“¿Qué vale más, el arte o la vida?”, es la pregunta lanzada por que en los últimos días se han presentado en museos para echar sopa o pasteles, o pintar con spray, obras de arte y figuras de cera.

Para algunos, se trata de una táctica exitosa para llamar la atención a la causa ambientalista, dado que ninguna otra ha funcionado. Para otros, se trata de un acto de vandalismo puro que no tiene relación alguna con la lucha por el medio ambiente y que, al contrario, genera rechazo y puede afectarla.

“Si se requiere una pintura —a la que se le han arrojado puré de papas o sopa de tomate— para hacer que la sociedad recuerde que el uso de los combustibles fósiles nos está matando a todos, ¡entonces les daremos puré de papas en una pintura!”, tuiteó el domingo Last Generation (@AufstandLastGen).

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El mismo grupo había pedido al gobierno alemán tomar medidas drásticas para proteger el clima y que se dejen de usar los combustibles fósiles, tras lanzar puré de papas al cuadro “Les Meules” de Monet, en el Museo Barberini de Potsdam.

Este lunes, activistas de Just Stop Oil lanzaron un pastelazo a la figura del rey Carlos II I en el museo londinense de Madame Tussauds. “La ciencia es clara, la demanda es sencilla: detengan las nuevas licencias de petróleo y gas”, proclamaron mientras arrojaban pastel a la escultura, que está rodeada de las de otros miembros de la familia real británica.

Los activistas afirman que “cada vez más personas se niegan a aceptar en silencio la progresiva destrucción y puesta en peligro de la vida humana en nuestro planeta”, y que llegó el momento de actuar.

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En una entrevista con Euronews, Alex De Koning, portavoz de Just Stop Oil, aseguró que muchos le han preguntado sobre si sus acciones no son vandalismo , o sobre qué tiene de relevante por ejemplo un cuadro de Van Gogh para la lucha contra el cambio climático, luego de que la semana pasada dos activistas de esta agrupación vertieron sopa de tomate sobre el cuadro “Girasoles” en la N ational Gallery de Londres.

“Mucha gente dice que estamos alienando a los ciudadanos, pero en realidad el jefe de BP [la petrolera British Petroleum] dice que tiene más dinero del que sabe cómo manejar”, cuando el país vive una profunda crisis económica por el alza de precios. “La gente no puede permitirse calentar una lata de sopa. El gobierno está tratando de acelerar la producción de combustibles fósiles, lo que matará a millones de personas y no está abordando la peor crisis del coste de la vida que este país ha visto jamás.

"En todo caso, el gobierno está alienando al público en general mucho más que nosotros. En este momento, estamos creciendo mucho y recibiendo mucho apoyo porque la gente sabe lo urgente que es la situación y lo desesperada que es. Estamos recogiendo el testigo de los movimientos de resistencia masivos del pasado, y eso funciona. Sabemos que funcionan. Por eso estamos haciendo lo mismo”.

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Sin embargo, insistió en que se trata de un movimiento pacífico , y este sería justo el límite. “Somos un movimiento no violento. Somos manifestantes pacíficos. Causaremos trastornos, atacaremos cuadros y arte, pero sólo lo haremos hasta que el gobierno haga una declaración significativa sobre el fin de los nuevos activos de combustibles fósiles en el Reino Unido. En cuanto eso ocurra, nos iremos y nos quitaremos de en medio”.

De Koning subrayó que atacar obras de arte no significa que el movimiento considere que la cultura no es importante. “Todavía hay un lugar para la cultura. El arte tiene mucho poder, y todos los grandes artistas del pasado eran radicales y avanzados, y sin embargo eso no se está abordando de la misma manera en la crisis climática.

"Todavía hay gente que está mucho más indignada por esa acción (la sopa vertida sobre Van Gogh, que estaba protegida por una pantalla de cristal) que por los 33 millones de personas desplazadas por las inundaciones en Paquistán. Yo soy de Escocia: eso es seis veces la población de todo mi país que ha perdido sus hogares y sus medios de vida. Es realmente triste, y sin embargo hay más gente que se indigna por arrojar sopa al vidrio”.

No todos están de acuerdo

“Si bien entiendo la preocupación urgente de los activistas frente a la catástrofe climática, estoy conmocionada por los medios con los que intentan dar peso a sus demandas”, dijo la directora del museo Barberini, Ortrud Westheider, en un comunicado.

Otros advierten de la posibilidad de que, a consecuencia de este tipo de actos, se restrinja el acceso a los recintos culturales .

Entre los mismos activistas hay división sobre la eficacia o validez de este tipo de acciones.

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Como Miguel Blázquez, de Juventud por el clima. Citado por el Huffington Post, dijo entender por qué otros activistas están actuando en museos y contra el arte. “Estamos viviendo algo tremendamente urgente —la crisis climática— y no se le da la voz que necesita.

"Efectivamente, es polémico, en mayor medida por no hacer daño al cuadro como tal, que no debería ser noticia, pero por cómo lo tratan los medios de comunicación se centran en el acto y no en el mensaje”, detalló, con énfasis en la escasa atención mediática que recibirían los ambientalistas.

Sin embargo, añadió que tampoco está muy de acuerdo con que el arte se haya vuelto el objetivo de activistas ambientales. “Se crea una falsa dicotomía de arte-vida, igual esa no es la forma más óptima de plantear el problema porque no significa que estés apostando por uno u otro y lo niegues”.

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asf/rmlgv

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