San José. – La jerga de la comunicación —o la incomunicación— entre los presidentes de América Latina y el Caribe entre agosto de 2023 y mayo de 2024 pareció digna de un burdel… político.
¿Se molestarán los prostíbulos con semejante comparación?
“Tú lo que eres es un tremendo vende patria, malnacido”, lanzó este mes el presidente de Venezuela, el izquierdista Nicolás Maduro, al de Argentina, el ultraderechista Javier Milei, por admitir que el archipiélago de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, en el sur del Atlántico, están bajo soberanía de Reino Unido.
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“¡Dictador!”, acusó repetidamente Milei a Maduro en los últimos 10 meses.
“Eres un error (…) un error fatal”, respondió Maduro a Milei en enero.
“Asesino terrorista”, atacó Milei al presidente de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, en marzo pasado.
“Una basura, un excremento humano”, narró Milei en agosto para referirse a los políticos socialistas.
“Esto decía Hitler”, escribió Petro en su cuenta de red social de X (antes Twitter), al darse ese mismo mes por aludido por Milei y comparar las declaraciones del entonces aspirante presidencial argentino con las del líder nazi y dictador Adolfo Hitler (1889-1945).
“Facho conservador”, describió el presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, al fustigar a Milei en noviembre en vísperas de triunfar en los comicios de Argentina.
“Ignorante”, contestó Milei en abril.
“Mírame a los ojos: el que se mete con Venezuela se seca y… ¡te vas a secar!”, alertó Maduro al presidente de Ecuador, el derechista Daniel Noboa, en enero cuando el gobernante ecuatoriano amenazó con desconocer, por pronosticar que serían ilegítimos, los comicios presidenciales de Venezuela de julio próximo.
“No le abras las puertas de tu país al diablo”, advirtió de inmediato Maduro a Noboa.
“¡Al diablo! Ocúpate de tu país que tienes un berenjenal y no sabes qué hacer”, recalcó.
“Dilo sin llorar”, pidió el presidente de El Salvador, el derechista Nayib Bukele, a Petro al instarlo en noviembre a felicitar a Milei por su victoria en las urnas y en lo que prolongó un cruce de bronca y burla entre el salvadoreño y el colombiano que empezó en el primer trimestre de 2023 por la crisis de inseguridad en sus respectivos países.
“Es una vergüenza” y “basura”, reprochó en septiembre el presidente de Nicaragua, el izquierdista Daniel Ortega, a Petro porque que el colombiano comparó la represión política que el nicaragüense desató en su país a partir de 2018 con la que el general ultraderechista chileno Augusto Pinochet (1915-2006) desató en Chile en su régimen dictatorial de 1973 a 1990.
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“Ortega hace lo mismo que Pinochet”, recalcó Petro.
“Vos sos un ‘pinochetito’, Boric”, desenfundó Ortega sobre el presidente de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, al cuestionarlo por sus políticas internas y resentido porque su homólogo chileno también fustigó la represión política en Nicaragua.
Los 15 casos apenas dibujaron una parte del conflictivo panorama de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos latinoamericanos y caribeños, agravadas por las incendiarias y persistentes arengas políticas arrojadas por los mandatarios de la zona, ya sea desde las tribunas públicas, las redes sociales de internet o en cualquier otro tipo de declaración.
En este convulso y sensible contexto, la posibilidad de concertar una cumbre con la presencia de los 33 jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe parecería cada vez más improbable y lejana, en un proceso de acelerada desintegración hemisférica.
Por la ocupación policial de la embajada mexicana en Quito el 5 de abril anterior, México y Nicaragua rompieron vínculos diplomáticos con Ecuador. Alentada por el recelo, la desconfianza o las desavenencias ideológicas, prevalece la frialdad interamericana.
“Los líderes de ahora, antes de abrir la boca, miran primero a la gradería local y luego se expresan con la insolencia propia del lenguaje populista que fue instrumento para subir al poder”, afirmó el abogado y diplomático costarricense Jorge Urbina, exembajador de Costa Rica en la Organización de Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Países Bajos, y exvicecanciller.
“Los límites de la tolerancia se han ampliado en todos los ámbitos. Lo que antes podía conducir a la guerra hoy no pasa de ser una gresca noticiosa olvidada en pocos días”, dijo Urbina a EL UNIVERSAL.
“El ascenso de líderes populistas en los países más poderosos, además de privilegiar el interés nacional, ha dado lugar al uso en todas las latitudes de un lenguaje desprovisto de modales y cortesías aún entre quienes participan de proyectos comunes”, agregó.
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Al recordar que “desde hace siglos se reconoce el vínculo” entre política interior y exterior, subrayó que lo que cambió “en las últimas décadas” fue que “la primacía de la política interior se viene acentuando”.
Como si funcionaran a diario sin freno ni controles de calidad y prudencia o de definir límites mínimos, y supeditados constantemente a las actividades de las redes sociales, numerosos presidentes exhibieron su escaso acatamiento hacia las normas diplomáticas básicas.
“El deterioro de la civilidad en la política internacional y el respeto en América Latina y el Caribe es alarmante. En lugar de seguir protocolos de cortesía y educación, vemos un aumento de la vulgaridad y el fanatismo ideológico”, acusó el abogado y diplomático boliviano Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos.
Consultado en Washington, Aparicio planteó a este diario que “la política regional está fracturada y la tan necesaria integración parece ser solo un eslogan vacío. La falta de altura y decoro en las interacciones entre presidentes es evidente y lamentable, lo cual refleja la escasez de estadistas y la abundancia de populistas de plazuela”.
“Las bajas pasiones están reemplazando a la convivencia civilizada en nuestra región”, lamentó.
El burdel político mostró múltiples escenarios.