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Bruselas.— La preservación de los acuerdos que facilitan la exportación de alimentos y fertilizantes procedentes de Ucrania son fundamentales para contener las repercusiones humanitarias de la guerra en todo el mundo, manifestó Martin Griffiths, Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia en Naciones Unidas en un debate celebrado en marzo en el Consejo de Seguridad.
Griffiths se refirió en su momento al pacto que permitió la reanudación de las exportaciones de productos agroalimentarios desde puertos marítimos designados en Ucrania, luego de que se vieran interrumpidas entre marzo y agosto de 2022 como consecuencia del bloqueo militar y la dispersión de minas acuáticas.
Al funcionario de Naciones Unidas le preocupaba que Moscú no renovara un acuerdo crucial para estabilizar el mercado mundial de alimentos. El 18 de marzo, un día antes de su vencimiento, el régimen del presidente Vladimir Putin anunció la prórroga de la Iniciativa sobre Exportaciones de Granos por el Mar Negro por 60 días más.
Ahora un nuevo problema ha estallado en el despacho de Martin Griffiths, aunque en ésta ocasión no proviene del Estado agresor, sino del bloque aliado de Ucrania.
Polonia y Hungría han decidido suspender temporalmente la importación de grano y algunos alimentos básicos, como azúcar, huevo y leche, procedentes de Ucrania. La medida fue introducida el sábado pasado y durará hasta el 30 de junio.
El argumento oficial es que el corredor alimentario creado por la Unión Europea para dar salida al grano y los productos alimentarios ucranianos destinados a Africa y el Mediterráneo no está cumpliendo su objetivo, ya que una parte del producto, que es más barato y regularmente de menor calidad, se está quedando en los mercados de Europa del Este afectando los intereses de los agricultores locales.
La problemática podría escalar, Bulgaria, Rumanía, República Checa y Eslovaquia podrían reaccionar de forma similar en respuesta al temor que genera la eventual acumulación de grano ucraniano en sus territorios como consecuencia de los decretos en Varsovia y Budapest. Los seis países habían pactado previamente actuar conjuntamente y de manera coordinada ante el problema de los bajos precios del grano ucraniano.
En respuesta los obstáculos creados por la guerra a las exportaciones agrícolas ucranianas, la Comisión Europea ideó en mayo la creación de corredores solidarios dirigidos a facilitar las ventas de alimentos desde Ucrania a través de rutas terrestres y puertos de la Unión Europea.
Estos carriles, hasta enero, habían permitido dar salida de alrededor de 23 millones de toneladas de cereales, semillas oleaginosas y productos relacionados, así como de más de 21 millones de toneladas de productos no agrícolas, como minerales, madera, hierro y acero.
De acuerdo con la Comisión Europea, ésta fórmula, de carácter provisional, ha generado 20 mil millones de euros a firmas ucranianas y es fundamental para la exportación de bienes agrícolas desde ese país.
Consciente de la caída de los precios en algunos mercados a causa del aumento de las importaciones procedentes de Ucrania, el 4 de abril entró en vigor una medida de ayuda de emergencia para los sectores de los cereales y las semillas oleaginosas en Bulgaria, Polonia y Rumanía.
En total, Bruselas asignó un paquete de ayuda excepcional por 56 millones de euros, al tiempo que autorizó a los gobiernos conceder ayudas nacionales complementarias equivalentes a un máximo del 100% del importe fijado a cada país; casi la mitad de los fondos europeos, 29.5 millones, fueron asignados a Polonia.
La Comisión Europea consideró que los fondos eran suficientes para atender las preocupaciones de los agricultores locales. Calificó de “inaceptable” las medidas restrictivas adoptadas.
El Ministerio de Agricultura de Rumanía maneja otras cifras, estima el costo de la acumulación de grano ucraniano en su país, Polonia, Hungría, Bulgaria y Eslovaquia, en 400 millones de euros.
Polonia ha sido uno de los aliados más cercados de Ucrania, transfiriendo armamento y abriendo sus puertas a quienes escapan de las hostilidades. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados contabiliza un millón 583 mil personas de origen ucraniano residiendo en la vecina Polonia.
El Gobierno está en campaña electoral rumbo a los comicios de otoño y sabe que si quiere triunfar por tercera ocasión al hilo está obligado a escuchar los reclamos de su base.
Los agricultores representa uno de los pilares electorales del partido en el poder Ley y Justicia (PIS), pero en la actualidad las relaciones con el Gobierno pasan por sus horas más bajas por el abaratamiento del precio de los granos. Las protestas masivas por parte de los agricultores ya forzaron la caída del Ministro de Agricultura, Henryk Kowalczyk. Dimitió luego de que la Comisión Europea no aceptara la petición polaca de volver a imponer aranceles a los granos de Ucrania.
Los últimos sondeos otorgan al PIS del populista y conservador Jaroslaw Kaczynski el 34% de las preferencias electorales. Si bien se mantiene como la mayor fuerza política, está 10 puntos abajo del indicador más alto registrado de marzo de 2020.
En contraste, el partido anti-inmigración y euroescéptico ha ido a la alza en las preferencias electorales. Los radicales de derecha de Konfederacja (Confederación de Libertad e Independencia) casi han suplicado su apoyo en el último semestre, llegando al 10% y colocándose por primera vez en tercera posición desde su fundación en 2019.
Konfederacja supone un desafío para el partido gobernante al cuestionar sus políticas más estelares, como lazos trasatlánticos y el apoyo incondicional a Ucrania. La bancada ultranacionalista intenta sumar votos prometiendo un enfoque alternativo. Por ejemplo, a cambio de la ayuda, Ucrania debe comprometerse a ofrecer un trato preferencial a las empresas polacas durante la reconstrucción.
Con las elecciones parlamentarias en el horizonte, la decisión promovida por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y el líder del partido gobernante Jaroslaw Kaczynski, parece ser una medida populista diseñada en transformar en votos la fuerte presión de los productores agrícolas, y no necesariamente inspirada en atender el problema de la concentración de grandes cantidades de grano ucraniano en varios países de Europa central.
