Texto: Iván Carrillo
El 6 de agosto de 1945, en Hiroshima, Shigeru Orimen, un niño de 13 años, llevaba a la escuela la lonchera que su madre le había preparado con papas que él mismo había cultivado. No imaginaba que, llegada la hora del almuerzo, ya no estaría con vida. Horas después, su madre encontró la lonchera reducida a cenizas junto al cuerpo de su hijo.
Con esta imagen, el Dr. Robert Floyd —Secretario Ejecutivo de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés)— abrió en Viena las sesiones de la Conferencia de Ciencia y Tecnología (SnT), el brazo científico del organismo internacional. El relato hecho en el marco de los 80 años de los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki, generó un silencio absoluto en la sala repleta de científicos, académicos y estudiantes de todo el mundo.
Apenas tres semanas antes de los bombardeos sobre las ciudades japonesas, se había realizado el primer ensayo nuclear en Nuevo México. Ocho décadas después, la lonchera de Shigeru, conservada en un museo en Japón, sigue siendo una advertencia. El Dr. Floyd, científico australiano con un doctorado en ecología de poblaciones, lo resumió en una frase: “Hiroshima fue la primera. Nagasaki debe ser la última. Esa es nuestra responsabilidad compartida”.
En uno de los salones del Palacio Imperial de Hofburg, convertido temporalmente en su oficina, Floyd recibe a EL UNIVERSAL. Su estilo combina energía y entusiasmo, los mismos que transmite en su labor internacional. Ha presidido grupos asesores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), copresidido comités preparatorios de convenciones globales y liderado la red de salvaguardias de Asia-Pacífico. También trabajó más de siete años en el Departamento del Primer Ministro y Gabinete de Australia, asesorando en políticas de contraterrorismo, no proliferación y seguridad nacional.
Su compromiso con el desarme nuclear ha sido reconocido con la medalla conmemorativa del 30 aniversario de la independencia de Kazajistán por fortalecer la cooperación en materia de desarme nuclear y no proliferación y con el Premio de la Asociación Nuclear Australiana en 2021. Distinciones que reflejan una vida dedicada a una causa urgente y universal: la construcción de un mundo libre de la amenaza nuclear.
Esta entrevista fue concedida por el Dr. Floyd a EL UNIVERSALl y se complementa con declaraciones recogidas durante su discurso de apertura en la Conferencia de Ciencia y Tecnología de la CTBTO.
El Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), abierto a la firma en 1996, ha sido suscrito por más de 185 Estados miembros y ha logrado establecer una norma casi universal adoptada contra los ensayos de armas nucleares. ¿Podría describirme cuál es su misión?
—El Tratado Integral sobre la Prohibición de los Ensayos Nucleares, o CTBT por sus siglas en inglés, es un tratado que busca detener la proliferación de armas nucleares. Porque si se impiden la realización de ensayos nucleares, entonces los países no pueden desarrollar armas nucleares. En última instancia, su objetivo es proteger al mundo de las armas nucleares. Y lo hacemos a través de un sistema de monitoreo masivo que abarca todo el mundo. Estas señales pueden ser vibraciones en la Tierra (ondas sísmicas), vibraciones en la atmósfera (infrasonido), en el mar (datos hidroacústicos) o partículas y gases radiactivos en la atmósfera, todos ellos indicios inequívocos de una explosión. Nuestro sistema funciona. Desde que el tratado fue adoptado en 1996, antes de esa fecha se habían realizado unos 2,000 ensayos nucleares; un gran número de ellos para el desarrollo de armas. Pero desde septiembre de 1996 hasta hoy, solo se han realizado diez ensayos. ¡Un éxito asombroso! Eso es el CTBTO.
Dr. Floyd, se ha descrito al Sistema Internacional de Vigilancia como un “sistema de alarma global” único en el mundo. Con más del 90% de sus 337 instalaciones ya operativas en 89 países, ¿qué tan seguro está de que este régimen de verificación puede detectar cualquier intento de ensayo nuclear clandestino en los océanos, bajo tierra o en la atmósfera? ¿Qué ocurre si un país intenta realizar un ensayo nuclear en secreto?
—Lo que ocurre es que ya no sería secreto. Si se realiza un ensayo nuclear, será detectado. Y nosotros tendremos los datos. Estos llegan a nuestro Centro Internacional de Datos en Viena, y luego se comparten con todos los países miembros del tratado, que son 187. Así que cada país tendrá acceso a los datos, a la evidencia. Y sabremos —ellos sabrán— que se ha realizado un ensayo nuclear. A partir de ahí, es muy probable que el Consejo de Seguridad de la ONU convoque una sesión para analizar el tema en mayor profundidad.
