de la delegación francesa.
Indígenas se hacen oír
Los indígenas de la Amazonia, la mayor selva tropical del planeta y clave contra el cambio climático, pero que sufre embates como la deforestación y la minería ilegal, decidieron hacerse sentir y reclamaron ser incluidos en todas las tomas de decisiones.
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