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Washington.— El expresidente de Estados Unidos Donald Trump demostró ayer su capacidad para mover los hilos del Partido Republicano y manejarlo a su voluntad con la expulsión de la poderosa congresista Liz Cheney del liderazgo del partido.
En una votación a puerta cerrada, los conservadores destronaron a Cheney, hasta ahora “número tres” de los republicanos en la Cámara de Representantes, por haber refutado las mentiras de Trump sobre un fraude en las elecciones presidenciales de noviembre, en las que ganó el actual mandatario estadounidense, el demócrata Joe Biden.
La legisladora, hija del exvicepresidente republicano Dick Cheney (2001-2009), decidió enfrentarse a Trump porque considera que dejarle mentir sobre las elecciones de noviembre supone un ataque para la democracia y para el Partido Republicano, además de poder incitar a nuevos episodios violentos como el asalto al Capitolio.
No hubo una votación individual, sino que el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, eligió un voto a “viva voz” en el que ganan aquellos que gritan más fuerte “sí” o “no”.
Cheney dijo a los periodistas en el Congreso que no se sentía traicionada y señaló: “No podemos dejarnos arrastrar hacia atrás por las peligrosas mentiras del expresidente”.
“Voy a hacer lo que esté en mis manos para asegurarme que el expresidente no vuelva a acercarse nunca más [al poder]”, añadió.