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El Senado de Estados Unidos inicia, al fin, el debate sobre inmigración. El líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, cumplió su promesa y permitió que, desde ayer, la Cámara Alta abriera el diálogo para intentar llegar a la tan esperada reforma migratoria que incluya una solución para los 690 mil jóvenes dreamers que, en menos de un mes, se quedan sin protección a la deportación.
“Hoy empezamos el proceso, (…) muy serias conversaciones sobre DACA”, sentenció el presidente de EU, Donald Trump. Sólo un senador, el republicano Ted Cruz de Texas, se negó a abrir un debate que se sabe cómo y cuándo empezó, pero que nadie sabe cómo ni cuándo terminará.
El diálogo se realizará en un formato inusual: cualquier senador podrá introducir la propuesta que desee e incorporar las enmiendas necesarias. El proceso será más una competición que un debate político: el que llegue primero a 60 apoyos —el número de senadores que dan la mayoría calificada en EU— será el texto que se aprobará.
“Quien consiga 60 gana”, explicó McConnell, cuando hace una semana explicó las reglas del juego. “No hay un plan secreto aquí para empujarlo en una dirección. El Senado trabajará su deseo, y espero que terminará aprobando algo”, dijo.
Para el líder demócrata en la cámara, Chuck Schumer, “la clave estará en encontrar una ley de consenso, ampliamente aceptada por un número significativo de miembros de ambos partidos”.
Desde hace tiempo varios senadores han ido presentando propuestas, que seguramente someterán a votación para ver si consiguen el apoyo suficiente o, al menos, calibrar la temperatura de los senadores para determinar qué ingredientes gustan y no gustan a los legisladores.
Hay propuestas restrictivas como la denominada RAISE Act, patrocinada por los senadores más ultraconservadores y que quiere imponer un sistema basado en el mérito para poder migrar a EU —incluyendo el conocimiento mínimo de inglés—, una revisión de los actuales sistemas de asilo, refugiados y reunificación familiar. A eso habría que añadirle la protección a la frontera con el muro y sistemas tecnológicos. En resumen: la propuesta que más se acerca a la petición de presidente Donald Trump.
También está la bipartidista del demócrata Dick Durbin y el republicano Lindsey Graham, la cual ya fue descartada por Trump.
“No sé qué va a pasar porque hace muchos años que intentamos esto”, dudó el propio Durbin, senador que lleva más de 16 años intentando aprobar una ley de protección para los dreamers. El lunes volvió a criticar a Trump por el “desafío” de actuar con prisas para dar solución a los soñadores, acusándole de hacer “casi imposible” que se pueda llegar a un acuerdo por sus condiciones.
No hay plazo previsto ni límite determinado para el proceso de debate, más allá de que faltan tres semanas para que llegue el 5 de marzo: la fecha en la que el programa DACA desaparecerá, dejando a más de 600 mil jóvenes indocumentados sin la protección contra la deportación.
Si se aprueba alguna propuesta, su éxito total no está garantizado. Deberá pasar también en la Cámara de Representantes.
El presidente de esa cámara, el republicano Paul Ryan, se negó hace una semana a llevar a votación cualquier texto que no tendría el apoyo de la Casa Blanca, y Trump sólo aceptará una ley que incluya sus deseos.