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Tokio.- Con el anuncio de su renuncia como primer ministro por motivos de salud, Shinzo Abe deja inacabado uno de sus proyectos estrella, el " Abenomics ", mastodóntico programa de estímulo que pretende devolver a la economía japonesa a lo más alto.
Al retornar al poder en diciembre de 2012, Abe presentó un programa basado en "tres flechas", el concepto se inspira en una conocida leyenda folclórica medieval de la región de la que es oriundo: reformas estructurales, aumento del gasto público y un volumen de flexibilización monetaria por entonces no visto hasta la fecha.
Tras tres meses de intensas presiones Abe lograba nombrar en marzo de 2013 al brazo ejecutor de tan ambicioso programa de compras masivas a manos del Banco de Japón (BoJ), Haruhiko Kuroda, que ha permanecido desde entonces como gobernador de la entidad emisora reajustando planteamientos en función de los vientos que han soplado en contra.
Al "Abenomics" se le puede atribuir un crecimiento sostenido del PIB durante casi una década o una estabilización del índice de deuda a ingresos en el sector público, pese a la recesión que ha generado la pandemia del Covid-19 en el archipiélago.
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El primer ministro Abe abandonará el cargo en un momento frágil y tras críticas a su gestión de la epidemia, que ha dejado un impacto significativo en la economía nipona.
El producto interior bruto (PIB) de Japón se contrajo entre abril y junio un 7.8 % debido a la pandemia, su mayor caída desde 1955 y el tercer retroceso intertrimestral consecutivo.
El Banco de Japón (BoJ), además, espera que la economía japonesa se contraiga un significativo 4.7% en el ejercicio fiscal de 2020 en el contexto actual.
Más allá de la imposibilidad de alcanzar una tasa de inflación sostenida de en torno a 2%, objetivo que también le ha resultado esquivo a la Eurozona pese a las macrocompras del Banco Central Europeo (BCE) y que en Japón contó con la traba de unas inaplazables subidas del IVA, es en la flecha de las reformas regulatorias donde el "Abenomics" ha parecido encasquillarse.
Algunas de las propuestas de su Ejecutivo, como la de incrementar el número de mujeres en el mercado laboral nipón (el llamado "Womenomics") o la de flexibilizar la entrada de inmigrantes para neutralizar la rigidez que experimenta precisamente ese mercado, no acabaron nunca de cuajar.
A eso se ha sumado el anquilosamiento del sistema parlamentario japonés -constreñido por una Constitución redactada por Washington en 1947 que precisamente Abe ansiaba poder enmendar- a la hora de poder hacer política.
Pero más allá de la cojera de esta tercera flecha o del hecho de que en los últimos tiempos Tokio se vio perjudicado por el aplazamiento de los Juegos Olímpicos, la guerra comercial China-EU o la marcha atrás de Trump en la firma del ambicioso Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), no son pocos los que creen que los moldes de su "Abenomics" siguen resultando válidos para estos tiempos convulsos.
hm