.- Hace menos de una semana, Donald Trump generó revuelo global al publicar en sus redes sociales una imagen hecha con inteligencia artificial vestido de Pontífice. “Me gustaría ser Papa”, bromeó.

Fue, tal vez, una imagen profética, porque el nuevo Papa es estadounidense, por primera vez en la historia. Aunque el tiro parece haberle salido por la culata al presidente.

El elegido para ser el sucesor de Francisco fue finalmente el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, de 69 años y con una larga trayectoria en Perú, muy alineado a la agenda de su predecesor y visto como un contrapeso a Trump.

El mandatario nunca ocultó su predilección por el cardenal Timothy Dolan, de 75 años y arzobispo de la ciudad de Nueva York, considerado líder del ala más tradicionalista de la Iglesia norteamericana y opositor a la agenda reformista de Jorge Bergoglio. Ahora tendrá una némesis en León XIV, como eligió ser llamado Prevost, que en su primer mensaje habló en italiano y español, pero no en inglés.

Visiblemente emocionado, el primer Pontífice estadounidense dedicó palabras a su antecesor tras salir al balcón. “Gracias al papa Francisco”, dijo, y se mantuvo siempre en línea con los reiterados pedidos de paz y apertura del exarzobispo de Buenos Aires.

“Ayúdense ustedes los unos a los otros, a construir puentes para ser todos juntos un solo pueblo en paz”, planteó, y reforzó: “Tenemos que estar juntos, ser una iglesia misionera, que construye puestos de diálogo, abierta a recibir a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, presencia de diálogo y amor”. Una continuidad del legado de Francisco.

La llegada de Prevost a máximo líder de la Iglesia genera un cambio de paradigma en el catolicismo estadounidense y podría anticipar una relación tirante con Trump, que de todas formas luego de la histórica elección del cardenal compartió un mensaje de felicitación.

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En una publicación en redes sociales, Trump expresó su entusiasmo y orgullo por este hito en la historia de la Iglesia católica, y destacó la relevancia de que el líder de la Iglesia provenga de Estados Unidos. “¡Felicitaciones al cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado papa! Es un gran honor darnos cuenta de que es el primer papa estadounidense. Qué emoción, y qué gran honor para nuestro país. Espero con ansias conocer al papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!”, escribió Trump.

El predecesor de León XIV siempre fue consciente de las feroces resistencias que tenía en los sectores católicos más conservadores de la mayor potencia global, que no estaban de acuerdo con el viraje de su papado, de cercanía a los pobres y las periferias. “En Estados Unidos la cosa no es fácil: hay una actitud reaccionaria muy fuerte, organizada”, llego a decir Francisco. Seguramente Prevost también tenga que hacerles frente.

“El punto focal de la oposición al papa Francisco estuvo en Estados Unidos”, reforzó días atrás el experto David Gibson, director del Centro sobre Religión y Cultura de la Universidad Fordham, en Nueva York.

Hay otro factor clave a tener en cuenta para el futuro vínculo entre Prevost y el presidente: Estados Unidos tiene la cuarta mayor población católica del mundo, con más de 72 millones de fieles (un 20% de la población del país). Al tener un pontífice nacido en Chicago, originario de la superpotencia global, ahora el Vaticano podría una influencia inusitada en un mundo turbulento, marcado por las guerras, los conflictos, el auge neoliberal y populista, y feroces luchas políticas.

Prevost, un cardenal con una larga trayectoria que habría tenido un fuerte apoyo de los cardenales latinoamericanos, ha sido una figura influyente dentro de la Iglesia en los últimos años, considerado un líder moderado que trabajó en estrecha colaboración con Francisco. Tal fue la confianza que le tenía el Papa argentino que lo designó en un papel clave en el Dicasterio para los Obispos, clave para la designación de los obispos en todo el mundo. Allí fue que se moldeó la sucesión de Bergoglio.

En la Iglesia hay quienes destacaban a Prevost como un sólido papable por combinar el pragmatismo de Estados Unidos –donde creció- y la sensibilidad pastoral latinoamericana, un pilar para continuar la senda de Francisco. Y, como destacó el sitio especializado en información religiosa Reunión Digital, el cardenal podría erigirse en un “muro de contención” frente a Trump, cuyas duras posturas sobre la migración -que lo enfrentaron a Bergoglio- “conoce a la perfección”.

“El menos estadounidense de los estadounidenses”, calificó a Prevost el diario italiano La Repubblica, por la moderación de sus palabras. Un dato que no pasó desapercibido aquí lo aportó The Washington Post: el cardenal votó en las primarias republicanas de Illinois en 2012, 2014 y 2016, según los registros del censo electoral. También sufragó en las elecciones generales, la última vez a través del voto por correo, en noviembre pasado, cuando Trump se enfrentó con la demócrata Kamala Harris. ¿Por quién se habrá inclinado?

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El catolicismo estadounidense vive un momento de auge, destacó The New York Times tras la elección de León XIV. En particular, el actual vicepresidente JD Vance se convirtió al catolicismo, mientras que Biden fue el primer presidente católico desde el John F. Kennedy. Ahora tiene su primer papa.

Aunque Francisco recibió en el Vaticano a Trump en 2017, durante la primera presidencia del líder republicano, la cuestión migratoria –uno de los ejes centrales de la agenda del mandatario- fue una barrera infranqueable en su vínculo, muy distinto al que mantuvo Bergoglio con los otros mandatarios estadounidenses con los que coincidió: Barack Obama, en el inicio de su pontificado, y Joe Biden, entre enero de 2021 y 2025.

Con una agenda a tono con la de Francisco, de cercanía a los migrantes, Prevost podría reeditar ese vínculo tenso. La segunda administración de Trump, que empezó el 20 de enero pasado, ha tenido una fuerte impronta de combate a la migración ilegal, con deportaciones masivas, arrestos y refuerzos de las fronteras. Incluso, en las últimas semanas se enfocó en los extranjeros con green card.

“Nuestro trabajo es ampliar la carpa y hacer saber a todos que son bienvenidos dentro de la Iglesia”, dijo Prevost en una entrevista en 2023, en alusión directa a los temas migratorios.

Para Francisco, esa fue una de sus últimas batallas políticas. Casi hasta el final de su vida. En una carta que le envió más de 280 obispos de Estados Unidos “en estos delicados momentos”, Francisco criticó este año esos procedimientos e instó a los pastores del país a defender a los migrantes.

“Seguí con atención la importante crisis que tiene lugar en Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”, había señalado Bergoglio en la misiva, antes de ser hospitalizado en Roma. Un dardo directo al corazón de la administración republicana.

Un anticipo de la que será una las tantas batallas que León XIV promete seguir, y que dejará la relación de Trump con el Vaticano bajo los focos del mundo.

Por Guillermo Idiart

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