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Políglota, académico, un conservador que logró tender puentes con los progresistas y que podría convertirse en el Papa tranquilo que, creen muchos tradicionalistas, requiere la Iglesia católica después de Francisco.
Es Peter Erdö, el arzobispo de Esztergom-Budapest de 72 años que a pesar de estar en las antípodas de Francisco es un hombre pragmático que nunca se enfrentó abiertamente al Papa argentino y cuya capacidad de equilibrismo vio el hoy fallecido Pontífice como una ventaja, por lo cual lo designó para el Consejo para la Economía.
Nacido en Hungría el 25 de junio de 1952, Erdö es hijo de un médico, el mayor en una familia de seis hermanos. Creció bajo el régimen del “comunismo ateo” en Hungría y fue perseguido, según ha confesado, por su fe católica. La casa de su familia fue incendiada.
Conservador en teología, Erdö es políglota: habla ocho idiomas, incluyendo latín, eslovaco, alemán, francés y ruso.Experto en Derecho canónico, se ganó la confianza por igual de Juan Pablo II y Benedicto XVI con su capacidad camaleónica de adaptarse. A diferencia de otros cardenales conservadores, optó por respetar la jerarquía de Francisco, que lo mantuvo cerca.
Se convirtió en obispo a los 40 años y, en 2003, en el miembro más joven del Colegio Cardenalicio.
Erdö, el equilibrista y moderado
Con dos doctorados, en Teología y Derecho Canónico, se dedicó por mucho tiempo a dar cátedra. Enseñó teología en Hungría, en Roma, en California y en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires.
Erdö es conocido, igual que Francisco, por su devoción mariana. Tiene a su favor, en el cónclave que se realizará en los próximos días, que tanto conservadores como reformistas lo ven como un moderado. No sólo es bien aceptado por los cardenales europeos, sino que sus amplios contactos con la Iglesia en África pueden jugar a su favor, considerando el ascenso del catolicismo en este continente, al que Francisco decidió dar más poder, igual que a Asia, porque veía ahí el futuro.
En caso de un cónclave dividido, todo eso beneficiaría a Erdö, elegido dos veces como jefe del Consejo de Conferencias Episcopales, en 2005 y 2011, en una prueba de que goza de la estima de los cardenales europeos.
En un cónclave con muchos rostros desconocidos, aquellos cardenales que por su labor han estado más en el ojo público corren con ventaja. Es el caso de Erdö, quien se volvió reconocido por haber ayudado a organizar las reuniones vaticanas de Francisco sobre la familia en 2014 y 2015, donde pronunció discursos clave.
Defensor del diálogo ecuménico con las iglesias ortodoxas, Erdö tiene en contra el escándalo que se desató con lo que pareció ser un alineamiento de su parte con las políticas antiinmigrantes del primer ministro húngaro Víktor Orbán.
Cuando Francisco defendía a los migrantes y abogaba por un trato humanitario y para que las iglesias los acogieran, Erdö alzó la voz, diciendo que ello equivalía a apoyar el “tráfico humano”.
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¿Qué apoya Erdö?
El cardenal húngaro se opone al reconocimiento de las uniones homosexuales, aunque defiende la necesidad de dar “acompañamiento pastoral” a quienes se ven atraídos por personas del mismo sexo. Es un firme opositor del aborto y la anticoncepción.
Sobre los católicos vueltos a casar por la vía civil, afirma que solo aquellos que viven en “abstención”; es decir, sin mantener relaciones sexuales, pueden recibir la comunión.
En el tema del cambio climático, que fue clave en el papado de Francisco, Erdö tiene un enfoque que recuerda al de Benedicto XVI, al hablar de un “cambio antropológico” que considera igualmente amenazante.
*Con información de agencias
mcc