Miami.- El reciente anuncio del presidente Donald Trump sobre su plan de trasladar hasta 30 mil migrantes a la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, ha desatado una tormenta de críticas a nivel nacional e internacional. Para muchos, la simple mención de Guantánamo evoca recuerdos de detenciones indefinidas, violaciones a los derechos humanos y un sistema que ha operado al margen de las leyes internacionales durante décadas.

"Guantánamo ya es un símbolo de abuso y detención arbitraria; convertirlo en un centro de detención migratoria es una afrenta a los principios básicos del derecho internacional", denunció Human Rights Watch.

Mientras la administración Trump defiende esta medida como una forma de reforzar la seguridad nacional y lidiar con lo que ha denominado "la amenaza del crimen migrante", organizaciones de derechos humanos, líderes políticos y migrantes mismos advierten sobre las graves consecuencias humanitarias que esta decisión podría traer. De cualquier manera, el gobierno de Trump ha asegurado que espera que el nuevo centro esté operativo a mediados de 2025.

Centro de detención en expansión

La base naval de Guantánamo, conocida mundialmente por haber albergado a sospechosos de terrorismo internacional tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, está a punto de transformarse en un nuevo epicentro de la política migratoria de Trump; aun cuando ahí se mantienen todavía a más de una decena de terroristas. Sin embargo, a diferencia de los recintos de máxima seguridad donde se encuentran detenidos los prisioneros de guerra, un viejo conocido de esa área muestra su desconcierto.

"Estoy sorprendido; Guantánamo normalmente se ha usado para prisioneros de guerra o terroristas, entiendo que esta nueva instalación estará destinada exclusivamente a migrantes, en una sección separada de la base; de hecho ya hay un centro de detención migrante ahí, pero con pocos espacios, lo van a ampliar para 30 mil camas, según dijo el presidente", dice a EL UNIVERSAL el ex Guardia Nacional de Estados Unidos René Montaño, quien cumplió parte de su tiempo activo en la bahía de Guantánamo cuando llegaron los Talibán en 2002.

Funcionarios de la Casa Blanca han asegurado que la infraestructura será permanente y que su propósito es "garantizar que los migrantes más peligrosos no representen una amenaza para la seguridad pública de Estados Unidos ni de sus países". Un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional, que pidió el anonimato, explicó que "Guantánamo es el lugar ideal para estos individuos. Es una instalación segura, aislada y fuera del territorio continental estadounidense, lo que nos da flexibilidad legal para actuar". Es importante señalar que la bahía de Guantánamo está administrada por el gobierno de Estados Unidos de manera vitalicia, pero sigue siendo territorio cubano.

La idea de un centro de detención permanente en Guantánamo ha alarmado a juristas y expertos estadounidenses en inmigración. "Estamos viendo una institucionalización de la detención arbitraria", advierte Jerry Nadler, congresista demócrata por Nueva York; "Guantánamo es una mancha en el honor de nuestra nación. Durante años, he abogado por su cierre, condenando los abusos y la flagrante falta de responsabilidad que persisten allí. Esta expansión masiva en un campo de detención es moralmente indefendible y plantea preocupaciones significativas sobre las libertades civiles”.

El temor también se ha extendido a los familiares de los migrantes. Marta Ruiz, madre de un joven detenido en la frontera, teme no volver a ver a su hijo; "mi hijo sólo buscaba una vida mejor. Ahora me dicen que podría ser encerrado en Guantánamo, en Cuba, junto con otros más; imagínese sin que puedan defenderse. Es como si lo condenaran sin un juicio".

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Justificaciones y críticas

El gobierno de Trump ha defendido su plan asegurando que algunos migrantes representan una amenaza tan grave que ni siquiera sus países de origen pueden garantizar su detención. "Tenemos 30 mil camas en Guantánamo para detener a los peores inmigrantes ilegales criminales que amenazan al pueblo estadounidense. Algunos de ellos son tan malos que ni siquiera confiamos en que sus países los retengan, porque no queremos que regresen. Así que los vamos a enviar a Guantánamo. Esto duplicará nuestra capacidad de inmediato, ¿no? Y es duro. Es un lugar duro, es un lugar del que es difícil salir”, ha dicho el presidente Trump.

