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Miami.- Una de las últimas tendencias “familiares” que se ha observado en las uniones o escasos matrimonios de las nuevas generaciones es que tardan en procrear hijos o simplemente deciden no tenerlos y sí adoptan o compran mascotas.
Las estadísticas muestran que los más adquiridos son los perros. Y una vez en el hogar, los tratan como si fueran personas.
“Algunos los tratan como si fueran bebés y otros como si fueran adultos chiquitos; algo muy común para ellos y que cada día se va extendiendo y normalizando más y más en esos núcleos familiares”, comenta a EL UNIVERSAL el veterinario especializado en comportamiento animal y especies exóticas, Pablo Roger.
Esta novedosa percepción de la mascota, como perrhijo, se acuñó desde 2011 y se viralizó en las redes sociales; en el caso de los perros es perrhijo, cathijo con los gatos, hurhijo con los hurones.
Quienes tratan a su mascota como si fuera su hijo o hija comenzaron a ser más evidentes, “porque antes de viralizarse sucedía casi exclusivamente entre las paredes del hogar, pero poco a poco fueron mostrándose en internet y saliendo a la calle dejando ver un trato de hijos a sus mascotas”, comenta Roger.
En medio de esta nueva tendencia existe una diversa gama de comportamientos que van desde dormir en cama con su perrhijo o vestirlo con las diversas prendas de moda en la web, hasta pasearlo en carriola en la calle o tenerle un asiento en la mesa para comer “en familia”.
Especialistas explican esta realidad, con base en las estadísticas. Nacen menos bebés en la Unión Americana desde las últimas dos décadas, de acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos. La razón, la generación de los millennials (1982-1995) no están teniendo hijos o los tienen después de los 30 años; adicionalmente casi no se casan, aunque viven en pareja.
Un reciente estudio señala que uno de cada cinco millennials prefiere no tener hijos y dedicarle su tiempo a su mascota.
El mismo reporte señala que estos jóvenes eventualmente buscan que su pareja ame a los animales con la misma intensidad y tampoco quiera tener hijos. Gus, de 37 años, y Ruby, de 35, viven juntos desde hace ocho años y “desde el principio teníamos claro que no nos vamos a casar y tampoco vamos a tener hijos”, comenta a este diario Ruby.
“Yo no podría estar con una mujer que pensara diferente, simplemente no podríamos estar juntos”, dice Gus.
Ambos conviven con sus perros, un macho de 10 años y una hembra de seis años: “Para nosotros, ellos ocupan nuestro corazón y nuestro tiempo libre”.
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El costo de tener perrhijos
El gasto anual para mantener un perrhijo, de acuerdo con cifras de la Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (ASAP, por sus siglas en inglés), en lo que se refiere a una manutención normal de comida, vacunas, aseo y seguro médico, está en promedio en 3 mil 500 dólares ($59 mil 700 pesos), más o menos, dependiendo también la raza y el tamaño.
A lo anterior hay que sumarle al año unos mil 500 dólares más (25 mil 600 pesos) para juguetes, ropita, carriola y comida especial. Prever alguna enfermedad inesperada podría sumar al año entre 3 mil dólares (51 mil pesos) y 10 mil dólares ($170 mil pesos), dependiendo cuántas veces se enferme y qué tipo de mal sea y si requiere cirugía.
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Desde el inicio del siglo 21 estos insumos y servicios han crecido exponencialmente, según reportan sus propias cámaras de comercio y organizaciones profesionales. Reportes oficiales indican que en 2016 las ventas del mercado de mascotas o pet care fue de mil 664 millones de dólares, el cual se incrementó 47% para 2021, que fue de 2 mil 455 millones de dólares.
A la vista de sociólogos y antropólogos hay una nueva manera de ver a la familia y a la sociedad, la cual debe ser estudiada con detenimiento y mucha responsabilidad para no herir susceptibilidades, porque, “no todo mundo está de acuerdo en el trato de mascotas como humanos o hijos”, señala el veterinario Pablo Roger: “hay personas que no lo aprueban, no lo toleran y lo consideran como falta de respeto”.
Hay publicaciones en redes muy aplaudidas o criticadas, de jóvenes que aseguran querer más a su perrhijo que algún familiar o amistad. “Ellos tratan de justificar este tipo de afirmaciones diciendo que su mascota siempre les hace fiesta y corre a saludarlos cuando llegan a su casa y que en su familia o grupo de amigos no sucede así”, comenta el veterinario especialista Juan Enrique Romero, en una publicación.
Lo que no se detienen a reflexionar es que su mascota responde, sí, al estímulo de cariño mutuo, pero por mucho, también “lo hacen por la dependencia alimenticia y el instinto de pertenencia”, subraya Romero.
“No se por qué la gran mayoría de los jóvenes de hoy con perrhijos no se dan cuenta que estar estimulando constantemente a sus mascotas [abrazándolas, besándolas, vistiéndolas, subiéndolas a un lado, bajándolas, etcétera, los llena de ansiedad”, argumenta Roger; “luego ellos [los dueños] se cansan y los dejan [a las mascotas] con los nervios de punta y muy alterados; eso les hace daño organicamente”, afirma.
Otro dato importante que consideran negativo los especialistas es que “cuando quienes están a cargo de la mascota crean una interdependencia tan profunda, que el sólo hecho de que él o ella se vayan a trabajar o salgan a comer o a divertirse un fin de semana, le generan a su mascota una depresión por separación, debido al apego, que la hacen sufrir”, escribe Romero.
Es fácil observar a quienes tienen perrhijos, sobre todo en las redes sociales donde cada mascota, incluso, tiene su propia página y ahí se muestra claramente el tipo de relación que tienen, en términos del siglo 20, mascotas y dueños.
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mcc