Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco pidió ayer rezar por la salud de su predecesor, Benedicto XVI, quien se encuentra delicado de salud.
“Me gustaría pedirles a todos ustedes una oración especial por el papa emérito Benedicto (...), recordarlo, porque está muy enfermo, pidiendo al Señor que lo consuele y lo sostenga”, dijo Francisco al término de la audiencia general en la sala Pablo VI de El Vaticano.
El Vaticano anunció que la salud del papa emérito, de 95 años, se ha agravado e indicó que recibió la visita de Francisco en el monasterio donde reside.
“Puedo confirmar que en últimas horas ha habido un agravamiento, debido a su avanzada edad. La situación está de momento bajo control, seguida en permanencia por los médicos”, indicó en un comunicado el director del servicio de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
El Papa emérito, el alemán Joseph Ratzinger, se convirtió en 2013 en el primer Papa en renunciar en seis siglos, y desde entonces vive prácticamente retirado del foco público, en un monasterio situado en los jardines de El Vaticano, donde suele vérsele en silla de ruedas. El jerarca argumentó que renunciaba debido a que su edad le impedía dedicar a su cargo la energía que le requiere.
En los últimos meses, su salud se ha deteriorado mucho. Habla apenas con un hilo de voz —él mismo ha dicho que Dios le quitó la voz para hacerle apreciar el silencio—, y tampoco camina, aunque todas las personas que han estado cerca de él hablan de su asombrosa lucidez.
Francisco nunca había pedido hasta ahora oraciones por la salud del Papa emérito, por lo que sus palabras suscitaron preocupación. El portavoz de El Vaticano tampoco suele informar sobre la salud de Benedicto XVI, excepto en 2020, cuando tuvieron que desmentir que las condiciones del Papa fueran preocupantes después de que se supiera que sufría un herpes en el rostro que era muy “doloroso, pero no grave”. Siempre ha prevalecido la discreción y el silencio. No hubo, en cambio, pronunciamiento en julio pasado, cuando se difundió falsamente en redes sociales que Benedicto había fallecido.
La más reciente fotografía del emérito la publicó el pasado 1 de diciembre la Fundación Joseph Ratzinger, cuando recibió en su residencia a los dos galardonados con el premio que lleva su nombre, el biblista francés Michel Fédou y el jurista judío Joseph Weiler. Como en las últimas imágenes, aparecía sentado en el sofá junto a su fiel secretario y muy delgado, pero atento a la conversación.
Tras ocho años de pontificado (2005-2013), marcado por múltiples crisis, este reputado teólogo se vio salpicado de lleno a inicios de 2022 por el drama de los abusos sexuales contra niños en la Iglesia católica alemana. Ratzinger, nacido en abril de 1927, fue señalado en un informe en Alemania por su gestión de esos abusos cuando era arzobispo de Múnich, y salió de su silencio para pedir perdón, asegurando que nunca encubrió a ningún abusador.
Antes de ser nombrado arzobispo, enseñó teología durante 25 años. Más adelante se convirtió en el guardián del dogma de la Iglesia católica durante otro cuarto de siglo en Roma. De ese tiempo data su apodo del Rottweiler de Dios, por su defensa de las posiciones más conservadoras de la Iglesia católica, incluyendo un firme rechazo al aborto, la homosexualidad —llegó a comparar los matrimonios gay con el anticristo— y la eutanasia. Fue enemigo acérrimo de la Teología de la Liberación surgida en América Latina.
Muchas de sus declaraciones son polémicas, como cuando criticó al Islam al citar a un emperador bizantino que dijo: “Muéstrame aquello que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás sólo cosas malas e inhumanas”. En 2009, aseguró que usar condón en la lucha contra el sida “no es la solución al problema, sino que más bien agrava la situación”.
Cuando asumió, muchos recordaron que de adolescente fue miembro de las Juventudes Hitlerianas; incluso se le llegó a llamar nazi. Sin embargo, él afirma que, como muchos otros alemanes, tuvo que ingresar a ese grupo porque era obligatorio, versión que confirman historiadores y expertos.
Expertos creen que, cuando sean necesario, los rituales funerarios de Benedicto XVI se asemejarán mucho a los del obispo de Roma: un funeral en la Basílica de San Pedro o en la plaza, en este caso presidido por Francisco —en lugar del decano del colegio cardenalicio— y será sepultado en la gruta debajo de la basílica.
Piden por su salud
Líderes de todo el mundo expresaron sus buenos deseos a Benedicto XVI, incluyendo el canciller alemán Olaf Scholz. En México, el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, pidió, vía Twitter, por la salud del Papa emérito.