Bruselas.— Más de un mes después de la histórica reunión en Alaska con el presidente estadounidense el mandatario ruso puso a prueba las capacidades de la OTAN para vigilar, proteger y responder ante agresiones contra sus infraestructuras estratégicas.

El ensayo comenzó con una veintena de drones sobrevolando el espacio aéreo de Polonia, varios de ellos neutralizados empleando aeronaves de combate F-35 y costosos misiles aire-aire de medio rango. Rumania denunció la presencia de drones rusos en su espacio aéreo; Estonia identificó aviones de combate MiG; Alemania alertó sobre aeronaves rusas no tripuladas en las inmediaciones de una fragata, mientras que Dinamarca y Noruega activaron alertas por la aparición de estos aparatos en aeropuertos. “Siempre ha habido provocaciones por parte de Rusia, pero ahora vemos una intensificación. El objetivo es (...) seguir probando nuestros límites, nuestros sistemas de respuesta y qué tanto estamos preparados; por el otro, trata de crear miedo”, dice a EL UNIVERSAL Luigi Scazzieri, experto del European Union Institute for Security Studies (EUISS).

“Como resultado, quedó claro que no estamos muy preparados. Lo demostró Polonia que tuvo que usar aviones de combate y costosos misiles para derribar drones de bajo costo. En cuanto a intimidar al público occidental, Rusia fracasó. Ciertamente, causó miedo en Dinamarca, pero fue el tipo de miedo que te lleva a hacer más para defenderte”. Como respuesta, la presidenta de la Comisión Europea y antigua Ministra de Defensa de Alemania, Ursula von der Leyen, anunció la creación de un “muro antidrones”.

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La iniciativa llevó a la mesa a 10 países europeos, incluyendo Ucrania, que lleva la delantera en producción, desarrollo tecnológico y tácticas de combate y defensa antidrones. “Con el anuncio de construir un muro antidrones, la Comisión Europea lanza una señal política. En la práctica, podría traducirse en dinero, atención política y cierto grado de coordinación entre los Estados miembros. Como sabemos, es un asunto militar (...) al final del día son los países los que deberán invertir y desarrollar capacidades”, dijo.

El teniente coronel en retiro, Patrick Bolder dice a este diario que una respuesta efectiva a lo que representa una amenaza permanente y en ascenso requiere entender por qué es difícil identificar y abatir estos artefactos. También hay que identificar las capacidades existentes, el equipo que falta y aceptar que los drones son baratos y eficaces, que seguirán siendo parte del entorno de combate, que gozarán de mayor libertad de movimiento y de defensa con la inteligencia artificial, y que aumentarán en carga útil y alcance.

El investigador del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya dice que los drones son difíciles de identificar en el espacio aéreo europeo porque la mayoría de radares de control de tráfico filtran objetos pequeños y de lento movimiento para facilitar el trabajo del operador y la comunicación con los aviones que sobrevuelan el espacio. “Para la detección de drones se necesitan radares específicos, y no todos los aeropuertos civiles los tienen”. Por otro lado, en la oscuridad es fácil confundirlos con el tráfico aéreo habitual. “Para tumbarlos primero hay que detectarlos y, a continuación, identificarlos. Derribar un dron sobre un aeropuerto o sobre pueblos y ciudades conlleva riesgos; los daños causados por los restos o los misiles utilizados para destruir los drones pueden ser mayores que si se deja que el dron agote su combustible o las baterías”.

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Derribar un dron, por orden de una autoridad aérea o militar, podría tener consecuencias desastrosas en zonas abarrotadas de aviones cargados de combustible y pasajeros. Por lo tanto, con el nivel actual de seguridad, el cierre de los aeropuertos resulta ser la única opción realista. Bolder asegura que lo que Europa necesita es un muro contra amenazas aéreas, es decir contra drones, helicópteros, aviones, misiles de crucero, misiles balísticos e hipersónicos. El blindaje, sigue, no debe considerar exclusivamente la frontera oriental de Europa, sino estar alrededor de todas las infraestructuras críticas.

“Eso requiere (...) una visión holística de amenazas y capacidades necesarias, instalaciones de mando y control, sistemas por capas contra todas las amenazas. Requiere miles de millones de dólares para cerrar todo el flanco oriental de la OTAN. Tiene que haber algo que proteja a Europa, debemos empezar por dónde están las mayores amenazas”. El experto empezaría por mejorar la conciencia situacional, aumentando el número de radares y mejorando las capacidades de obtención de imágenes de la Tierra desde el espacio. Después, habría que instalar efectores eficaces y baratos, es decir, munición antiaérea lanzada desde tierra dirigida a amenazas como las UAV.

Las provocaciones de Moscú inevitablemente obligarán a las naciones europeas, principalmente a las ubicadas en sus proximidades, a desarrollar capacidades en torno a instalaciones y servicios críticos, dice Luigi Scazzieri.

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Scazzieri insiste en que no se trata de una amenaza que Europa no sea capaz de enfrentar, sólo hay que colocar los sistemas existentes, ponerlos en operación y que actúen de manera sincronizada.

“No basta con tener el equipo, hay que interconectarlos para que operen de manera eficiente, no sólo en Polonia y Dinamarca, sino entre los países, por lo menos en los ubicados en la zona fronteriza y más vulnerables a posibles incursiones”.

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