Estamos a pocos meses de una fecha clave: el 14 de enero de 2026. ¿Qué significa para la CTBTO este día?
—Anoten esta fecha en sus calendarios: 14 de enero de 2026. Ahora, a solo 18 semanas de distancia. Cuando lleguemos a ese día sin una prueba nuclear, el mundo habrá establecido un nuevo récord: el periodo más largo sin una sola prueba desde aquella primera prueba en Trinity en Nuevo México en 1945.
Hemos escuchado durante esta semana que los datos recolectados por las estaciones de monitoreo también se pueden usar para rastrear tsunamis, meteoritos e incluso el cambio climático. ¿Podría darnos algunos ejemplos?
—Los datos que recolectamos son extremadamente valiosos y muchos países los utilizan para monitorear y gestionar desastres naturales. En particular, para detectar terremotos, señales de aumento en la actividad volcánica y lo más importante: Nuestros datos sísmicos en el océano son utilizados por muchos centros de alerta de tsunami para aumentar la precisión y exactitud de sus avisos a la población, para protegerla. Nuestros datos se usan constantemente para gestionar este tipo de desastres naturales. Incluso, en algunas zonas se rastrean ciclones tropicales mediante el sonido que estos generan y que se detecta a través de nuestra red. Esto ocurre las 24 horas del día, los 7 días de la semana, en tiempo real.
Además, los datos se pueden usar para la investigación científica en una amplia gama de temas.Uno de los campos donde se está desarrollando mucha investigación es el clima y el cambio climático. Y la razón por la que nuestros datos son tan útiles es porque la física de la propagación de ondas en la atmósfera y en el océano depende de la temperatura. Si la temperatura cambia, cambia la física. Y nuestros datos permiten integrar esa información para ofrecer una visión clara del cambio de temperatura, lo cual es fundamental para la investigación sobre cambio climático.
Sabemos que América Latina y el Caribe hacen contribuciones importantes al CTBT en distintas áreas. ¿Cómo ve usted el papel de la región? Y en particular, ¿qué importancia tiene México?
—América Latina y el Caribe están en lo que llamamos adhesión plena al tratado, es decir, todos los países de la región han firmado y ratificado el CTBT. Eso es maravilloso y siempre sentimos un gran apoyo de esa parte del mundo. Pero además, tienen una fuerte tradición en este tema. El Tratado de Tlatelolco —Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe firmado en México en 1967— declaró por primera vez una zona libre de armas nucleares en una región poblada del planeta, un modelo que ha sido replicado en otras partes del mundo.
El CTBT aún no ha entrado en vigor debido a la falta de firma o ratificación de nueve países con capacidades nucleares, entre ellos Estados Unidos, India, Pakistán o China. En un contexto global de tensiones crecientes, ¿Sigue siendo el acuerdo una herramienta para generar confianza?
—El tratado existe desde hace casi 30 años. Estamos por llegar al 29º aniversario, y ha sido increíblemente exitoso. Desde el día en que se abrió a la firma, el 24 de septiembre de 1996, antes de esa fecha se habían realizado 2,000 ensayos nucleares. Desde entonces hasta hoy, solo diez. ¡Solo diez! Eso es un éxito extraordinario. Lo es porque ningún Estado puede realizar un ensayo en secreto, ya que nuestro sistema de monitoreo —que incluye numerosas estaciones en América Latina y el Caribe— funciona y funciona perfectamente. No se pueden hacer pruebas nucleares sin que se sepa. Y todos lo sabrán.
En una nota más personal, ¿qué lo motiva a dedicar su vida a esta misión de paz, ciencia y cooperación global?
—Mi deseo es ver un mundo donde la humanidad esté segura. Mientras los Estados busquen desarrollar o poseer armas nucleares, existe un riesgo significativo de que estas puedan ser utilizadas, y eso sería perjudicial para muchos. Nuestra organización se enorgullece de contribuir a un mundo más seguro, al poder monitorear y ayudar a mantener la prohibición de los ensayos nucleares. Y eso no es solo para el presente, sino para las próximas generaciones. Eso es lo que me motiva: dejar un mundo mejor para mis hijos, mis nietos y también para los tuyos.
Para llevar:
La Conferencia de Ciencia y Tecnología (SnT) de la CTBTO concluyó su programa del 8 al 12 de septiembre en el Hofburg, en Viena. Este evento ha sido un punto de encuentro crucial para la comunidad científica global, fomentando la cooperación y la innovación en tecnologías de monitoreo y verificación de la prohibición de ensayos nucleares, así como explorando las amplias aplicaciones civiles y científicas de los datos de la CTBTO.