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A sus 16 años, Diego Vela ya sabe lo que es jugarse la vida por protestar en la calle, como muchos otros jóvenes indígenas que estuvieron en la primera línea de los disturbios que paralizaron Ecuador hasta torcerle el brazo al Gobierno en su decreto que eliminaba el subsidio a los combustibles.
Vela es también uno de los más de 10.000 indígenas llegados desde prácticamente todas las provincias de Ecuador para colapsar Quito en protesta contra esa medida, que cayó como una guillotina para sus humildes economías de supervivencia.
Ahora en estos días, tras haber conseguido la derogación de esa ley, que era su gran objetivo, emprenden la vuelta hacia sus casas y trabajos que han abandonado durante casi dos semanas para a cambio tragar gases lacrimógenos y todo el arsenal de antidisturbios que la Policía les disparó para frenar su toma de la capital.
"Estuvimos luchando al frente, sacando la cara por los que no pudieron luchar",
contó a Efe Vela mientras aguardaba junto a sus padres el autobús de regreso a Cotopaxi, la céntrica provincia andina de Ecuador de donde procedían la mayoría de los indígenas.
"Me voy contento por haber estado ahí, luchando hasta el final, pero también triste por los hermanos que fallecieron. Sé que no murieron en vano",
comentó en referencia a las ocho personas fallecidas en las protestas, que dejaron además 1.340 heridos.
Con una bandera de Ecuador anudada al cuello, Vela confesó que llevaba una semana con la misma ropa y sin dormir en un colchón.
"En los primeros días dormí en los parques y luego ya pude hacerlo a cubierto, pero en el piso y solo con una cobija. Eso no hizo que yo me vaya para atrás, más bien era una motivación para seguir adelante luchando",
relató.
A medida que hablaba Vela, un grupo cada vez más grande de personas, tanto indígenas como vecinos de Quito, se arremolinaba para escuchar su relato, que se interrumpía de cuando en cuando con gritos y hurras de la audiencia en honor a Ecuador y a Cotopaxi.
"Me dieron tres 'bombazos' en el cuerpo, pero creo que no fue en vano, fue para lograr la victoria", afirmó el menor indígena sobre su experiencia en las batallas campales con la Policía que se dieron en El Arbolito, el parque emblemático de estas protestas que quedó hecho un auténtico escenario de guerra.
El joven, natural del municipio de Pujilí, no dudó en tildar de "asesinos" a los policías, porque "no apuntaban al aire, ellos apuntaban al cuerpo".
"A mí me apuntaron a la pierna. Mira como quedó mi teléfono, y aún así mi pierna está herida", precisó Vela mientras mostraba su celular hecho añicos.
"Me reventó un perdigón en el labio, pero no decaí. Partí naranjas, las puse en un cartón y se las fui a dar a los que estaban adelante, aunque me ahogase, pero ahí estuve apoyando al pueblo", agregó.
Preguntado por la motivación para arriesgar de esa forma su tipo, la respuesta fue la afectación directa que para su familia suponía el alza en hasta el 123 % del precio de los combustibles tras eliminarse los subsidios.
"Me ha afectado en el estudio porque a veces no obtenemos recursos para poder comprar la lista de útiles o uniformes. Yo trabajo desde muy pequeño", comentó Vela sobre el aumento de precios que acarrea la subida de las tasas de los combustibles.
"No vamos a dejar que nos haga esto una simple persona que está sentado ahí", dijo en referencia al presidente Lenín Moreno, que se moviliza en silla de ruedas. "Mientras él come y viste bien, nosotros pasamos hambre y frío. Luchamos para pagarle a los policías y ellos nos asesinan", sentenció.
Para entonces, una multitud aplaudía cada intervención de Vela en esta conversación con Efe y la confianza de este joven con madera de líder indígena iba en aumento, al punto de tomar el sombrero de su madre para reafirmar sus raíces nativas.
"Si así me veo con 16 años, no me imagino de más edad", bromeó el joven. "Yo vengo de una familia indígena, y lo digo con mucho orgullo. Ecuador es gente india de raza, lo llevamos en la sangre. El pueblo se va a levantar con más fuerza si algo más pasa", concluyó.
Convertido en pocos minutos en un personaje célebre de El Arbolito, los que le escucharon hicieron una fila para abrazarlo y despedirlo en su viaje de vuelta a casa, con la sensación en el ambiente de que en este conflicto "la victoria fue de Ecuador, pero la lucha fue de los indígenas", como uno de ellos dijo a Efe.
asgs