San José. – Con un centro de espionaje satelital y una escuela policial que ya opera en , una fábrica de armas en vías de apertura en Venezuela, con decenas de misiles rusos en poder de las fuerzas armadas venezolanas y con altibajos en sus lazos militares con Cuba, Rusia reactivó en el siglo XXI su presencia castrense en América Latina y el Caribe. 

El vicecanciller de Rusia, Sergei Riabkov, anunció el pasado 13 de enero que ni confirma ni descarta el plan de Moscú de instalar bases militares en Cuba y Venezuela que agitó las tensiones geopolíticas en una región en la que Estados Unidos calificó siempre como su “patio trasero” y zona inmediata de influencia de Washington. 

La crisis ucraniana, que se intensificó desde 2021, aceleró las inquietudes y el malestar del presidente de Rusia, Vladimir Putin, por el creciente despliegue de fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este y el plan de sumar a Ucrania a ese foro. 

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“Moscú lo que dice es: ‘si EU mete misiles a Ucrania, podríamos colocar nuestros misiles en México o Canadá’. Eso a EU no le gustaría y es comprensible”, afirmó el coronel ecuatoriano en retiro Mario Pazmiño, ex director de Inteligencia del Ejército de Ecuador y profesor de seguridad en la (no estatal) Universidad Regional Autónoma de los Andes (UNIANDES), de ese país. 

“La mejor forma de Putin de presionar a EU por Ucrania es trasladar el conflicto a una zona de interés de Washington: América Latina y el Caribe”, dijo Pazmiño a EL UNIVERSAL. 

“Rusia ha venido construyendo (en el siglo XXI) una cooperación económica, tecnológica y militar en especial con Nicaragua, Cuba y Venezuela. Hay personal militar ruso en permanente entrenamiento y asesoría en Venezuela”, recordó.

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Nicaragua, cliente de la industria bélica de Moscú, opera como puesto de reabastecimiento de combustibles y logística de aeronaves y buques de guerra de Rusia y, con Cuba y Venezuela, cierra un triángulo de proyección militar rusa en América Latina y el Caribe. 

Luego de su ascenso a la presidencia en 1999, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, convirtió a Rusia en fuente de abastecimientos bélic0s, desde tanques, helicópteros y aviones de guerra hasta misiles tierra-aire y otros pertrechos. 

“Son misiles de defensa, pero pueden ser de ataque inmediato”, alertó Pazmiño, al destacar que hay un hecho clave en el sensible escenario regional: Colombia, con fuertes roces fronterizos, políticos y diplomáticos con Venezuela, es el único país latinoamericano que integra la OTAN

Brasil, vecino de Venezuela y potencia militar del área, y Colombia siguen atentos los movimientos castrenses venezolanos por su capacidad de fuego y en un contexto de estrechos nexos de La Habana, Caracas y Managua con Irán, principal adversario global de EU.  

Tras la desintegración en 1991 de la Unión Soviética (URSS), las compras militares de Venezuela a Rusia de ese año a 2020 llegaron a 3 mil 899 millones de dólares, según el (no estatal) Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por siglas en inglés). El volumen mayor de las ventas se registró a partir de 2005. 

Venezuela y Rusia anunciaron en octubre de 2021 que en el segundo semestre de 2022 planean inaugurar en territorio venezolano una fábrica de fusiles Kalashnikov. La apertura de la factoría forma parte de una inversión de la empresa (estatal) rusa Corporación Kalashnikov, una de las emblemáticas del complejo militar industrial de Moscú. 

Venezuela es cliente de la industria militar rusa desde 2005”, aseveró la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, grupo no estatal de Caracas de seguridad, defensa y fuerzas armadas. 

“Fusiles, pistolas, helicópteros, aviones de combate, lanzacohetes, lanzamisiles, tanques, vehículos de combate, sistemas de defensa antiaéreos y drones son parte del alcance de la cooperación militar entre ambos países”, relató San Miguel a este diario. 

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“En diciembre de 2021, el general de División del Ejército de Venezuela, Johan Hernández, comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral del centro de Venezuela reveló que instructores internacionales de la compañía rusa de operaciones especiales “V.E.G.A” estaban adiestrando a la unidad de acción rápida de la Guardia Nacional”, indicó. 

EL UNIVERSAL confirmó de manera independiente esa versión. 

Con su retorno al poder en 2007 en Nicaragua, Daniel Ortega emuló a Chávez (fallecido en 2013) y empezó a pactar compras militares con Moscú, desde vehículos hasta armamento. 

A mediados de la década de 2010, Nicaragua pagó 80 millones de dólares a Rusia por la compra de 50 tanques rusos T-72B. SIPRI estimó que las compras sumaron 134 millones de dólares de 1991 a 2020. 

Una escuela para adiestrar policías antidrogas y que depende del Centro de Capacitación contra el Narcotráfico del Ministerio de Defensa de Rusia, fue inaugurada en 2017 en Managua. 

En una visita que hizo a Nicaragua en 2016, Putin acordó con Ortega edificar en Managua una red —Sistema Global de Navegación por Satélite (Glonass, por sus siglas en ruso)— que fue inaugurada en abril de 2017 y se transformó en un punto de espionaje dirigido a EU. 

Moscú también afianzó sus vínculos castrenses con La Habana, a la que arriban buques rusos de guerra. Rusia entregó en 2019 un préstamo de 38 millones de dólares a Cuba para el “desarrollo sostenible” del sector cubano de defensa e impulsar la asistencia tecnológica a las fuerzas armadas de la isla. 

En la Guerra Fría entre EU y la URSS por la puja comunismo versus capitalismo y tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, Rusia instaló bases militares y de espionaje en Cuba. Por la crisis Washington-Moscú ante el despliegue de 42 misiles soviéticos de alcance medio R-12 y R-14 en 1962 en suelo cubano, se llegó al punt0 máximo de riesgo de choque nuclear entre ambas potencias.
 
El colapso del bloque soviético de 1989 a 1991 mermó las relaciones políticas y militares entre Cuba y Rusia, pero ya se reactivaron. 

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