Londres.— El nuevo monarca Carlos III ha dedicado su vida a prepararse, no sin polémica, para reinar y ahora, tras el fallecimiento de su madre Isabel II, lo hará a una edad en que muchos de sus compatriotas llevan tiempo jubilados.
Accede al trono tras siete décadas esperando su turno; se convirtió en heredero a los tres años cuando su madre, Isabel II, asumió la corona el 6 de febrero de 1952.
Carlos, casado en segundas nupcias con Camilla, duquesa de Cornualles y desde ayer reina consorte, llega a reinar cuando ya es abuelo y pasada la que para algunos es la edad de jubilación.
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Muchos prevén que su reinado no será largo. Durante el tiempo de espera, el príncipe de Gales, que tiene dos hijos, Guillermo y Enrique, de su primera esposa, la princesa Diana, ha batido varios récords.
Anteriormente, Carlos ha indicado que lamentaba la larga espera y, en un video oficial grabado durante una visita a Escocia en 2012, sugirió que la perspectiva de su reinado se estaba reduciendo “¿Impaciente? ¿Yo? Qué sugerencia. ¡Pues claro que lo soy! Se me acabará el tiempo pronto. Me habré extinguido, si me descuido”, dijo entonces.
El nuevo monarca llega al trono con la reputación de ser más políticamente entrometido que su madre, defensor de causas que van desde la agricultura orgánica a la arquitectura neoclásica, pasando por la ecología.
Aunque Carlos ha sido el heredero varón más viejo, no ha logrado batir a la mujer que más años de espera acumuló, Sofía de Hannover (1630-1714), quien falleció a los 83 años sin haberse puesto la corona.
Carlos ha tenido que hacer frente a la mayor popularidad de sus hijos.
Una encuesta hecha en julio de 2013, tras el nacimiento del príncipe Jorge, tercero en la línea de sucesión, indicó que los miembros de la realeza más populares después de la reina eran los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, y el príncipe Enrique.
Además de sus problemas personales, como el amargo divorcio de la princesa Diana, ha contribuido a su impopularidad su imagen pública, pues a menudo es percibido como estirado y pomposo.
Se le achaca no querer aceptar las limitaciones actuales del monarca, que es una figura puramente ceremonial. En esta nueva etapa, cuando ocupará el papel para el que nació y fue educado, Carlos podrá por fin demostrar si, después de haberse adaptado al rol de eterno heredero, puede también conquistar el de rey.
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