Pero las organizaciones de derechos humanos no tardaron en responder. Érika Guevara Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas, condenó la medida, "convertir Guantánamo en un campo de detención masivo para migrantes es una receta para el abuso sistemático. La falta de supervisión y el historial de torturas en la base son razones suficientes para alarmarnos".

Human Rights Watch ha advertido sobre los peligros de esta política, "Estados Unidos está creando una nueva versión de Guantánamo, esta vez enfocada en migrantes. La detención prolongada en un entorno militar sin un debido proceso viola principios fundamentales de derechos humanos".

Impacto en los migrantes

Aun en un lugar así, "legalmente, los detenidos tienen derechos, pueden y deben contratar abogados de inmigración, presentar peticiones de habeas corpus o buscar apoyo de organizaciones de derechos humanos” explica a este medio José Jordán, abogado especialista en inmigración; “sin embargo, el acceso a estos recursos será limitado o inexistente en Guantánamo", explicó.

Por ahora, familias de migrantes detenidos en Estados Unidos están pendientes de quiénes serían a quienes van a enviar a Guantánamo, una vez que el centro de detención este listo. Mientras, el mundo también observa con atención, “las vidas de miles de personas quedarán suspendidas en una base que por décadas ha sido sinónimo de opacidad y violaciones a los derechos humanos”, escribió e Susana Castro desde Madrid, España, en la red social X.

"Estados Unidos nos habla de libertad, pero nos quiere encerrar en una isla sin esperanza. No somos criminales, soóo queremos una oportunidad para vivir", alcanzó a decir Luis Méndez a medios locales en El Paso, Texas, antes de ser escoltado por agentes de inmigración a una camioneta que lo trasladó a un centro de detención.

Fabrisio, un hondureño de 27 años que logró cruzar la frontera y escabullirse tierra adentro, expresó su descontento a este medio: "He caminado más de 3 mil kilómetros para llegar aquí y pedir protección. Ahora me dicen que, si me agarran, me pueden mandar a una prisión en una isla, sin nadie que nos defienda” y se pregunta, “¿qué no llegué a Estados Unidos? ¿no dicen la tierra de la libertad?”.

Similar es el caso de María Hernández, una madre guatemalteca que viajó con su hija de cinco años y está muy temerosa, "vinimos buscando refugio porque en Guatemala nos querían matar. En vez de darnos la oportunidad de explicar nuestra situación, nos quieren encerrar en una cárcel. ¿Acaso eso es lo que hace un país que dice defender los derechos humanos?", también se preguntaba al hablar con este diario.

Antecedentes

La Base Naval de la Bahía de Guantánamo, ubicada en el sureste de Cuba, tiene una historia que se remonta a finales del siglo XIX. Fue establecida en 1898 cuando Estados Unidos intervino en Cuba en su lucha por la independencia de España. En 1903, Cuba arrendó la Bahía de Guantánamo a Estados Unidos mediante el Tratado de Arrendamiento, concediendo a la nación norteamericana el uso perpetuo de la bahía a cambio de un pago anual.

Inicialmente, la base fue utilizada como un puerto estratégico y una estación de carbón para la Armada de los Estados Unidos, desempeñando un papel importante en la proyección de poder naval en el Caribe y América Latina. “Con el tiempo, Guantánamo se convirtió en una instalación naval multifuncional, proporcionando apoyo logístico y operativo a las fuerzas estadounidenses” cuenta Montaño.

El 11 de septiembre de 2001 marcó un antes y un después en la historia de la base. Después de los ataques terroristas, “la administración de George W Bush decidió utilizar Guantánamo como centro de detención para sospechosos de terrorismo capturados en la guerra contra el terrorismo. Así que, a partir de enero de 2002, se establecieron instalaciones de alta seguridad para albergar a estos detenidos, incluidos miembros de Al-Qaeda y los Talibán” explica el ex Guardia Nacional.

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